Pancho Molina: perseguidor de ritmos

Con pretexto del Día del Jazz celebrado en Concepción, su reunión con Christián Gálvez en homenaje a Cristián Cuturrufo, la publicación en plataformas digitales del disco “Perseguidor” de Los Titulares, el estreno de un nuevo single y el aniversario del primer disco de Los Tres, conversamos con Pancho Molina de lo que más nos gusta: la música.  

 

En su libro “Historia del Jazz en Chile”, el musicólogo Álvaro Menanteau destaca la diversidad de la escena de músicos de jazz en la posdictadura. Se refiere a ellos –Christián Gálvez, Ángel Parra, Marcos Aldana, Antonio Restucci y un largo etcétera– como un grupo afianzado y consolidado, en permanente expansión y en búsqueda de identidad chilena (si es que eso es posible, se pregunta).

 

El baterista de la banda más importante del rock chileno de fin de siglo, cultivó un alter ego como comandante de Los Titulares, alejado de los gimnasios y estadios, haciendo temblar pequeños clubes bohemios en la era preinternet. Dos discos encarnan ese momento, “Los Titulares” (1998) y “Perseguidor” (2001), recientemente subido a las plataformas digitales, en una especie de celebración por sus 20 años.

 

-“Perseguidor” fue un disco muy bien criticado y que reunía a una suerte de elite del jazz de la época. ¿A qué crees que se debe?

-Creo que tiene que ver con un momento del año 2000. Veníamos con un movimiento de la escena del jazz en esa generación, que empezamos el año 92, con Cuturrufo, Galvez, Ángel Parra, Carlos Silva. En el 2000 ya estábamos maduros, habíamos tocado mucho, habíamos hecho el primer disco de Los Titulares, hicimos giras, entonces se dieron varias cosas. Es el fin de un proceso de 10 años de la escena de Santiago. “Perseguidor” fue uno de los últimos discos que tomó Sony Music y lo distribuyó por Chile, eso ayudó mucho a que se pasara la voz.

 

-Se notan súper inspirados en el disco.

-Lo estuve escuchando ayer y hay fuego ahí. Creo que Cuturrufo tiene uno de sus momentos más claros en cuanto a cómo tocar las melodías. Hay un tema que se llama ‘Pega Martín, Pega’, que empezamos a improvisar en el mismo estudio. Carlos Silva tiene unos solos increíbles que yo no me acordaba. Teníamos un fiato increíble en ese disco, un fiato vehemente. No sé cómo no nos cansamos de tocar así.

 

-Era una época en donde se comenzaba a impregnar cierto matiz de chilenidad al jazz. ¿Cómo se desarrolló ese proceso?

-Sí, guachaca total. Lo que pasa es que yo no sabía música. Carlos Silva era un músico de la Universidad de Chile y yo le cantaba melodías y él las escribía, entonces tiene esa simpleza bien rara, no sé, en melodías como ‘Cuático’, que se la canté a Carlos, que no es una composición así como Congreso, que son todos súper músicos. Cuando entré al mundo de los Parra, esa simpleza de que con tres acordes puedes sacar cualquier melodía, el foxtrot simple, todo eso fue mi escuela para preparar los dos primeros discos de Los Titulares. Cuturrufo también tenía una súper vocación por lo popular y, a excepción del Ángel, el resto no estábamos tan preparados como músicos.

 

-En la canción ‘Tomy!! (El Rey)’, hay un tributo súper claro a lo tropical y a la figura de Tommy Rey. ¿Cómo se produce esa relación?

-Una de las primeras veces que fui al Club de Jazz a ensayar con el grupo Nexus a finales de los ochenta, aparece Tommy Rey con Leo Soto, el percusionista, y claro, eran todos músicos conocidos ahí en el ambiente. Tommy Rey siempre fue ultra popular y yo nací viendo orquestas de baile en las fiestas. En mi vida siempre estuvo Tommy Rey y Congreso. Además, Carlos Silva tocaba el piano en cabarets, entonces salió sola la cumbia. El Cutu se montaba donde le dijeran.

 

-¿El nombre del disco está inspirado en el cuento de Julio Cortázar?

-Sí, claro. Tiene que ver con cómo se vive la vida desde la mirada de un músico. Un músico que improvisa, que enfrenta las dificultades emocionales, ese velo medio triste que tiene el músico de Cortázar en esa historia. La música, muchas veces te succiona gran parte de tu vida y pasa a ser lo más importante, entonces estás como viviendo en un compás bien solitario en relación a otras personas, porque la música te acompaña siempre. Esa novela tenía mucho de los músicos de jazz consumidos por la música y también en lo que yo y los músicos con los que tocaba estábamos viviendo. Es sobre cómo sortear los caminos de la vida desde la opción de hacerse músico.

 

-¿La separación de Los Tres en ese momento también inspiró ese ánimo?

-También tiene que ver con eso. Uno decide ser músico y no se da cuenta del precio que tiene. De repente estás tocando y tu mensaje está llegando a mucha gente y de repente se restringe el público, pero la llama se mantiene. Los Tres para mí fueron muy importantes porque me dieron el respaldo, pero también para aprender que hay cosas que se hacen con cierto tipo de gente en el momento indicado. Una banda de rock o de jazz requieren de una relación especial con cierto tipo de gente. La relación con los músicos de el “Perseguidor” es de, al menos, ocho años. 

 

Cuático

 

«Salud por uno que nunca dejó caer el groove». La imagen que acompaña el texto que Pancho Molina subió en las redes sociales el 19 de marzo de este año, muestra un collage de tres fotografías: dos del baterista junto a su amigo Cristián Cuturrufo y una tercera del trompetista solo, soplando a fuego sobre el escenario, posiblemente un vibrato alto cargado de swing y ronquera. La muerte del Cutu golpeó fuerte a la escena y la cultura en general, pero sobre todo a sus cercanos, amigos y familia del jazz, donde compartió horas de jams con el baterista. 

 

-¿Cómo recibiste la noticia de la muerte del Cristián Cuturrufo?

-Puta, no lo podía creer. Fue un día súper triste, no podía ni hablar, llorábamos todo el día con mi señora. Al otro día fuimos a tomar desayuno y nos empezamos a acordar del Cutu y nos dio un ataque de risa. Ese era el espíritu del Cutu. Cuando hablas de jazz, es imposible no pensar en él. Cuando me fui de Chile después de ese disco, el mensaje del Cutu siempre fue que teníamos que volver a tocar con Los Titulares. Nosotros nos habíamos distanciado como por dos años, porque no era difícil tener un mal entendido con el Cutu, pero cuando estaba empezando el estallido social me lo encontré afuera del Jazz Corner y puta, es imposible estar enojado con Cuturrufo. Nos miramos, nos dimos un abrazo, nos preguntamos por la familia, fue a buscar unos discos y me preguntó si queríamos tocar otra vez. Esa fue la última vez que lo vi y estoy bien agradecido de haber tenido la oportunidad de despedirme bien de él.

 

 

-Hoy entonces tiene más fuerza la idea de revivir a Los Titulares.

-Sí, porque me quedé pensando seriamente en que “Perseguidor” tenía que revivir en sus 20 años y sobre todo hoy como un homenaje a Cutu.

 

-En tu nuevo single y en el Día del Jazz en Concepción, tocaste con Christián Gálvez, uno de los nombres fuertes de esa camada del jazz. ¿Esa reunión también se produce a raíz de la muerte de Cuturrufo?

-El Cutu puso esa semilla. Yo estaba componiendo una canción que lanzamos hace poco que se llama ‘De rebote’, que al principio era un solo de batería que iba a subir al Instagram para mis alumnos. Después se me ocurrió hacerle un midi y empecé a hacerle una línea de bajo, ahí se me empezó a aparecer Gálvez. Entremedio me acordé del Cutu, después me apareció el Leo Genovese para los teclados. Los contacté y en ese proceso me enteré que el Cutu estaba enfermo. Terminamos de hacer el tema con toda esa sintonía, pero también recoge toda la historia que tenemos atrás. Éramos tan jóvenes cuando partimos en un campo tan incierto como ser músicos y lo logramos, eso nos emociona ene con Gálvez. Él me dijo que teníamos que seguir no más y colaboró sin cobrar nada, solo por tocar.

 

-En ‘De rebote’ quieres expresar una suerte de efecto mariposa en las leyes de la vida. ¿Qué quieres decir con eso?

-Todo lo que uno hace repercute en el otro, sobre todo en estos tiempos tan especiales y dificultosos, donde por primera vez en la historia del mundo estamos en la misma página, transmitiendo en la misma frecuencia. Todos estamos sufriendo algo que nos pone en sintonía con el otro. 

 

-A los músicos les ha costado mucho llevar este contexto tan adverso.

-Es una época súper difícil, por eso también agradezco la entrevista, porque la comunidad se tiene que apoyar. Hay un trío que son los músicos, el público y la prensa, y hay que cuidar ese trío virtuoso para llegar a buen puerto después de todo esto.

 

-¿Cómo ves la escena más joven del jazz?

Está de alto nivel. Hay súper buenos instrumentistas, creativamente también hay composiciones muy bonitas. Tenemos a la Melissa Aldana caminando súper bien, el Rodrigo Recabarren, el Pablo Menares rozándose con todo el mundo. Está en un momento bien saludable. Llevo un año sin tocar con gente y creo que estamos todos sufriendo eso. La música va a sufrir esa falta de tocar en vivo, pero hoy empieza una nueva página, cambió todo el paradigma y la nueva generación se va a tener que hacer cargo. Son músicos bien prolíficos, se mueven en hartos estilos. Está el chancho tirado, como se dice.

 

La primera vez

 

Todo proceso social tiene su banda sonora, y a 30 años desde el retorno a la democracia, son pocos los espacios de duda sobre la importancia de Los Tres como el grupo que musicalizó a la generación de la transición. En 1991, su hónimo disco debut logró posicionar más de la mitad de su colección de 10 canciones en las parrillas programáticas de las radios a lo largo de la década, en un momento en que todo atentó contra los talentos jóvenes del rock. Pancho Molina tenía 22 años cuando comenzó la historia oficial de Los Tres. 

 

-El primero de Los Tres cumple 30 años en los próximos meses. ¿Cómo evalúas ese disco luego de tanto tiempo?

-Para mí es Concepción a full. Buenos temas, súper buenas composiciones. Me admiro mucho de la banda. Viéndolo con distancia, me doy cuenta que era un trabajo comunitario de cuatro personalidades con un sonido bien especial. El Titae tenía un sonido increíble y además tocaba contrabajo. El talento del Álvaro súper sólido, era un tipo extraordinario en su manera, su personalidad también. El Ángel llegó y nos amplió totalmente el sonido. Entonces al entrar en ese mundo lo único que me quedaba a mí era ofrecer lo mejor que podía. Esa energía se siente mucho en ese primer disco. Cabros jóvenes con ganas de querer sonar.

 

-Salvo Ángel y Álvaro, la banda no tenía experiencia en un estudio

-Es bien especial, bien único. Son cuatro personalidades bien independientes que hicieron su aporte preciso y quedó plasmado ahí. No tuvo dirección. Ni Álvaro, ni Titae llegaron a decirnos qué hacer. Ese disco fue tocar y respetarse el sonido de cada uno, sin mucha dirección, lo que fue así toda la carrera o al menos hasta que yo estuve. Éramos una banda y además partimos súper chicos. No teníamos la posibilidad de contar con productores, así que tiene absolutamente que ver con la personalidad de cada uno.

 

-En las redes sociales publicas muchos ejercicios de batería y siempre se leen comentarios, incluso de gente joven, para quienes siempre vas a ser uno de Los Tres. ¿Qué te pasa cuando lees eso?

-Apreciar el cariño de la gente, de las nuevas generaciones a esa música. Siempre me emociona y me motiva tenerle harto cariño a Los Tres. Es un disco bien cabrón que no planeamos del todo. Hacíamos lo que podíamos y lo asumimos. O tal vez éramos tan malos que llegamos a ser buenos. Pero no hay manera de que te saques algo así de encima y me encanta que todavía les llegue a las nuevas generaciones.

 

Gabriel, Tilo y Pancho

 

 

-En ‘De rebote’, se percibe mucho la influencia de Tilo González y tú has mencionado ya un par de veces en esta entrevista a Congreso. ¿Hay una inspiración en su estilo de componer baterías?

-La inspiración en ‘De rebote’ es Tilo. Admiraba a Gabriel Parra y para mí el Tilo era como el complemento. Parra era el beat salvaje full rockero, como ver a Jimi Hendrix pero tocando batería, y el Tilo era escuchar una cuestión ultra sofisticada, súper bien dirigida, bien compuesta. Un músico completo de harto estilo. Uno era folk rock y el otro era folk jazz. Empecé a escuchar al Tilo de nuevo porque el Carlos Cabezas hizo un show de “El Resplandor” en la Blondie. A Carlos siempre le ha gustado la batería, si pudiese tener tres bateristas, los tendría. Esa noche estaba la Edita, Tilo y yo. Fue súper grato estar con él, me dejó usar su batería, le hice ene preguntas, me pasó su teléfono y al tiempo me lo cagaba a preguntas por Whatsapp, en la más fan. 

 

-Mencionaste a Gabriel Parra y Tilo González. ¿Qué tienes de cada uno?

-¡Wow! Ojalá tuviera algo de ellos. Mucha admiración la verdad. Cuando uno ve a Gabriel Parra se pregunta si alguna vez podrá hacer algo así. El Tilo me inspira mucho para sacar sus sonidos. Me encantaría poder hacer la introducción que hace en ‘Viaje por la cresta del mundo’ o en ‘Canción didáctica’, que me he demorado años tratando de descubrir. Por ellos tengo mucha gratitud por la inspiración, porque fueron los detonantes de que yo empezara a tocar batería a los 11 años, antes de Los Tres. Le debo mucho a los discos de Los Jaivas y Congreso. Si tú escuchas ‘De rebote’, puedes pensar que es un tema de Los Jaivas o Congreso, muy en la identidad latinoamericana, todo medio mezclado porque yo soy súper mezclado, me gusta el jazz, el rap, el rock y siempre llevo algo de ellos.

 

Cristofer Rodríguez