Lou Reed: el lado salvaje de las cosas Lunes, 02 de Marzo de 2020 Encontró la paz eterna con un velado tributo a la misma canción de The Velvet Underground que hablaba de plácidos domingos por la mañana. Quizá aquellos domingos no suponían ser tan placenteros, tal vez como es usual en el mundo de Lou, resultaban algo contradictorios, pero bellos de todas formas, como suenan los acordes y melodía de la canción. En sus propias palabras: “sabía que no escribía para la mayoría. Escribía sobre el dolor y las cosas que herían”. Lou Reed murió un domingo, si fue por la mañana lo mismo da, y el dato duro indica que a sus 71 años en vida ya era considerado como una estatua de granito, el padre del avant-garde en el rock pop alternativo, una especie de hombre renacentista del rock, pues cantaba y componía con aires de poeta, más los agregados de actor, guionista, productor, DJ y pintor. Muchas de las facetas que desarrolló el músico neoyorquino a lo largo de toda su vida, dedicada a las artes y a la música desde 1964. En una entrevista a Woody Allen, el excéntrico director decía que para él la felicidad se resumiría, a fin de cuentas, en la posibilidad de disfrutar de un café recién hecho en una mañana cualquiera, ni siquiera de domingo. Allen es uno de esos íconos neoyorquinos por excelencia, famoso por sus dudas existenciales, pero también por poseer la fórmula de sacar arte de lo meramente cotidiano, como lo hicieran antes John Lennon, Andy Warhol y... Lou Reed. En Nueva York se encuentra el Village Voice, un gran periódico con más de medio siglo de historia. Una publicación que ha sido testigo directo y ha dado a conocer las escenas musicales de la ciudad como el folk de los primeros sesenta, el rock de años después o el punk de los setenta. Así como la Estatua de la Libertad, la Velvet Underground es un imprescindible de Nueva York al facturar una obra monumental y arriesgada en una época a medio camino entre los beats y los hippies. Pero entonces -como sólo supe por la lectura del Village Voice- Nueva York era otra cosa y la Velvet Underground la supo plasmar con un vértigo y derroche todavía al alcance de muy pocos. Aunque no lo puedan creer, la Velvet Underground y la resonancia gigante de Lou Reed me hizo sentir feliz en mis estadías en New York como sólo se sentiría un extranjero en la ciudad. Una ciudad de más sombras que luces. Tal como sucede al sentir cuán afortunado eres de estar pisando lugares históricos, yo soy de los que se ponía contento al entrar en cualquier acceso del subway o downtown train, o del Central Park o arribar a lo que fuera el CBGB en el 315 de Bowery. Y especialmente ingresar a ese mundo paralelo de una disquería independiente, como las hay tantas en Manhattan, y escuchar ahí a la Velvet Underground llegó a ser una experiencia religiosa. Fast Forward- 27/10/13 No era la primera vez que un rumor se adelantaba al anuncio oficial, ni la primera vez que mataban a Reed antes de su autopsia. En 2001 afirmaron que había muerto de sobredosis de heroína. Hace un poco más de medio año se había acercado a la muerte un tanto más cuando tuvo que someterse a un trasplante de hígado, ante la gravedad de su enfermedad. Pasados unos días, en mayo recién pasado, su esposa, Laurie Anderson, reveló que la operación había sido cuestión de vida o muerte. Después de asegurar de que “se estaba muriendo”, le puso paños fríos a todo el asunto agregando que aunque no volvería a ser el mismo, pronto volvería a trabajar. Después, el propio Lou Reed publicó en su página web que había burlado de nuevo a la muerte: “Soy un triunfo de la medicina, la física y la química modernas. Estoy más fuerte que nunca”, y aseguraba, como hiciera su mujer, que estaba “deseando volver al escenario a tocar y escribir más canciones”. Pero no pudo volver a actuar. Su último show fue el de abril en el festival Coachella porque canceló el resto de sus citas previstas por problemas de salud. No volvió a tocar. ¿Un triunfo de la medicina? Lo que pocos saben es que, siendo niño, sus padres lo sometieron a tratamientos para atajar su inadaptación a las normas y su inconformismo con el orden establecido. Él mismo avaló los hechos después: “No me gustaba el colegio, no me gustaban los grupos de gente, no me gustaba la autoridad. Estaba hecho para el rock and roll”. Lou encontró una vía de escape con la Velvet Underground. Si se ayudaba de la "química moderna" también, eso era otro asunto. El hecho es que Lou trataba de escapar. Para 1967, con 'Heroin' nos lleva a preguntarnos: ¿escapar de qué o para qué? La música, como un arte más, puede tener dos objetivos, huir de la realidad o luchar contra ella. En la década de los sesenta, Lou Reed huía, acompañado por todos esos rockeros, hippies y provocadores de la contracultura. Eran los tiempos en los que el LSD conducía a John Lennon, Jim Morrison y reverberaba en los gritos últimos de Jack Kerouac, el poeta cabecilla de la llamada generación beat. La lejana guerra de Vietnam soplaba con regueros inagotables de sangre, y las drogas se constituyeron como vía para escapar de esa brutal realidad. Huir también era un modo de luchar. Lou Reed, al igual que sus otros contemporáneos, apostaba por el rock psicodélico y militaba junto a John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker en la banda The Velvet Underground, con los que armado de melodías distorsionadas, dulces, pálidas, abordaban temas sórdidos como la droga o el sadomasoquismo. Fue aquella etapa del tardío 1966 en que el artista pop Andy Warhol los fichaba para su Factory, convirtiéndose en su productor al añadir al grupo un nuevo miembro, uno de su "factoría": la cantante y modelo alemana apodada Nico, que le daría una nota de glamour a la banda con su voz oscura y humeante. Y aunque a Lou Reed no le hizo ninguna gracia la nueva incorporación, junto a ella pudieron grabar el álbum más célebre de la banda: “The Velvet Underground & Nico”, que incluiría temas tan celebrados por la crítica y la audiencia como… ‘Sunday Morning’ o ‘I'm Waiting for The Man’… o ‘Run Run Run’ o ‘All Tomorrow's Partie’s… o ‘Heroin’, ‘Femme Fatale’ o ‘I'll Be Your Mirror’. Transformers The Velvet Underground no duraría muchos años más, nunca fue un grupo comercial, tenía un público muy concreto, fue casi una experiencia de un culto alucinógeno, musicalmente hablando. Y pese a vender muy poco, su influencia como generador de inspiración para nuevos músicos es inconmensurable. Como el punk antes del punk, esta música que fueron capaces de producir en el transcurso de un par de discos motivó la formación de decenas de bandas y solistas importantes. Tanto como David Bowie e Iggy Pop fueron sus lógicos complementarios. En medio de la edición de lo que se conocería como el disco “Loaded”, Lou Reed abandonó la Velvet para grabar su primer disco en solitario dos años después, llamado simplemente “Lou Reed”, que sería una declaración de principios, aunque apenas un antecedente para lo de verdad memorable que serían discos como el taquillero “Transformer” y el malentendido “Berlin”. En solitario, Lou Reed continuó caminando por el lado salvaje de las cosas abordando la violencia, la prostitución, las drogas y el suicidio como tema recurrente. Sin embargo, en el marco de esa sordidez, no podía dejar de descolgarse con temas preciosos, tales como ‘Perfect Day’, concebido como una elegía a la heroína, a la que Reed supuestamente era adicto. Si es tan verdad, al final es un detalle, era un día perfecto en el recuento como lo ambiguo de un domingo por la mañana. La década de los ochenta supuso un renacimiento para él. Después de abandonar las drogas, empezó a componer letras con las que ya no apuntaba al escapismo fácil de la realidad oscura, sino que se convirtió en aquel sujeto valiente que la encaró, criticó y denunció. Como muestra el botón del álbum “New York”, uno de sus más exitosos, en los que arremetía directamente contra personajes de la sociedad como Jesse Jackson, el Papa Juan Pablo II o Kurt Waldheim. Lou Reed le daba voz a los más desfavorecidos de la sociedad americana y clamó por justicia. Y pareció perfectamente natural que lo hiciese. Los noventa lo vieron reformar aquella catedral institucional del estilo -proto punk ensayaron algunos- llamada Velvet Underground y recibir todo tipo de reconocimientos por la labor que desarrollara ahí. De que Lou Reed fue ampliamente reconocido en vida no hay duda y nos alegramos que haya sido así. La mañana del domingo 27 de octubre de 2013 será recordada como la mañana en que perdimos una parte de la historia del rock. Se apagó pacíficamente -se habla de Lou rodeado de quienes le eran más cercanos-, se fundió en una melodía confusa, distorsionada y ambigua como lo eran las canciones de la Velvet Underground. Alfredo Lewin Tags #Lou Reed # LouReed # The Velvet Underground Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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