Las 3 Marías: "Como si fuéramos músicos de verdad" Jueves, 11 de Febrero de 2021 La música de Las 3 Marías a ratos se siente como una seguidilla de fotografías acústicas obtenidas de un paisaje lúgubre y recóndito, atractivo e incómodo a la vez, pero ubicado en ningún otro lugar que no sea Chile. A la manera de los maestros del post rock, los hermanos Diego y Esteban Cabezas demuestran una habilidad innata para jugar con el timbre y las texturas, sin requerir de mucho más que una guitarra acústica, un bombo, algunos samples y una expresiva voz. Lo de innato no es gratuito: provenientes del mundo audiovisual, no se sienten del todo músicos y, sin embargo, la destreza para ofrecer una marca registrada se observa desde su EP homónimo de 2016. Para ahorrarnos cualquier interpretación errónea de su nuevo álbum “Viento bajo” (Sultan Discos), ellos mismos lo explican en sus redes sociales: “El sonido lento de una ventolera sosegada y lúgubre que te arrastra hasta lo hondo”. Ya te vas Entre el excelente “Deja de matar tu karma” (2017, Independiente) y “Viento bajo” ocurrieron varias cosas, tanto en la interna de Las 3 Marías como en el plano contextual. Por un lado, la salida del guitarrista eléctrico Raúl Guzmán obligó a la banda a bajar revoluciones, marcándose un claro contraste entre el nuevo álbum y su crudo antecesor, aunque sin impactar un ápice en el genotipo de una banda cuya mayor fortaleza es su autenticidad. Por otro, la revuelta social y la pandemia obligaron a suspender algunos planes -como el lanzamiento de la edición en casete de “Deja de matar tu karma”- pero, al mismo tiempo, permitieron que “Viento bajo” adquiriera forma rápidamente. <<Nos creemos más músicos que nunca en este momento>>, dicen más de una vez a lo largo de la entrevista. - Esteban: Estamos muy contentos con el disco. Alguna vez el Diego dijo que el “Deja de matar tu karma”, que es un disco que me fascina, igual como que te seca, es como un golpe, así como “qué onda estos hueones”. Éste, yo siento que sin dejar de ser denso, igual es más digerible. - Diego: en el “Deja de matar tu karma” pasaba eso, claro, este puede sonar en un almuerzo. - Esteban: Y, aun así, en la noche te ponis los audífonos, y te querís matar. Y eso está perfecto. Los primeros bocetos de “Viento bajo” fueron dibujados por Diego para musicalizar la película “La taza rota” de Esteban. Sin embargo, esta idea fue desechada ante el ofrecimiento de algunas guitarras por parte de Joseph Andreoli, el guitarrista de la banda de math rock Giraffes? Giraffes! Así fue como las seminales ideas de Diego se convertirían en la base del nuevo disco: <<La cosa es que el Diego hizo algunos temas para mi película, nos juntamos, y yo empecé ‘hueón, hagamos un disco, chao con el Raúl, démosle los dos’, agarramos esas guitarras que estaban medias perdidas de los bocetos que habíamos hecho para la película, le pusimos letras y empezamos a armar la cosa “clac, clac, clac”, bien perdidos, sin entender nada>>. Pese a que estas ideas ya estaban rondando, fue la pandemia la que catalizó todo el proceso y permitió que estos bocetos de guitarra rápidamente fueran cristalizando en un disco con un concepto claro: <<Nos quedamos todos botados sin pega -cuenta Esteban-, la pandemia nos pegó super fuerte a mí y al Diego porque somos freelance. Así que dijimos: ‘hueón, tenemos que aprovechar este tiempo para sacar un disco’. Nos recluimos en Putaendo, en la casa de mis viejos, y empezamos a sacar los temas. Llamamos al Miopec, al Marcelo Peña (de Tobías Alcayota). Le dijimos lo que teníamos y nos dijo: ‘vénganse pa’ acá, lo grabamos al tiro’. Nos fuimos y lo masticamos en el campo, por eso la primera canción se llama ‘Campo’. Miopec estaba en Ovalle, así que nos fuimos pa’ allá en plena pandemia, serpenteando las fronteras. Nos quedamos en su casa en cuarentena, dos semanas, y ahí terminamos casi todo el disco, los últimos detalles los terminó Peña allá solito>>. - En estas nuevas atmósferas que aparecen en “Viento bajo”, ¿fue factor el contexto pandémico? - Diego: Yo creo que más o menos porque, igual, en el campo no hay tanto encierro (…) Lo que más influyó en la música fue la salida de Raúl, y el enfrentar la música yo solo, porque la dinámica que tenemos con el Esteban es que yo hago las guitarras y se las muestro a él, y Esteban es como el primer espectador, y el director también, como que las agarra, las escucha y ahí entre los dos vamos metiéndole. - Esteban: Yo creo que el encierro nos hizo sentir como si fuéramos músicos de verdad, como en los documentales de Metallica, donde los hueones se encierran en una isla a componer un disco por tres semanas. Nosotros estábamos en Putaendo, no podíamos ir a Santiago porque estábamos sin pega viviendo de los ahorros, entonces fue como ‘dediquémonos 100% a la música durante estos dos meses que no tenemos trabajo’. Siento que la pandemia nos permitió vivir ese proceso. Porque si no, estai arriba de la pelota y uno como músico chileno está ahí como que tocai un ratito, que trabajai, que producís la tocata y al final estai en millones de cosas. Entonces se paró el mundo, nos quedamos mirando las caras, y fue como ‘hagamos como Metallica y encerrémonos a hacer un disco’. Hablar en serio, mentir de nuevo - Hablemos del proceso de composición del disco. Cuáles son sus fijaciones cuando arman canciones, llévenme un poco a ese proceso. ¿Cómo las hacen? - Diego: Bueno, de quinientas ideas de guitarra que pruebo, encuentro alguna que me gusta y me atrevo a mostrársela al Esteban. Y a veces ni siquiera se las muestro, me acerco a él y empiezo a tocar, hasta que me dice ‘¿A ver eso? Ah, está bueno’. - Esteban: Igual, el Diego pasó por un momento bien potente emocionalmente y varias guitarras salieron de ahí. Si bien está toda esa cosa media lúdica que estamos hablando ahora, todo tiene que ver con una potencia emocional, y con las ganas de hablar y de moverse, y por eso quizá nosotros nos vemos a nosotros mismos como menos músicos y más artistas. Hay un motor emocional. Y el Diego también sabe que coincidimos en ciertos puntos emocionales, que nos gusta lo oscuro, nos gusta esa cosa media densa. Entonces la guitarra empieza en esta forma, yo le echo el condimento, el Diego me entiende y la reconfigura. Y yo en cada viaje que hago tengo una bitácora, y traigo sonidos, o escuché algo por ahí, en un carrete, o en una capilla en Bolivia, en un funeral, escucho un sonido que grabo con el teléfono y se lo mando al Diego. ‘Margarita y Margarito’, la letra es de un flaco de México que se llama “La Serpiente” que me cantó esta canción, se la pedí para meterla en el disco, agarramos letras de ahí y las fuimos desarmando. - Diego: Sí, situaciones emocionalmente fuertes, uno va agarrando de lo que va sintiendo, y la guitarra es como el catalizador de esas cosas, que es como clásico decirlo en realidad, todos los artistas dicen eso, pero es verdad. - Esteban: Es verdad, o sea, el Diego toca así (se encoge y hace unas muecas), se le mueve la boca para todos lados, y es como ‘qué está haciendo con los dedos y la guitarra hueón’. - Diego: Si, pero también tiene que ver con encontrar un sonido con el que te sientas cómodo, escuchar algo que te guste. Uno escucha música dependiendo del estado de ánimo que tiene, y es rico escuchar música que uno hizo para esos estados de ánimo, es un poco como ir escribiendo una bitácora, como que te vas acordando de ciertas cosas, vas explorando emocionalidades. Es muy rico ir encontrando esos sonidos, se convierten en almohaditas o cojines donde uno puede echarse a descansar después. - Esteban: Claro, que se reduce a lo que podemos mostrar, que no nos dé vergüenza. De repente yo canto algo y miro al Diego y “uuuggh”. - ¿Tienen más o menos visualizado ese límite? Onda “esto me da vergüenza tocarlo, y esto no”. - Esteban: Por ejemplo, cantar muy afinado y muy largo, pa mí es como… y de repente me imagino y le digo al Diego ‘puta, aquí de repente podría cantar una cosa más larga y afinada’, y no puedo. Pero igual es muy idiota lo que estoy diciendo, a lo mejor en el siguiente disco sí lo vamos a hacer, y el criterio de vergüenza se mueve también. Igual “Viento bajo” es mucho más emo y más mamón [en comparación a “Deja de matar tu karma”]. Dama, yo soy quien habla. Entre los elementos más llamativos de “Viento bajo” están sus timbres y texturas, tan estimulantes como diversos, sin usar demasiados recursos. A medio camino entre el lúdico procesador de sonidos mundanos de Disco Inferno, la oscuridad militante de Swans y el folk autóctono y existencialista de Congregación, Las 3 Marías logran lo que pocos hoy en día: música reconocible y propia. Así, en su nuevo álbum, los hermanos Cabezas se las arreglan para meter <<hartos soniditos cochinos, hartos ruiditos que le dan esa cosa más atmosférica>>. Guitarras y percusiones de cruda belleza y samples que retrotraen a tenebrosos parajes del Chile profundo, comparten protagonismo con los juegos y cambios de voces de un Esteban Cabezas que, con recursos limitados, se las arregla para convertirse en uno de los vocalistas más expresivos que podamos escuchar actualmente en el medio nacional. - ¿Las voces agudas las hiciste tú también? - Esteban: Sí, pero todo es pasado por un Helicon, por una mesita, y viene un poco de Fever Ray, que a mí me encanta que cante así como muy grave y también de repente más suave, eso siempre me rayó y encontraba choro usarlo para darle dinamismo. Porque el Diego es tan talentoso, toca guitarra, un millón de cosas, y yo lo único que tengo es esta voz onda, cómo le saco el jugo a esto, necesitamos una voz más femenina, quizá, más aguda, es bueno eso (…) En lo personal, yo sé cantar mal. Más o menos, toco un par de instrumentos, un par de ruidos. Tengo una noción musical, escuché música de pendejo entonces me encanta la música, y creo en mi gusto también, me gustan estas cositas y soy capaz de transmitir lo que me pasa, ya sea con una voz o con un ruido, o con una imagen. - Diego: O conmigo. - Esteban: O a través del Diego, cachai. Con el Diego nos pasan cosas juntos, y el Diego hace la guitarra y es como ‘¡eso! ¡Cómo chucha está sonando una guitarra que me gusta tanto y que siento que es mía!’ Entonces tiene que ver con esa cosa performativa, medio artista que tenemos con Diego, que aplicamos en muchas cosas, y la música es otra forma de comunicar (…) Lo otro que fue anecdótico, es que mientras hacíamos las guitarras del disco y las voces, creo que no fue hasta que fuimos a grabar que el Diego bajó todas las guitarras una octava. - Diego: Claro, no, es que las afinaciones de la guitarra son, no sé si raras, no sé si existen, pero yo como jugando con la guitarra “dropeé” algunas cuerdas, las más graves, y toco con una guitarra de doce cuerdas. Entonces a mí siempre me ha gustado en términos sonoros, las guitarras que suenan con muchas, o sea, una sola nota pero muy grande, entonces por eso me compré una guitarra de doce cuerdas, porque quería que muchas cuerdas tocaran la misma nota. Y con la afinación que le puse, no me acuerdo bien, pero es como un Re, Do, Re, Do, son como puras notas, así, cuerdas iguales, y son dos, entonces son dos Re, dos Do, y así. Y, aparte, bajamos todas las guitarras un tono, como para llegar abajo, al tono grave que va la voz del Esteban. Entonces estaba como eso, que como ahora es solo una guitarra, antes eran doce cuerdas porque eran dos guitarras, ahora es solo una guitarra con doce cuerdas, con cuerdas afinadas en el mismo tono, entonces la idea era como llegar a esa misma oscuridad. - Esteban: Claro, entonces tres semanas antes de grabar yo estaba cantando todo un poco más arriba, como levantando la voz, entonces el Diego me dice, “a ver, espérate”. Y yo me relajé y fue como “¡ting!”. Entonces yo estoy cantando muy relajado, en ‘Poder’ yo estoy cantando muy relajado, y me sale esa voz que está perfecta porque no estoy preocupándome de la guitarra que no estoy llegando. Fue un ajuste final que fue increíble. El comienzo de lo nuestro - Teniendo en cuenta el background audiovisual que ustedes tienen, a mí este disco me produjo más imágenes, lo encontré más cinematográfico que el anterior. ¿Tienen pensado armar algo más audiovisual con “Viento bajo” en el futuro? - Diego: Como decía el Esteban, estas canciones salieron de lo que yo hice para su película. Entonces, surgieron de “yo viendo una imagen”, viendo una película con imágenes que igual me representan un poco en términos sentimentales. - Esteban: Yo siento que, si bien este disco es más cinematográfico, es menos narrativo que el anterior. Siento que el disco anterior cuenta una historia mucho más estructurada. Este disco lo siento mucho más sensorial, mucho más cinematográfico en términos de paisajes. De hecho, cuando le queríamos poner el nombre caminábamos con Diego por Ovalle, de noche, decíamos: “¿A qué huele el disco? ¿A qué sabe?” Nunca hablamos de “qué cuenta o qué está diciendo”. - Diego: Es una película de Terrence Malick más que una de David Fincher. - Ustedes suelen repetir de vez en cuando esa idea de que “no son músicos”, ahora dicen que se plantearon “hacer un disco como si fueran músicos de verdad”. - Diego: Yo sigo diciendo que no somos músicos. Es que es como…como que sale nomás, porque está la guitarra ahí. Igual, yo con el Esteban andamos en bicicleta juntos, trabajamos juntos, filmamos juntos, hacemos y disfrutamos muchas cosas juntos. Y yo creo que la música sale de eso, es una hueá muy entretenida. Yo siento que estar arriba del escenario es una experiencia súper adrenalínica. Como andar en bici, o en moto. Como que se siente una fiebre por dentro. Pero claro, va más allá de ser músico, yo creo que es como…disfrutar las cosas que uno hace. - Esteban: Además, para ser musico, el músico vive de la música. Nosotros no vivimos de la música. Si el día de mañana, y esto es algo que hemos conversado con el Diego, imagínate si el día de mañana le pegamos el palo al gato y dejamos de ser esta banda underground que le gusta a ocho hueones, y a la gente empieza a gustarle, puta, yo feliz sería músico…durante un rato. - Diego: Durante un rato, no pa’ siempre. Porque ahí dejaríamos de hacer las otras cosas que nos gusta también hacer pos hueón. - Esteban: Pero claro, no nos podemos parar y decir “no somos músicos”, pos hueón. Somos músicos, y quizá deberíamos empezar a decirlo. Por Felipe Godoy Ossa Tags #Las 3 Marías # Las 3 Marias Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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