black midi: catarsis y euforia

Martes 5 de diciembre, 2023
Blondie

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Dos horas de pura intensidad musical, con una audiencia totalmente enardecida, fue lo que se pudo vivir ayer en el debut de la celebrada banda británica black midi en Chile. Con Geordie Greep y Cameron Picton en voz y guitarra, Morgan Simpson en batería y el músico de gira Seth Evans en bajo, la agrupación hizo un recorrido lleno de furia y frenesí sonoro por sus tres discos –“Schlagenheim”, “Cavalcade” y “Hellfire”–, además de interpretar fragmentos de varios covers, en lo que fue una fehaciente exhibición del free-rock de espíritu primigenio que propone la banda.

 

La jornada comenzó a las 20 horas con el acto de apertura que estuvo a cargo del trío nacional Sistemas Inestables, quienes, con su invitación instrumental de alto alcance, demostraron porqué son considerados uno de los más originales del rock instrumental de nuestro país. El conjunto de José Tomás Molina en teclados, guitarra y efectos, Javier Hechenleitner en batería y experimentaciones sonoras y Santiago Corvalán en bajo, interpretó los temas de “O” (2018) ‘Retorno de Saturno’ y ‘DDVYPDV’ y de “Oppidum” (2021) ‘Praedatum’, en una propuesta que pasa por tormentas de ruido y minimalismo trance, yendo de la elegancia sonora al rock más crudo, sin contradicciones.    

 

A las 21 horas, el aria de Giacomo Puccini ‘Nessun Dorma’, popularizada para las audiencias contemporáneas por Luciano Pavarotti, fue un impactante contraste para lo que significó la visceral apertura de black midi con ‘953’. El público saltaba exaltado mientras la imparable pieza iba avanzando con premura, en un concierto que desde el principio fue pura actitud, rebeldía y éxtasis. Math rock, art punk, pop estrambótico y, en general, una energía desbordante que se pudo apreciar con vértigo en temas que se iban sucediendo uno tras otro: el más reposado ‘Speedway’, el matemático y detallista ‘Talking Heads’, para luego volver al arrebato con toda la hiperactividad y el detallismo instrumental de ‘Sugar/Tzu’.

 

 

A estas alturas, el recinto era un verdadero hervidero, con un concierto que también tuvo varios momentos para lecturas propias de clásicos del rock para temas de Black Sabbath, Led Zeppelin, Pink Floyd y Red Hot Chili Peppers, entre otros, demostrando cómo la banda se inserta con profundidad en la tradición musical anglo. Sin ir más lejos, en su EP “Cavalcovers” se pueden escuchar versiones de Captain Beefheart, Taylor Swift y King Crimson. Aunque las desfachatadas interpretaciones eran recibidas con alegría por los asistentes, ¿eran necesarias, teniendo en cuenta el amplio arsenal de canciones que el fiel público esperaba con ansias? 

 

La imparable montaña rusa de sensaciones, siguió su curso con ‘Dangerous Liaisons’ -con Greep tomando el rol de crooner barítono, en una especie de Scott Walker del siglo XXI-, ‘Crow’s Perch’, la energía pujante de ‘Near DT, MI’ con Picton desgarrando su garganta y la impredecible y cambiante ‘Still’. Simpson es un baterista extraordinario y sabe mezclar su depurada técnica con una potencia que deslumbra, mientras que tanto Greep como Picton, son verdaderos expertos en las seis cuerdas, con una versatilidad que va desde riffs a punteos, pasando por constructos melódicos matemáticos de gran complejidad, hasta llegar a arranques ruidísticos apocalípticos. 

 

La virulencia del show no cedió y la arremetida sonora continuó con ‘Lumps’, ‘Welcome to Hell’, una de las más esperadas ‘Chondromalacia Patella’, ‘Slow’, ‘Diamond Stuff’, ‘Eat Men Eat’, ‘Magician’ y el apoteósico final con dos de las piezas claves del catálogo de black midi: la hiperkinética ‘John L’, que fue recibida con algarabía y la demencial y exploratoria ‘bmbmbm’. Fueron dos horas de corrido de puro ímpetu y vehemencia musical que no dio concesiones para los asistentes. El rock del futuro es presente, está aquí y ahora, es punk, es experimentalismo, es puro desparpajo, potencia y ruidismo. Es black midi.

 

Héctor Aravena A.

Fotos: Aarón Castro.

 

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