Ignacio Juliá: "Sonic Youth fue más que una banda de rock, fue un colectivo artístico"

"Estragos de una juventud sónica" es uno de los primeros y mejores libros en castellano escrito sobre Sonic Youth. Su autor, el catalán Ignacio Juliá, se basa en su conocimiento enciclopédico que adquirido durante muchos años llenos de entrevistas con la banda, de la cual es amigo y cercano. Además, el libro incluye material gráfico que expone diferentes épocas de la banda.

Este es un texto que expone la historia de la banda, además de un relato paralelo de la cultura occidental del siglo pasado articulado alrededor de la rebelión adolescente y los conflictos sexuales, la celebridad, la moda, la política y la religión, entre otros.

Por primera vez el libro como su autor son editados y publicados por primera vez en Chile y Sudamérica a través de la editorial Santiago Ander. Se realizará el lanzamiento el jueves 11 de marzo a las 18 hrs. por Facebook Live de Santiago Ander. Estará presente desde España el autor Ignacio Julià, más el periodista y comunicador Francisco Reinoso (Sonar, Rockaxis, La Mala Religión). Esperamos sorpresas. El libro ya se encuentra en preventa con Santiago-Ander Editorial.

Para conocer acerca del libro conversamos con su autor.

- "Estragos de una juventud sónica" es una mezcla del papel de fan y periodista. ¿Pretendía reflejar ese 50% de cada una de estas facetas?
- No exactamente en esa proporción, por supuesto. La idea era que el autor estuviese presente en el relato, pues a mi modo de ver era la única forma de hacerlo creíble. También se daba una cierta necesidad memorialista, de contar lo vivido y sentido. Ya se habían publicado biografías en inglés, por lo que debía plantear la mía desde nuestro territorio geográfico y cultural, entrometiendo para darle veracidad. Esta perspectiva localista y personalista aleja el libro de la biografía al uso, y pone en perspectiva las voces de los protagonistas. La proximidad y la amistad no son en este caso un obstáculo, creo por el contrario que me ayudaron a no caer en la adulación gratuita y aplicar a fondo el sentido crítico.

- ¿Cómo surge la idea de investigar y escribir acerca de Sonic Youth?
- Les descubrí a mediados de los años ochenta, con el elepé "Evol", y me fascinaron. Yo era un estudioso de Velvet Underground que había vivido el punk-rock con veinte años, y naturalmente los sonidos tecno-pop de aquella época o el rock gótico no eran lo mío. Con Sonic Youth volví a sentir una conexión similar a la que había sentido con Velvet o Stooges, más tarde con Pistols y Ramones, Television y The Fall. Y, desde entonces, no ha parado de escucharlos y coleccionar todas sus grabaciones. Uno de los motivos principales de escribir Estragos de una juventud sónica fue una cierta responsabilidad al haber acumulado tanto material, tanta vivencia. Debía publicarlo para que pudiese leerlo el aficionado al rock de habla española. Ya no volveré a tener la oportunidad de escribir otra obra de estas características, porque no se puede repetir mi descubrimiento de una banda de mi edad y poder acompañarla durante un cuarto de siglo.

- ¿Cómo se fueron desarrollando las entrevistas, investigación y encuentros?
- Fui el primer periodista español en entrevistarlos, el verano de 1988 en Nueva York, semanas antes de que se publicase "Daydream Nation". Me dieron un casete que escuché al llegar al hotel, ¡'Teenage Riot' y el resto! Recuerdo aquella audición en un walkman como una de las experiencias más emocionantes en mis cuatro décadas de “rock critic”. Ya en 1992, pasé una semana entrevistandolos en Nueva York, mientras grababan "Dirty", para la biografía oral I Dreamed of Noise, que se publicó en inglés y tuvo distribución internacional. En los siguientes años fui charlando con ellos cuando salía un nuevo disco o cuando venían a Barcelona a actuar, algunas veces al Primavera Sound. Todo ese volumen de entrevistas nutre Estragos de una juventud sónica.

- ¿Recuerdas o destacas alguna anécdota junto a ellos?
- Hemos estado en contacto durante más de tres décadas; los cuatro componentes de Sonic Youth son ya de la familia. Así que anécdotas hay muchas, algunas aparecen en el libro. Quizás lo que convendría destacar es que Kim Gordon me parece el elemento más radical de Sonic Youth. Ella misma explica en Estragos de una juventud sónica que cree que toda mujer alberga a una anarquista, sencillamente por nacer fuera del orden dominante, que es todavía escandalosamente patriarcal. Además, era la menos “músico” en origen, la que por su vocación artística aportaba un mayor peso específico conceptual. Y su reformulación del feminismo original, una de las virtudes es que Sonic Youth no hubiese sido posible en un conjunto formado solo por hombres.

- Dentro de todos estos discos. ¿Cuál destacas más y por qué? ¿Alguno te marcó?
- Mi epifanía con “Daydream Nation”, sigue considerándose su obra magna. Pero todos sus discos, y los de ellos en solitario hasta el día de hoy, me interesan y apasionan. Estuve en los estudios Magic Shop de Nueva York mientras grababan "Dirty" con el productor Butch Vig, así que ese es otro álbum que trae muchos buenos recuerdos. Y vi en varias ocasiones la gira de "Washing Machine", en la parada de Lollapalooza en Nueva York y luego en Barcelona. Otra fuente de aventuras compartidas. Me gusta mucho su última época: "The Eternal", el final de la banda me parece una magnífica despedida.

- ¿Cuál es el legado que expresa Sonic Youth?
- Creo que el mayor legado de Sonic Youth, aparte de su obra musical y su influencia capital en el rock independiente desde los ochenta, está en su actitud misma, que fue exploratoria y nada autocomplaciente, abierta a todos los aspectos del crisol de estilos que es el rock, pero asimismo a la cultura contemporánea en general. Revisando cronológicamente su discografía se manifiesta ante el oyente una historia alternativa de las últimas cuatro décadas del mundo occidental y del modo en que los medios de comunicación, sus amos las grandes corporaciones y los siervos de estas que llaman políticos, moldean a su antojo a la sociedad. Sonic Youth fueron más que una banda de rock, un colectivo artístico, un proyecto experimental, un espejo ante el tiempo que les tocó vivir.

- Esta es la primera edición realizada en Chile. ¿Cuál es tu impresión y expectativa ante la edición y el lanzamiento?
- Durante muchos años traté de ver distribuido o publicado este y otros de mis libros en Sudamérica. Pero, pese a que me echaron una mano buenos amigos como Andrés Calamaro, no conseguí interesar a nadie, ni siquiera logré que algún periodista lo reseñe para favorecer la importación del mismo. Por todo ello, agradezco enormemente el interés de Santiago Ander Editorial. Espero que la publicación sea un éxito y podamos seguir trabajando juntos en el futuro.

- ¿Qué proyectos tienes?
- Seguir editando mensualmente Ruta 66, la revista que fundé con otros socios en 1985 y que sigue adelante en papel pese a la crisis de la prensa y la pandemia. Hay otras reediciones de alguno de mis libros en preparación y, cuando finalmente veamos la luz al final del túnel de esta crisis sanitaria y económica, quizás plantearé algún otro libro, musical o no. Aunque, como tarde mucho tiempo la vuelta a la normalidad, tal vez tendrán que ser unas memorias de jubilado. Lo digo con ironía, claro. Estoy como todo el mundo, atento a estos tiempos tan interesantes.

Fernanda Schell

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