Bitácora

2017. Cápsula Discos

“Nunca vi pasar/el tiempo a este ritmo/Lánguido y voraz/arrebatándonos los días” canta Ariel Acosta en los primeros versos de ‘Viajar solo’, canción que da inicio al nuevo trabajo de Martín Pescador, “Bitácora”. Esa clase de lírica está presente en todo el disco –el tercero de la banda que lidera Acosta y en la que le acompañan Arturo Ríos, Karime Grez y Leonardo Araneda– y en el que el grupo, cercano por momentos a los códigos del post-rock, parece haberse alejado de ese lenguaje y por momentos, como en este tema, se acercan a un depurado formato pop-rock, rico en guitarras acústicas y texturas.

Esa idea se refuerza con ‘Hogar’, tema que sigue y en el que las líricas de Acosta van acompañadas de guitarras acústicas que mantienen ese elemento íntimo que caracteriza a las canciones de Martín Pescador, aunque el quiebre –y regreso a las dinámicas al estilo post-rock– aparece con ‘Aullidos’, aunque se mantiene la inclinación a la canción formal que al experimento. Eso, queda en evidencia con su marcada estructura pop que, sin dudas, se enriquece con el trabajo de guitarras entre Acosta y Arturo Ríos. De antología, además, el coro: “Voy a descifrar/los aullidos de los hombres/No descansaré/Ni un instante”.

Sin dudas que la experiencia conseguida por Martín Pescador desde “Somos los mapas” (2012) y “Un fulgor” (2014) quedan de manifiesto en este tercer largaduración del conjunto capitalino, en el que se ve una clara evolución en cuanto a estética y lenguaje si se compara con su disco anterior. El manejo de ciertas secuencias y percusiones electrónicas –el caso de ‘El Clyde’– está más cohesionado con los otros elementos, sean estos guitarras acústicas o texturas elaboradas en la eléctrica. Asimismo, existe una suerte de discurso tácito en el que Martín Pescador exhibe sus influencias pero sin mayor pretensión.

Ese punto se prueba en ‘Cinco Sur’, alegoría a la ruta, al viaje continuo y al paisaje uniforme. Y desde ahí, Martín Pescador completa el círculo: pasa del rock de ‘Cinco Sur’ al refugio acústico de ‘Todo es nuestro’ –ideal para marcar el comienzo del fin de “Bitácora” – y su arrogancia: “somos lentos/pero lento es mejor”, dice Acosta, que luego deja de lado en uno de los mejores cortes de este registro: ‘Mis amigos’.

Finalmente, ‘Suroriente’ realiza el recorrido completo de “Bitácora”, siendo una suerte de respuesta al inicio con ‘Viajar solo’. Ese primer apronte, en el que el hablante construye un retrato de la ciudad mientras la va dejando para ir a la costa, construye el relato de ‘Oleaje’, surco en el que el personaje principal que dejó la ciudad va liberándose de “equipaje” y que en el último track, en ‘Comienza un viaje’, habla precisamente de esa jornada que se inicia una vez que se libera de las cargas, completando el cierre de este trabajo.

No se trata, en “Bitácora”, de encontrar la respuesta al qué; más bien, Martín Pescador entrega pistas sobre el cómo a través de la construcción lírica de sus canciones, las que están armadas bajo una estricto formato pese a que en varias de las composiciones, se contraponen elementos: si por un parlante se escucha el rasgueo de la acústica, por el otro suena una textura de la eléctrica. Esa dicotomía en cuanto a los recursos de la banda –todos los que se presentan en “Bitácora” – da como resultado un más que interesante trabajo, al que hay que descubrir en sucesivas y gratificantes escuchas.

Felipe Kraljevich M.

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