Stone Temple Pilots: déjate llevar Un regreso a casa llena Miércoles, 26 de Abril de 2023 Martes 25 de abril, 2023 Teatro Caupolicán Revisa la galería de imágenes AQUÍ. Sin un disco nuevo bajo el brazo, pero con el andamiaje necesario para un concierto redondo, Stone Temple Pilots volvía por cuarta vez a Chile, la segunda sin el mítico Scott Weiland entre sus filas. ¿Qué nos podía ofrecer en esta oportunidad el cuarteto? Pues bien, el Caupolicán se vendió completo para la cita, lo que ya hacía presagiar un encuentro intenso, además esta vez no compartían la cabeza de la tabla como pasó en 2019 con Bush, por lo que era de esperarse un aumento en el número de canciones. A estos dos factores sumemosle a un Jeff Gutt consolidado ya como voz de los STP, con un recorrido amplio en los escenarios de todo el mundo y una montaña de dudas que escaló a puro corazón, profesionalismo y el resguardo de los DeLeo, los verdaderos jefes. Al menos esa era la expectativa inicial en nuestra mente, veamos si se cumplió. En la apertura estuvo La Mala Senda, agrupación nacional que ya ha compartido tarima con Candlebox y The Smashing Pumpkins, así que saben de acompañar a los grandes del rock noventero. Tiene una actitud magnética, varias veces Cristóbal Álvarez jugaba con la guitarra a la manera de Kurt Cobain en las partes más exaltadas de su setlist. El bajista Leonardo Farden y el baterista Jonathan Senesi tampoco se quedan atrás cuando se trata de potencia, la ejecución de ambos es cohesionada en ‘Arcano’ y ‘Furia’. Por su parte, Matías Fiebig maneja al dedillo ese cruce entre sensibilidad pop que se huele en ‘Máscara’ o ‘En la ciudad’ y la pesadez de solos más desordenados de ‘Vívelo’ desde la guitarra solista, una buena combinación que heredaron directamente del rock noventero y que se ve respaldada con la incorporación de teclas provenientes de un músico invitado. De hecho, esto se nota mucho en ‘Alguien contra ti’, que abofetea con un riff mayúsculo y, luego, baja en los versos para reptar sigilosamente hasta dispararse en el coro, lo que prueba que pueden alcanzar cotas de alta estridencia, especialmente en ‘Despiértame’ con un Senesi en llamas aporreando sus baquetas. Con una prendida 'Desaparecer', la Mala Senda cierra un show en el que lo dieron todo sobre el escenario, se notaban felices de compartir cartel con una banda de la que se reconocen fanáticos. Su setlist terminó con todo el desparpajo de los instrumentos de cuerda perpetuando la distorsión, una buena dosis de actitud rockera y sentido melódico. La espera entre una banda y otra se hizo corta con la maravillosa selección de música de fondo. Puras joyas de catálogo clásico como ‘Search and Destroy’ de The Stooges, ‘I Know What I Like’ de los Genesis de Peter Gabriel, ‘Sway’ de The Rolling Stones, ‘Celebration Day’ de Led Zeppelin, hasta ‘Goldfinger’ de Ash. No podía ser de otra forma considerando la avalancha de energía que se venía encima. Stone Temple Pilots salió a matar, dispararon directamente al corazón de los fanáticos que se lanzaron a cantar con todo. ¿El setlist? Una delicia. ‘Wicked Garden’ ‘Vasoline’, ‘Big Bang Baby’ y ‘Down’ en una seguidilla aniquiladora, y esto solo era el comienzo. No dejaron títere con cabeza, cada una más vigorosa que la anterior y ambientadas con un karaoke irresistible de todo el Caupolicán. Eric Kretz absoluto dueño de los ritmos, no falla un solo golpe, al contrario, se preocupa de cada detalle sin dejar nada al azar y ampliando las canciones hacia un nuevo nivel de poder. A la tracalada de hits se sumaron joyas que vimos la vez pasada como ‘Silvergun Superman’, que volvió a sonar espectacular con un Robert DeLeo soberbio en las cuatro cuerdas, su bajo sonaba comprimido y siempre presente, enaltecido además con un coro gigante que siempre viene bien cantar en vivo. El magnífico “Purple” (1994) sacó a relucir otra de sus perlas preciosas en ‘Still Remains’, uno de esos cortes que no aparece a menudo y que se agradecen con la vida porque su aura emotiva despierta uno y mil recuerdos que pasan frente a los ojos como una película. Robert presenta a su hermano Dean DeLeo y el slide anuncia una sola cosa: ‘Big Empty’. Precedida de una introducción bastante blusera, la canción empieza con los hermanos al centro del escenario y, luego, estos se disipan para tomar sus puestos y lanzarse de lleno a esa balada sentida y dolorosa. Dean maneja la Gibson Les Paul a su favor, con esos acordes mágicos e intrincados que nos transportan directo a los 90. Pero cuando se trata de nostalgia, la campeona es ‘Plush’. No importa si a estas alturas te la saltas en el disco, la playlist o la radio, acá en el en vivo no valen las trilladas, todo es cancha para entregarse con pasión a esta catedral rockera que en esta pasada se escuchó con todo el peso correspondiente y se diferenció de la versión más tenue del 2019. De hecho, hasta los armónicos del rasgueo de Dean se escucharon crujientes, mientras Robert comandaba todos desde una línea de bajo impredecible. Los que tenían dudas con Jeff Gutt se rindieron precisamente en el momento a capela que tuvo en la mencionada ‘Plush’, acompañada por las voces de un Caupolicán en el bolsillo. “Son un público maravilloso, ¡me dieron escalofríos!”, expresó emocionado. ‘Interstate Love Song’ cerró este tramo singlero con mucho estilo, un gancho insuperable que Gutt dominó con gracia, da gusto ver que se ha convertido en un frontman espectacular, llevando siempre a la memoria a un Weiland omnipresente. La impronta, la pose, los movimientos y la caracterización son impresionantes, es cosa de cerrar los ojos y dejarse llevar por la sensación. Eso sí, gana aún más argumentos cuando se despachan el material de su etapa en la banda como ‘Medow’ y ‘Roll Me Under’, lo que prueba que puede abultar el catálogo de STP sin problemas. Pero es en canciones como ‘Trippin’ on a Hole in a Paper Heart’ cuando los cuatro logran su clímax de afinidad porque ahí está todo: la batería dinámica de Eric Kretz, el bajo escurridizo de Robert DeLeo, los acordes gigantes de Dean DeLeo y el desplante de Jeff Gutt en una panorámica admirable. A temazos como ‘Dead & Bloated’ y ‘Crackerman’, con stage diving de Gutt incluido, se sumaron ‘Sin’ y ‘Piece of Pie’, o sea, estamos hablando de 7 de las 12 canciones que componen el “Core” (1992), imbatible para los defensores de ese primer momento de STP que tantas críticas recibió en la época, pero que ha envejecido de manera maravillosa. Incluso se dieron el lujo de dejar fuera un hit como ‘Creep’, la cual ni siquiera se extrañó considerando el ritmo del concierto. Esta supremacía del “Core” (1992) en el setlist tuvo su punto máximo en el final con ‘Sex Type Thing’, precedida por una intro jazzera que recuerda mucho a ese arreglo que hicieron para el Unplugged, pero que se desmadra cuando aterriza la versión original. La cancha se convirtió en un mar de gente, un oleaje humano indomable en el que los cuerpos chocan y las cabezas parecieran desarmarse. Este humilde servidor fue parte de eso. La experiencia tiene que ser completa, ¿no? Un final apoteósico para un encuentro memorable. Definitivamente, al cuarteto le vino de perillas ser los absolutos protagonistas. La expectativa fue superada y con creces. Los que vinieron para la cita con Bush en 2019 pudieron confirmar las bondades del presente de la banda, con altas cuotas de nostalgia y las necesarias de actualidad a fin de lograr un espectáculo altamente válido, disfrutable y emocionante. Incluso si quieres verlo como un homenaje, es un show completo porque toca todos los puntos correctos y logra transportarte sin mucho esfuerzo. Los que venían por primera vez pudieron llevarse una linda sorpresa, asistieron a un concierto sin baches, impecable desde lo técnico y desde lo sensitivo con un repertorio a prueba de balas e incluso con inclusiones exquisitas que ponían los pelos de punta. Sí, el recuerdo de Scott Weiland aún permanece vivo como una huella imborrable en la historia de la banda, ¿pero qué mejor manera de elevar su mitología que rindiendo una pleitesía sónica de proporciones bíblicas como esta? Permanecen también las canciones, los momentos vividos junto a ellas y la pasión de fanáticos que las tienen grabadas a fuego. Permítame una nota personal, lector o lectora. Mientras la calle San Diego se abre hacia la Alameda y la gente va caminando en grupos o en soledad, es imposible escuchar ‘Still Remains’ sin emocionarse. La noche, la vibra y la sensación de un corazón hinchado de alegría y devoción musical es sublime. La frase “Pick a flower, hold your breath, and drift away” (Recoge una flor, aguanta la respiración y déjate llevar) llega al alma. Sí, a veces solo hay que dejarse llevar y noches como las que nos regaló Stone Temple Pilots lo logran. Pablo Cerda Fotos: Sebastián Manson Tags #Stone Temple Pilots #STP #La Mala Senda Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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