CL Prog Fest: Renovación, movimiento, y actitud El imperio del metal progresivo se tomó el Caupolicán Sábado, 01 de Abril de 2023 31 de marzo – Teatro Caupolicán Santiagp – Chile Los fanáticos del metal progresivo han tenido una temporada soñada en el primer semestre del 2023. Desde las dos fechas de Opeth, hasta actos como Swallow The Sun, Persephone o Katatonia, los sonidos de vanguardia han inundado a Santiago, sumando también a una gran armada nacional dispuesta a adjudicarse buenos hitos para su portafolio. En ese contexto, el CL Prog se erige como un punto alto en la cartelera, no solo por la cantidad de bandas involucradas, sino que también porque todos llevan la bandera de la renovación por delante en un evento único para la región. Son las bandas del momento, las que acaparan los focos de atención de los medios y de los fanáticos, además todas coinciden en un gran momento para sus carreras. Los chilenos Desire of Pain y Mourners Lament se encuentran ad portas de nuevos lanzamientos y los británicos TesseracT debutaron en Chile tras una serie de aplazamientos debido a la alerta sanitaria por el COVID-19 con el sólido “Sonder” (2018) bajo el brazo, una revancha que se tradujo en un concierto en solitario la jornada anterior a este festival. Por su parte, los franceses Alcest llegan con “Spiritual Instinct” (2019), un álbum aclamado por la prensa especializada y una legión de fanáticos locales que esperaban ansiosos por verlos, mientras los suecos Soen vuelven con toda la actitud de un número de éxito seguro en nuestro país, gozando de un momento de alta visibilidad gracias a discos como “Lotus” (2019), “Imperial” (2021) o el acústico “Atlantis” (2022), y con un sideshow acústico en la sala RBX sobre sus cuerpos. Para los que conocen el circuito chileno, los nombres de Desire of Pain y Mourners Lament son familiares. Los primeros liderados por Sebastián Silva profesan un death metal progresivo de alto vuelo que ya venía en buena forma desde el caluroso recibimiento que tuvieron la jornada anterior abriéndole a TesseracT. Dando la bienvenida al festival, el quinteto desencadenó toda su fuerza de inmediato en ‘Whisper of Death’, un track que deambula entre la quietud y la agresividad con Silva mezclando voces limpias y guturales. De inmediato cayó ‘Ascension’ del increíble “Immensity” (2018), canción anclada en una base instrumental sólida con los músicos de sesión Mario Poblete en el bajo de 5 cuerdas y Pedro Salgado en sintetizadores, dueños absolutos de parajes dramáticos y cargados de pesadez. La siguiente ‘Memorias olvidadas’ carga con una marcha que recuerda mucho al Opeth del “Blackwater Park” (2001), con un Pablo Bravo provocador tras la batería. Su doble bombo se mueve de manera veloz y va marcando las distintas secciones de la canción con una técnica estrepitosa. Con la inclusión de Franco Ortiz en el saxo, la locura de ‘Vertigo’ dio por cerrada la corta, pero intensa presentación del combo local, un cierre caótico y frontal en el que el solo de Ricardo Burgos lució de manera fenomenal, logrando que pasáramos por una montaña rusa de sensaciones. En la parte final, la guitarra de Silva y el saxofón de Ortiz se encontraron en la calma solo para volver a enaltecerse y llegar hasta el infinito en un acalorado camino hacia el climax absoluto, lento como el death/doom más podrido. Desire of Pain brindó un show atronador, sus capas musicales y su fusión de sonidos fueron la apertura perfecta para una jornada maratónica. En el caso de Mourners Lament, el combo lleva la bandera del death/doom con desarrollos bastante opulentos. El oficio del quinteto es innegable, cada uno de sus integrantes pertenece a bandas emblemáticas de la escena doom chilena como Mortajas, Marchafunebre, The Ancient Doom o King Heavy, pero acá llevan la pesadez hacia parajes más innovadores. ‘Slumbers’ nos sumergió de inmediato en las tinieblas, con una marcha lóbrega de ambientación espesa a cargo de los arpegios de Matías Aguirre y Marcos Contreras en el dueto de hachas. ‘As Solemn Pain Profaned’ y ‘Towards Abandonment’ nos hicieron transitar aún más profundo en la oscuridad, con el bajo de Franco Ciaffaroni y la batería de Rodrigo Figueroa comunicándose expresivamente en las notas abismales, mientras Alfredo Pérez tenía la capacidad de transformar su voz en una bruma sonora pútrida o de alcanzar una elegancia gótica. ‘We All Be Given’ cerró el portal hacia el infierno en el que nos tuvo Mourners Lament, un encerrarte doom atmosférico y opresivo, quizá la propuesta más extrema de la noche y que recuerda bastante a los principios de bandas que al final terminaron virando hacia el progresivo como Anathema o Katatonia. Eso sí, el quinteto de Viña del Mar tiene una personalidad tan propia que se desenvolvieron en una presentación llena de matices, y que le dio una tónica especial al festival. La moral y la expectativa estaban altas. El sólido desempeño de los representantes locales dejaron un agradable sabor de boca antes de lo que sería el bloque más intenso de la noche con el primer acto principal: TesseracT. Tras una jornada en solitario que saldaba su deuda con nuestro país la noche anterior, los ingleses subieron rápidamente a escena del Caupolicán y descargaron el triplete ‘Of Matter - Proxy’, ‘Retrospect’ y ‘Resist’ de su álbum “Altered State” (2013). Resulta sumamente impresionante cómo la banda logra condensar una masa complejísima de guitarras y texturas oscuras sobre la calidez y a veces brillante voz de Daniel Tompkins. De esencia puramente progresiva -herencia de su tierra natal- TesseracT diluye los márgenes para acercarse más al djent y el metal, rompiendo esas estructuras hasta sorprender con los vaivenes rítmicos que complementan esa propuesta. Por primera vez ante una expectante y multitudinaria audiencia en nuestro país, tracks como ‘Smile’ o ‘The Arrow’ se sentían monolíticos gracias a la presencia y energía del grupo sobre el escenario. Y es que pese a que el sonido no era tan prístino ni claro, el ambiente se las arregló para complementar con actitud, corear e incluso dar espacio para el clásico moshpit. TesseracT, que bien se precia de contar con hits transversalmente aceptados por una base de fans que no esconden sus inquietudes más pesadas y otras más melódicas, juega con ello a su favor y Tompkins como frontman no se queda atrás. Atípico, el cantante despliega entre la tormentosa sonoridad que Kahney y Monteith construyen con sus guitarras, un espacio para su virtuosismo vocal y los enérgicos gritos que complementan y rompen esos esquemas. TesseracT se dieron el lujo de recorrer gran parte de su discografía y el público los acompañó en cada momento. La complicidad que se generó entre el repleto Caupolicán y los ingleses reforzó la idea de que el estilo goza de buena salud entre los fanáticos chilenos. La experiencia de sentir esos riffs y el mateo desempeño de Amos en el bajo cada vez que se robaba las luces era como una comunión, un punto de encuentro y admiración total. En su debut en nuestro país, TesseracT no se guardó nada y demostraron por qué merecían más de una fecha y la recepción cálida del público en un evento que los sumó tarde pero que los elevó como el primer punto alto de una noche redonda y ruidosa. Tras el huracán de TesseracT, Alcest impuso otro ambiente. La esfinge de “Spiritual Instinct” (2019) apareció sobre el escenario con el baterista Winterhalter, el guitarrista Zero y el bajista Indra Saray ya posicionados. El último en aparecer fue Neige para dar comienzo a ‘Les Jardins de Minuit’, coreada por todo el público con excitación. El aporte de Zero es total no solo en los coros, sino que, tomándose el protagonismo con versos completos, mientras Neige aplacaba las voces guturales. La contundencia de ‘Protection’ reafirmó que la banda tenía al público en el bolsillo, almas que danzaban en ese vaivén mágico entre el black metal y el shoegaze para dejarse llevar por los cantos de sirena de una banda experta en dibujar paisajes grandilocuentes a través de su música. Alcest no es conocido por hacer “hits”, pero 'Saphire' es sin duda uno de sus cortes más ovacionados. Principalmente, se hace cargo del formato canción con una delicadeza exquisita, y vaya que funciona en el directo, es un coro masivo que eleva los sentidos hasta romper el techo. Los cambios de ritmo en ‘Écailles de lune - Part 2’ y ‘Percées de Lumière’ nos transportaron a una de sus obras cumbre, el ensoñador “Écailles de Lune” (2010), una gran pasada que dejó extasiados a los más fanáticos, quienes no dudaron en deshacerse en muestras de afecto ante cada una de esas intervenciones. La batería seca de Winterhalter, las guitarras cristalinas de Zero y los bajos rigurosos de Indra formaban el escenario perfecto para que desfilaran ‘Souvenirs d'un autre monde’, ‘Oiseaux de proie’, acompañada desde el principio por las palmas del público, y ‘Autre Temps’ en medio de una puesta en escena sencilla, pero que tenía exaltaciones de emoción radiante, mientras Neige estiraba los brazos en los acordes abiertos y dejaba que su larga cabellera oscilara de un lado al otro. Su conexión con el público se basaba en miradas, siempre con la guitarra de por medio, cuerdas que en su vibración abrazaban la intensidad. ‘Kodama’ y ‘Déliverance’ fueron la conclusión para un show maravilloso, onírico y paradisiaco, con la energía de un Caupolicán rendido ante los franceses y que vio como Neige terminaba todo acoplando su guitarra en el Marshall, al son de los vítores ensordecedores en el ambiente. En su tercera visita, Alcest se presentó ante un número de asistentes mucho mayor que el de sus pasos anteriores, lo que prueba que su propuesta solo crecerá más conforme pasen los años y que en Chile tienen un público fiel que aguarda por ellos a fin de elevarnos hacia otros confines espirituales. Los liderados por Martín López se presentaban en nuestro país tras haber cancelado originalmente la gira por Latinoamérica a causa de la pandemia. Aún así, los suecos lograron regresar a Chile con tres shows en el marco del CL Prog, presentándose en solitario en Concepción y en formato acústico en Santiago. Ya sobre el escenario del Teatro Caupolicán, Joel Ekelöf apareció en escena entre las sirenas y luces rojas que sirven de intro para ‘Monarch’, la potente canción de entrada del tour, parte del sólido “IMPERIAL” (2021). Lo que propone Soen es resultado de su experiencia y oficio. Herederos de una tradición sonora que administran del metal sueco y sus referencias, el espectáculo es clave para mantener su propuesta viva y alerta. Y es que casi como lo hiciera Ghost o los argumentos clásicos del Abba más profundo, la puesta en escena, la teatralidad y la permanente conexión de Ekelöf con el público daba aire y respiro tras una agotadora jornada de dobles bombos y riffs viscosos. Así desfilaron tracks como ‘Deceiver’ o ‘Martyrs’, que en cada compás despertaban el fervor del público, que coreaba cada uno de sus movimientos. Casi como agradecimiento a su fiel fanaticada local, la banda regaló clásicos como la extensa ‘Lucidity’ de su álbum “Lykaia” (2017), recorriendo también gran parte de su discografía. La permanente interacción de Ekelöf con su público era el puente perfecto para recorrer los momentos más intensos de la noche. Más allá de su completísimo registro melódico y una estructura que no permite el error en la ejecución de cada uno de sus temas, la banda podía convivir con los tensos y ruidosos momentos de sus canciones y aún así tener espacio para insertar baladas y convertir al teatro en su momento más íntimo. Qué despliegue y credibilidad para pasar de ello a romper con intensos muros sonoros como ‘Martyrs’, que suda intensidad. Los dueños de la noche se tomaron el escenario y cerraron la jornada a punta de quiebres melódicos y una potencia sutil pero efectiva. Si bien Soen no comparte en energía ni densidad con los abrasivos TesseracT o Alcest, su construcción y complicidad basta para identificar los movimientos de López en la batería o el despliegue entre guitarras y teclas del rubio Lars Åhlund. Soen se disfruta por separado y cada miembro es un espectáculo aparte. CL Prog como comunión funcionó a la perfección. Si bien la fecha original se trataba de Alcest, el cambio de formato y la integración de otras bandas del género que se encontraron hacia el final de sus tours en nuestro país fue una apuesta que pareciera consolidar y validar la vigencia del fanatismo por el estilo, dando luces incluso de una nueva edición de la cita de metal progresivo. Así como la renovación y aire fresco que significa tener en escena a nombres que son más que una apuesta, sin riesgos ni resistencia, es también la fe en potenciar y promover escenas que pueden complementarse y coexistir en un ambiente de primer nivel. CL Prog pareciera llegar para quedarse y ser una oportunidad para completar el vacío que aún existe en propuestas del estilo que aún no pisan tierras nacionales. Pablo Cerda y Matías Muñoz Fotos: Alejandro Parra Tags #CL Prog # Soen # Alcest # Tesseract Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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