Quilín: la atemporalidad de la música

Una extensa trayectoria es la que respalda a Quilín, mítica banda de fusión que, en la actualidad, está conformada por Alejandro Escobar y Roberto Hirsch en guitarras, Jaime Labarca en batería, Marcelo Aedo en bajo y Juan Carlos Neumann en saxo y flauta. 

 

Este 2024, la banda cumple 44 años de carrera, en una historia que se empezó a cimentar en aquel lejano 1979, cuando un grupo de jóvenes decidió darle voz en nuestro país a un movimiento que estaba causando una revolución en todo el mundo. El jazz rock y la fusión, un género del que estos músicos han sido pioneros y protagonistas en el contexto de la música chilena.

 

En todos estos años, Quilín se ha caracterizado por su constancia, por el enorme despliegue técnico mostrado en cada una de sus presentaciones y por su único álbum de estudio publicado oficialmente “Quilín ADN”, lanzado en 2016, el que tuvo un más que buen recibimiento por parte del público y la crítica. 

 

La agrupación ha visto pasar por sus filas a una gran cantidad de músicos, quienes fueron parte importante en el trayecto del conjunto. Y es que Quilín funciona como una gran familia, dicho en las propias palabras de Jaime Labarca, integrante desde los inicios de la banda, y quien conversando con Rockaxis, nos habló sobre los primeros años de la agrupación, sus trabajos de estudio y presentaciones, su opinión sobre la situación de la música chilena actual, etc. 

 

-Hola Jaime, gracias por la entrevista ¿qué nos puedes contar del contexto en el que surge Quilín?

 

-Nosotros, los músicos que han participado a lo largo de los años en Quilín, veníamos todos de distintas agrupaciones. Los integrantes de la banda tocaban en Nexo y Prisma y, originalmente, se conformaba con Alejandro Escobar en la guitarra, Roberto Hirsch en segunda guitarra, Isidro Alfaro en bajo, Raúl López en saxo alto y yo en batería. Después, con el tiempo, se cambiaron un par de integrantes, por razones como irse a vivir fuera de Santiago, entre otras. Hubo que reemplazarlos, el primero fue Raúl López, que se fue a vivir a la Serena y fue sustituido por Juan Carlos Neumann. El bajista original, Isidro Alfaro, por trabajo, también abandonó la banda.  Y desde ahí ya han pasado dos o tres bajistas, hasta llegar actualmente con Marcelo Aedo, un gran intérprete. Ahora estamos alineados por los tres integrantes originales más Juan Carlos Neumann y Marcelo Aedo. Se podría decir que somos una banda que ha mantenido a sus integrantes, en su mayoría, a lo largo de todos estos años. Este 2024 vamos a cumplir 44 años de existencia. Igual en el proceso, en las grabaciones y los festivales, hemos tenido participantes externos, como Mariano Casanova en teclado, Santiago Salas en percusión y Alejandro Reid, también en percusión. Ha sido gente que ha estado con nosotros cooperando y que hasta el día de hoy mantenemos contacto. 

 

-¿Cómo nace el interés de tener el rock-jazz como emblema musical del grupo?

 

-En el año 79, principios de la década de los 80, había un movimiento en el mundo, de música de fusión, con grandes bandas como Weather Report y los grupos de Chick Corea. Conjuntos emblemáticos de esa época, de las cuales nosotros éramos seguidores y era la música que nos gustaba. Entonces empezamos a imitarlos, tratar de hacer ese estilo de música que estaba recién empezando, que era una mezcla de rock con jazz, que incluía también funky y, en nuestro caso, música de las raíces folclóricas latinoamericanas. En el mundo había una revolución musical, con un estilo muy fuerte, y nosotros no hacíamos más que seguir eso que nos gustaba. Hasta el día de hoy seguimos haciendo esa mezcla, juntando estilos. Usamos mucho lo de unir la cueca con el jazz, por ejemplo, entonces se produce toda esa nomenclatura, que es muy interesante. 

 

 

-¿Cuáles eran sus metas como banda en un inicio?

 

-Lo fundamental era emular ese sonido nuevo, y también, con ese objetivo, empezamos a componer. Desde un inicio trabajamos con temas originales, entonces nos movía el entusiasmo por hacer música parecida a lo que escuchábamos. La meta era hacer algo nuevo y así empezamos con varios temas, y bueno, la cantidad de canciones que tiene la banda es tremenda. Lo bonito de todo eso, es que es original, todo compuesto por nosotros, y eso le da un plus. Sin desmerecer, es distinto cuando una banda solo hace covers, a cuando hace temas originales. Eso traía dificultades, sobre todo en un principio, porque nos miraban como una banda rara, pero siempre nos tuvieron mucho respeto. Y en esa época había muchos festivales de rock, que se llamaban fest rock, en los años 80 y 90, y la única banda que invitaban, que no fuera de rock puro, era a Quilín. Siempre estaremos agradecidos de grandes agrupaciones como Tumulto y Banda Metro, que nos consideraban siempre en sus presentaciones.

 

-¿Qué ha significado para ustedes mantener contacto con el público?

 

-Desde que nosotros empezamos, han pasado un par de generaciones, y los que nos seguían, se mantienen, y también les gustamos ahora a los hijos. Eso va pasando, entre generaciones, y ahí uno se da cuenta de que esto a la gente le gusta. No solo a los mayores, sino también a los jóvenes. En los festivales hemos tenido contacto y hemos conversado con músicos jóvenes y es increíble el respeto que existe por la Quilín. Ha sido muy lindo, ver cómo estos músicos nuevos que salen tienen ese respeto, respeto a la historia, que es muy importante. Eso es lo que me gusta, porque es una música que no está encuadrada en un tiempo, llega a tanto la improvisación y la creación, que tú puedes hacer algo que siempre es fresco. Y eso nos tiene orgullosos. 

 

-¿Cómo se genera la decisión de llevar una carrera alejada de las convenciones comerciales de la industria?

 

-Desde la perseverancia y las ganas de querer seguir haciendo algo. Aprovechar los espacios, del poder darnos el gusto de durar porque somos una banda de amigos. Y eso es algo que le digo a los grupos nuevos, que sigan, ya sea 10,15 años, porque ahí recién empieza a dar frutos. Nosotros nos demoramos mucho, porque no teníamos la ayuda de los medios, que nos pusieran en la radio o que un sello se interesara en producirnos un disco. Como nuestra música es alternativa, en el fondo era muy difícil. Por eso nunca en esa época hicimos un disco formal, hasta que llegó el año 2016. Este disco, “Quilín ADN”, lo hicimos a pulso, con la confianza de algunas personas, que nos ayudaron con los estudios de grabación. Pero en el fondo es un trabajo de Quilín.