Pedro Aznar: 50 años de virtuosismo y emoción Caupolicanazo irrepetible para su vasta trayectoria Sábado, 30 de Noviembre de 2024 29 de noviembre, 2024 Teatro Caupolicán, Santiago Galería de imágenes AQUÍ Con deferencia, Pedro Aznar ofreció un concierto memorable en el que, a pesar de la multitud que llenó el imponente coliseo de San Diego, logró crear una atmósfera íntima, genuina y cercana. Asistir a sus conciertos es, sin duda, una experiencia única, cargada de emociones intensas y por supuesto, una impecable ejecución musical. No olvidemos que su estilo ha logrado conectar con audiencias masivas, algo poco común en músicos que, como él, exploran territorios musicales más complejos, cercanos a la academia y la vanguardia. El profundo vínculo de Aznar con el público chileno, acentuado en los últimos 25 años, quedó nuevamente demostrado en este regreso a la capital, donde dejó claro que, al igual que otros grandes de la música latinoamericana, "juega de local". Este aspecto seguramente se repetirá en las próximas paradas del tour "5.0 (50 Años de música)". Pedro ha explicado que esta gira no es tanto un "balance" de su carrera, sino una "revisita exhaustiva" a su discografía. Este recorrido cronológico le permite conectar con su pasado, reviviendo la emoción de componer y tocar aquellas piezas hechas en días juveniles con la fuerza que le otorga la madurez. Por supuesto, no quedaron fuera las canciones de sus proyectos y bandas. La noche comenzó a las 20:30 horas con 'El grito de dolor de la muerte es el silencio', una pieza instrumental para guitarra acústica que compuso a los 15 años para su primera banda, Madre Atómica. La pieza, sellada con aplausos ensordecedores, fue una muestra de la emoción cruda y auténtica de sus primeros pasos musicales. A continuación, con un sencillo "buenas noches, Santiago", Aznar subió al escenario acompañado de su banda, quienes comenzaron tímidamente con 'Paranoia y soledad', el primer tema que compuso para Serú Girán, y 'Septiembre', un cover de Ivan Lins incluido en su álbum debut. Con su voz aflautada y sus juegos de bajo marcando el ritmo, la atmósfera se cargó de nostalgia e intimidad. A pesar del paso del tiempo, se notó de inmediato que Pedro se muestra respetuoso de su yo más joven y de la evolución de su música. Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó con la interpretación de 'Los dinosaurios', de Charly García. Aznar, con su característico respeto por los grandes de la música latinoamericana, ofreció una relectura de esta canción con arreglos en la percusión que añadieron un dramatismo especial, emocionando incluso a su propio autor. La energía del concierto comenzó a subir con temas como 'Hablando a tu corazón', 'Fotos de Tokio' (con un espectacular solo de fretless) y 'Sueño del retorno', un tema clásico de su etapa con Pat Metheny y que es especialmente apreciado en nuestro país. La banda, formada por Alejandro Oliva (percusión), Julián Semprini (batería), Matías Martino (teclados) y Sebastián Henríquez (guitarras), sonaba a todo volumen, mientras Pedro, cómodo en su rol de frontman, mantenía una interacción constante con los asistentes. Ellos no solo corearon sus canciones, sino que también pidieron temas y respondieron a sus mensajes, creando una atmósfera de complicidad. Es curioso notar que Aznar, uno de los músicos argentinos más refinados en la ejecución del bajo, lo usó con menor frecuencia a lo largo del concierto, alternando entre varios instrumentos, como la guitarra eléctrica, la acústica, el chapman stick y los teclados. Estos últimos adquirieron gran protagonismo en la hermosa balada 'A cada hombre, a cada mujer', que compuso para el efímero regreso de Serú en 1992, y en su emotiva versión de 'Sorry Seems to Be the Hardest Word' de Elton John ('Ya no hay forma de pedir perdón'), que fue coreada con fuerza por el público. Aprovechando el fervor del público, Pedro inició un karaoke colectivo con ‘La cigarra’ y, antes de aumentar el ritmo con 'A primera vista', pidió que el Caupolicán "se convirtiera en un cielo de lucecitas", haciendo referencia a las linternas de los celulares, creando una postal luminosa que emocionó a todos. Uno de los momentos más conmovedores de la noche fue el homenaje a Víctor Jara y Violeta Parra, con 'Deja la vida volar' y 'Que he sacado con quererte', canciones que interpretó con gran respeto y el apoyo de un centenar de gargantas agradecidas. La banda regresó al escenario y Aznar derrochó más dosis de rock, comenzando con una emotiva interpretación de 'Faro de los ahogados' de los Paralamas. Luego, entrando ya en su última década de trabajo, presentó 'Rencor', la experimental 'Última pieza' (donde fusionó tango, bolero y EBM de manera única) y otro cover infaltable, 'Seguir viviendo sin tu amor', de Luis Alberto Spinetta, cuyo nombre provocó una ovación inmediata. Como era de esperar, el set culminó con dos temas de su último álbum, "El mundo no se hizo en dos días". 'Corpoland', con sus intrincados juegos en el bajo, y la luminosa 'Diamante', cerraron la presentación con una fuerza única. El bis comenzó con 'No es por ahí', una canción inédita que Aznar presentó con gran aplomo. Este tema, que aborda una crítica social potente, dejó claro que el espectáculo no solo fue un viaje musical, sino también una declaración conceptual sobre el trabajo incesante de componer. El broche final fue con una interpretación a capella de 'Quebrado', cerrando la noche con una carga emocional importante y un público que, aunque quedó satisfecho, no hubiese tenido problemas en seguir escuchando al músico, pues ciertamente quedaron varias joyas afuera, como 'Seminare' o 'Perro andaluz'. Aun así, el set fue redondo y cumplió con lo prometido. El concierto mostró a un Pedro Aznar reflexivo, que no solo revisita su pasado, sino que también conecta su evolución musical con las transformaciones de la música en general. A lo largo de su carrera, ha sido un eterno aprendiz, absorbiendo influencias y adaptándose a nuevas formas de expresión, pero siempre fiel a su identidad como compositor y creador de canciones con un mensaje profundo. Aznar sigue consolidando así un legado incomparable que, más allá de géneros, conecta profundamente con su audiencia. Esta presentación, como todas las anteriores, será difícil de olvidar, y su influencia, más viva que nunca, promete seguir trascendiendo generaciones. Giordano Antonelli Villavicencio Fotos: Thomas Moraga Tags #Pedro Aznar Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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