Mark Lanegan: Viejo lobo Jueves, 13 de Septiembre de 2018 Miércoles 12 de septiembre, 2018 Club Subterráneo Mano izquierda sobre el micrófono, mano derecha en el atril. El rito performático de Mark Lanegan sigue intacto desde los conciertos con su primera banda, Screaming Trees, en el frío Seattle hace ya tres décadas. Esa postura sobre el escenario se ha mantenido con el paso del tiempo, sin distinción si está interpretando el rock más agresivo con Queens of the Stone Age o alguna dulce balada con Isobel Campbell. Y la verdad poco importa, Lanegan tiene otra forma más elegante y cautivante aún para mantenernos expectantes a cada instante. Absorbidos. Abstraídos. Atónitos. Como un viejo lobo, su aullido cavernoso hipnotiza. Es imponente. No necesitó más que su voz de barítono de blusero desdeñoso para domar al público que llegó al Club Subterráneo que pese a lo lleno, logró que el silencio se hiciera parte del show, porque además como comunicó en diversas entrevistas previas, este no sería a banda completa. Una guitarra, teclados y samplers fue todo lo que necesitó para realizar su set, con versiones de su repertorio que, en lo musical, estuvieron reducidas a su mínima expresión. De nuevo, es el poder mágico de su garganta lo que cautiva, dejando que todo fluya a su alrededor, invitándonos a su oscuridad. Con 'When your number isn't up' —canción con la que abrió su tercera visita a Chile— ya tenía a todos conquistados, aún cuando en su letra realiza preguntas como "And where are your friends?". Y los amigos estábamos ahí, muy atentos a todo. Hay algo especial en Lanegan. Su misticismo también es parte de la fórmula con la cual logra atrapar las miradas, sino el corazón. Las canciones iban pasando una a una como una liturgia, a veces tenebrosa, a veces desgarradora; visitando las distintas formas en las cuales el compositor ha impreso sus dolores, sus visiones, sus pensamientos. Intensa fue la pegada de 'Hit the city' con 'Nocturne', visitando uno de sus clásicos con una de sus mejores nuevas canciones. Su voz es todo en medio de la pradera de beats electrónicos, acordes minimalistas de teclado y una guitarra alcoholizada que siempre estuvo en segundo plano. Jeff Fielder demostró ser un guitarrista más bien discreto, que intencional o no —y siendo exquisito—, no tuvo presencia en las cuerdas. Se extrañaron los ricos detalles de riffs y arpegios que provienen de las distorsiones y efectos, sobre todo en temas más intensos como 'The gravedigger's song' y 'Beehive'; o las sutilezas de los arreglos que se desprenden de las originales 'One hundred days', 'Come to me', 'One way street' o 'Phantasmagoria blues'. Por otro lado, lo logrado en 'Sister', 'Sad lover' y 'On Jesus program' funcionó sorprendentemente bien, con el protagonismo aumentado de los trucos digitales —a cargo de Shelley Brienne, también en coros— que, de forma muy orgánica, rejuvenecían la voz rasposa y profunda de Lanegan, y otorgaron una atmósfera menos introspectiva. Cuando regresa nuevamente al escenario, tras el bis, lo hizo acompañado de uno de los nuestros. Alain Johannes, amigo y colaborador incansable de Mark, se colgaba una guitarra electroacústica para hacer dos temas, en donde vivimos los momentos más emocionante de la noche. La primera, 'I am the wolf', en una versión mucho más luminosa que la original, con Alain inyectándole un groove tan solemne como energético, y Lanegan, con cigarrillo en mano, sacando un color vocal grave y rasgada. El ritmo y la percepción de un show aletargado —aunque no por eso menos perfecto— cambió hacia una luminosidad que dio indicios de muchas cosas, como el buen momento de Alain, lo en casa que ya se siente en esta patria y, por supuesto, la confianza y respeto irrestricto que se tienen. Se respiraba la complicidad entre estos dos colosos del rock alternativo. Otra cosa no menor es contextualizar esta junta. ¿Alguien hubiese pensado, hace algunos años atrás, que en suelo nacional podríamos tener colaboraciones y conciertos únicos que juntaran a Nick Oliveri, Mike Patton, Alain Johannes y Mark Lanegan? Ni en nuestras mejores fantasías rockeras. Finalmente, el más grande regalo fue cuando Alain empezó hacer el inmortal riff de 'Hangin' tree', esa canción parida en ese laboratorio desértico llamado Rancho de la Luna y que tantas veces hemos escuchado, pero que la pasada noche nos mostró una de sus mejores versiones, sino la definitiva. Casi seminal, desnuda, pero en su estado más real. Fuimos testigos privilegiados de esos momentos imborrables en la música que, cuando los hemos visto por YouTube, hemos susurrado a la pantalla: "por qué no estuve ahí". Ayer, lo vivimos, a metros de distancia. Mágico y soberbio show. Lanegan nunca defrauda. César Tudela Fotos: Juan Pablo Maralla Tags # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Vanguardia Clásicos Miles Davis Jueves, 30 de Marzo de 2023 Vanguardia Noticias Mark Guiliana agenda nuevo disco para fines de abril Jueves, 30 de Marzo de 2023 Vanguardia Videoportada rocky Miércoles, 29 de Marzo de 2023 Vanguardia Entrevistas MediaBanda: ''Fieles a nuestros ideales y a nuestros muertos'' Miércoles, 29 de Marzo de 2023 Vanguardia Clásicos Supertramp Miércoles, 29 de Marzo de 2023 Vanguardia Clásicos Jeff Beck Miércoles, 29 de Marzo de 2023 Vanguardia Discos Brötzmann / Leigh / Lonberg-Holm Miércoles, 29 de Marzo de 2023 Vanguardia Noticias ''Mundo Tal'': Vago Sagrado presenta su quinto disco Martes, 28 de Marzo de 2023