ken

2017. Merge / Dead Oceans

Queridos lectores, me tomaré una licencia: comenzaré en primera persona. Cuando por primera vez escuché a Daniel Bejar a.k.a. Destroyer, fue gracias a una sugerencia de Amazon, buscando vinilos de Pavement, hace más de 15 años. En aquél entonces, “Streethawk: A Seduction”, su quinto disco (contando “We’ll Build Them A Golden Bridge”, “Ideas For Songs”, “City Of Daughters” y “Thief”) acababa de salir. Con sólo escuchar los 30 segundos de muestra de ‘Beggars Might Ride’, quedé inmediatamente prendado. Fue gracias a Bejar que posteriormente llegué a los siempre frescos New Pornographers, y a toparme con la espléndida Neko Case.

Aquél trabajo (con cortes como ‘Streethawk I’, ‘The Bad Arts’, o ‘Strike’) de inmediato me recordó no a Pavement, sino que a “Hunky Dory”, del querido Dave. Fue un hechizo instantáneo. El siguiente álbum, “This Night”, más efervescente y descarriado, llevó a Bejar a terrenos más dylanescos, con una verborrea que desfiguraba las melodías, en un afán expresivo que decantaría en el emotivo “Destroyer’s Rubies”. “Your Blues”, en medio de ambos, con sus timbres gélidos y sintéticos, mostraba los atisbos camaleónicos que en los últimos tres discos del canadiense, “Kaputt”, “Poison Season”, y “ken”, aún siguen cautivando.

Haciendo paralelos con Dave, si “Streethawk” es “Hunky Dory”, y “Poison Season” es “Young Americans”, este recién editado “ken” está más cerca de “Low”. Pero no se queda ahí. “Low” y “Heroes” fueron discos que -en pleno apogeo del punk- ya estaban diseñando el post punk y el new wave, y “ken” suena mucho a The Cure. Nada extraño, pensando en el respeto mutuo que existe entre Bejar y Sr. Chinarro, fan empedernido de la banda mutante de Robbie Smith. No olvidar el extended play “Five Spanish Songs”, y el hecho de que el primo de Dan participó en el primer demo de Antonio Luque.

‘Sky’s Grey’, el primer track, opera aquí de la misma forma que ‘Plainsong’ en esa supernova de los de Crawley llamada “Disintegration”. Es un destello destinado a calibrar al auditor y a enceguecer con su belleza a base de cajas de ritmos, piano y la narración siempre palpitante de Bejar. La emoción se desata cuando entra a cuadro un cálido ropaje de strings, textura predominante en todo el álbum, y que le confiere su carácter innegablemente cureano. En ‘In The Morning’ y ‘Tinseltown Swimming In Blood’ (con bronces que recuerdan a la melodía de ‘The Exploding Boy’, cara b del hit de Smith ‘In Between Days’), las líneas de bajo envueltas en chorus se debaten entre Simon Gallup y Peter Hook, contribuyendo a un aura melancólica que en ‘Stay Lost’ -con sus baterías a lo “Seventeen Seconds” y ‘Rome’ -con un exoesqueleto muy Cocteau Twins-, alcanza plenitud.

“Haz una pose vacía, toda pose es vacía”, canta Dan en el minimalismo neón de ‘A Light Travels Down The Catwalk’, siempre atento a convertir los versos en metacogniciones. Su predilección por el tarareo, también, tiene su espacio en ‘Sometimes In The World’, uno de los cortes más radiantes de su onceavo elepé, y la acústica ‘Saw You At The Hospital’, sigue la tradición de las grandes baladas del canadiense, remitiendo a ‘Virgin With A Memory’, ‘Goddess Of Drought’, o ‘Libby’s First Sunrise’. El remate lo marca ‘La Règle du Jeu’ -llamada así por el film “La Regla Del Juego” de Jean Renoir- con su melodrama electrónico y vertiginoso. “Posibilidades, delgadas e infinitas”, sentencia en ella el destructor. Cómo si ésta, su mejor obra desde el mercurial “Destroyer’s Rubies”, fuese sólo el comienzo. No extraña que la inspiración tras su nombre, “ken”, provenga de la deslumbrante ‘The Wild Ones’ de Suede. Este es un disco salvaje.

Nuno Veloso

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