Congreso: la historia de un viaje por una ilusión

La historia de Congreso alcanza los 55 años. “Un constante navegar” como nos dijo Tilo González hace un lustro, cuando el calendario apagaba las velas cumpliendo medio siglo. Luego de recorrer varias ciudades del país, el conjunto ultima detalles para los conciertos en el Teatro Caupolicán (23 de agosto) y Teatro Municipal de Quilpué (24 de agosto).

Kilómetros de música ha encumbrado al conjunto de la quinta región, siendo uno de los más propositivos, creando algunos de los trabajos más aplaudidos entregados por el arte local. Sin embargo, con todo el bien ganado lugar en la historia, los liderados por Pancho Sazo y Sergio “Tilo” González evitan el estancamiento y continúan en la inquietud constante por crear y expandir su universo sonoro: su más reciente trabajo, “LUZDEFLASH”, cosechó elogios por doquier.

Con miras a sus importantes presentaciones, tuvimos la oportunidad de conversar con González y Raúl Aliaga sobre el presente de Congreso, lo histórico de cumplir 55 años y las ganas de prolongar este “constante navegar”.

- ¿Cómo se han estado preparando para el concierto del 23 de agosto? Desde abril se han venido presentando en varias ciudades del país.
- TG: Claro, estuvo muy rico hacer esta previa por provincias, porque uno va armando el show, y la recepción fue muy linda en todos los lugares que estuvimos. Valdivia, Frutillar, Talca, Chiloé, Concepción. Te da una alegría muy grande porque, claro, es una banda que no está mediáticamente... somos más, es rara la palabra, más underground, como artistas secundarios. Sin embargo los teatros estaban llenos, la gente maravillosa, además el cariño fue increíble. Así que estuvo muy bueno eso, como una especie de muy buen ánimo para llegar al Caupolicán, por lo que estamos contentos.

- Acá en el Teatro Caupolicán habrán invitados, pero en regiones se hizo algo novedoso y bonito…
- TG: Lo que tuvimos en provincia fue un concurso llamado “Tuve un sueño, mamá” -por la canción del mismo nombre, de 1992. En cada ciudad un músico o varios músicos mandaron sus maquetas de congreso, y el que ganaba tocaba con nosotros. No era telonero, sino que tocaba con nosotros. Entonces, cuando llegaba ese momento por supuesto la ciudad ya lo conocía, por lo tanto se generaba ahí algo muy bonito, de cariño también a ese artista tan joven. En Chiloé estuvimos tocando con un baterista que tiene, no sé, como 16, 17 años. Y tocó ‘En todas las Esquinas’. Fue algo mágico, muy lindo. O sea, la experiencia fue súper bonita.
- Raúl Aliaga: Y el fenómeno local que se produjo ahí, fue un evento y se consagró este cabro.
- TG: Claro, bueno, se dieron muchas entrevistas con él después, en los diarios. Imagínate, es grandioso, sobre todo pensando que a Chiloé es difícil llegar.

- 55 años haciendo una actividad como lo es la música es toda una proeza…
- TG: Quizás te pueda responder preguntándote, ¿tú dejarías tu profesión? Es un poco eso, uno toma la decisión de hacer un oficio como el de músico y es muy difícil decir “ya, no lo voy a hacer más”. En el caso nuestro, con Pancho, de crear canciones nuevas, es imposible decir “No vamos a componer nunca más”.
- RA: Pero hay una cosa súper importante que yo agregaría aquí en el fondo. La integración de los músicos dentro del Grupo Congreso, la trayectoria, la cantidad de músicos que han pasado por el Congreso, ha sido realmente un frisol de desarrollo. Entonces, yo creo que hay una motivación que es lo que ha conducido durante tanto tiempo esta trayectoria del Grupo Congreso. Y la sustentabilidad que le da al público, porque tiene un público cautivo que se ha ido retroalimentando a nivel de generaciones. O sea, este niño que tocó con 17 años en todas las esquinas, un tema que tiene más de treinta años, y tocando extraordinario. Es realmente extraordinario y emocionante ver a la gente que se sabe las canciones y, como dice Tilo, estamos en el under y seguimos viviendo.
- TG: Es muy difícil jubilarse y pensar que ya no vamos a hacer nada más. Tendrían que pensar cosas muy extraordinarias para que suceda eso porque uno ya tomó el camino, creo, correcto.

- Además del concierto en el Teatro Caupolicán, también estarán en Quilpué -24 de agosto, Teatro Municipal-, sin duda un concierto súper especial. ¿Qué significa para ustedes celebrar este aniversario también en la tierra en que nacieron?
- TG: Yo creo que el motivo por el que quisimos hacerlo… Es un teatro pequeño, el Teatro Municipal de Quilpué es para 500 personas. Pero era necesario hacer como esa vuelta a casa, al patio trasero. Y además, fue justo el 24 de agosto que empezamos a tocar, el 69 o 70, ya no me acuerdo. Pero son cincuenta y tantos años. ¿Por qué me acuerdo muy bien de la fecha? Porque es el cumpleaños de mi hermano, además uno de los fundadores, Fernando. Y tocábamos a las 11 de la mañana, un día domingo.

- Una vez que se anunció el concierto en el Teatro Caupolicán se reveló una serie de reediciones en vinilo de algunos título de su catálogo, como "La Loca Sin Zapatos (2001), "Antología (1971-1985)" y "El Congreso", su primer álbum. ¿Cómo se dio este proceso y por qué eligieron esos títulos precisamente?
- TG: Sí, es curioso lo que pasó ahora. Con el primer disco no hay mucho que hacer porque el máster está hecho para vinilo, su origen para el vinilo, pero los están tratados para que el vinilo tenga un sonido impecable. “La Loca…” suena increíble. Los discos de Universal, que fueron EMI en su origen, tuvieron 20, 30 años sin editarse. Nosotros queríamos reeditarlo por un lado, pero no tenían el interés. Y Universal compra EMI, hace ya muchos años atrás y de repente se dan cuenta que en su catálogo están los discos nuestros.
- RA: Pero hay una revalorización de los grupos con trayectoria en estos momentos, es impresionante. Bueno, lo de “La Loca sin Zapatos” es una cosa muy emotiva, muy especial, porque justo coincide con la partida del Pájaro (Claudio “Pájaro” Araya, fallecido en mayo de este año)...
- TG: Y es el último que grabó Jaime Vivanco (integrante de Congreso y Fulano, fallecido en 2003). Entonces tiene una carga ahí muy linda…
- RA: Y en términos sonoros es muy rico. Para mí es uno de los grandes discos que tiene el grupo, las cuerdas del “Pajarito” son notables.

- El concierto en el Teatro Caupolicán tendrá varios invitados. Manuel García, Joe Vasconcelos, Arlette Jequier, Dúo Pajarito…
- TG: Es gente muy querida… Yo creo que tiene que ver mucho con la música que hacemos, es muy intuitivo también. Teníamos cosas pendientes, con Manuel nunca hemos tocado juntos, con Arlette tampoco. Dúo Pajarito son talentosas que también nos llama la atención. A pesar de que no nos vemos mucho, quizás ni nos conocemos tanto, pero hay un cariño a través de lo que hace el otro, a uno le llega lo que hace el otro. Con Arlette hay un lazo más afectivo en el sentido de recordar un poco esa amistad que teníamos con Fulano, además Raúl también perteneció a Fulano. Tampoco hay un sello detrás que te diga “Oye, tienes que subir a este artista”, como algunas colaboraciones de hoy que son un poquito así.

- En sus 55 años han visto de todo en la vida cultural y social del país. Vivieron las penurias de la dictadura, su término, también el estallido social, han perdido integrantes. ¿Cómo ven el panorama cutural del país, tanto en lo musical como en lo social?
- TG: Uno apoya las causas desde el lugar que está, de las herramientas que tiene. A mí por lo menos no se me ocurriría salir a hacer un discurso porque no estoy para eso. Es a través de la música que uno puede poner un poco lo que piensa. Lo que tú dices es verdad, hemos pasado por muchas cosas. Pero es natural, no es algo que tampoco uno diga “¡ay, que hemos sufrido tanto!” No, es lo que nos toca vivir y frente a eso uno reacciona, en el caso nuestro haciendo música, pero tiene que ver con lo que está pasando siempre. Hay una piel que está atenta a las ilusiones de la sociedad, del país. Y nos hemos encontrado con sorpresas, también. Por ejemplo, en 1992 hicimos un disco con Nicanor Parra sobre los derechos del niño y la protección de la infancia (“Pichanga: profecías a falta de ecuaciones”) y lo reeditamos hace poquito en CD, ahora luego va a salir en vinilo. En esa reedición escuchamos los textos de Nicanor, los antipoemas, y estamos donde mismo. La infancia todavía está ahí con mucha precariedad, entonces dices “Podemos seguir cantando eso, lamentablemente”.

- Congreso nunca ha tenido miedo de visitar diversos estilos musicales. Ritmos programados, sonidos afros, cueca, rock y mucho más. ¿De dónde proviene esa incesante inquietud de hacer cosas? Porque si quisieran podrían no hacer más discos y hacer una gira tocando “La Loca sin Zapatos” completo, que sería súper aplaudido también, pero el desafío ustedes continúa, está ese bichito todavía.
- RA: lo que veo que Tilo y Pancho son un motor fundamental en la observación constante. O sea el concepto “Con los ojos en la calle” es real. Tilo anda en micro, no maneja, entonces tiene una relación de observar que yo creo es muy importante, lo comenta con Pancho y se empieza a producir como esa sinergia y salen los temas. Eso se agradece, y nunca estar en la zona de confort, como que siempre hay algo.
- TG: yo soy bastante más intuitivo, después le busco los nombres a los acordes. Pero hay mucho de riesgo, un poco eso de no estar en el lugar donde se está cómodo, de ver qué pasa si nos vamos para este lado. Pero eso no funciona si no hay detrás un... no sé cómo llamarlo…
- RA: Una película.
- TG: Un cariño, honestidad también. Claro, en el fondo es cinematográfica la música. Cada canción nace desde una imagen o desde algo real o de lo que tú inventes, porque también el creador tiene esa facultad de inventarse mundos que no existen.
- RA: Creo que también eso es súper importante porque cuando uno toca también ve imágenes, siente y percibe imágenes. A mí me pasa cuando toco los “Fuegos del Hielo”, que es la música de la etnia, te conectas con otro mundo. O sea, puedes estar mirando, pero es como una ensoñación especial, la vibración te genera una forma de pensamiento, es muy especial. Y eso yo creo que es una de las cosas ricas que tiene la música de Congreso, lo que han logrado. Aparte la letra, la textura tímbrica que es particular todo, la armonía, el ritmo. No hay limitaciones, da lo mismo que sea de acá, de allá, todo sirve.

- El 2022 apareció su más reciente disco ("Luzdeflash"), han recorrido Chile, propuesto diversas formas de concierto -icluyendo en formato sinfónico-, ¿qué se viene para el resto del año y el 2025 para ustedes?
- TG: por lo menos yo me he dedicado a celebrar este año así como bien tranquilo, en el sentido de no estar pensando tanto “Oye, el próximo año qué vamos a hacer”, pero siempre hay un bichito. De hecho, en uno de los breaks de unos ensayos que tuvimos yo dije “Oye y ¿qué vamos a hacer después?”. Pero no hay nada hecho, es divertido estar ahora, tenemos que seguir haciendo algo. Esto (la celebración) está bien pero se nos acaba este año. Se termina la fiesta, hay que recoger la mesa.

No hay nada tan claro, es que las ideas llegan muy rápido. Los discos los preparamos en dos meses y se graban. Es como sacar la fotografía al momento, siempre estamos mucho con el presente.

Jean Parraguez