Jei beibi

Miércoles, 06 de Septiembre de 2017

2017. Café Tacvba Records

La industria de la música ha cambiado. No es profético decirlo, pero cada cuanto, vale el gesto de volver a mencionarlo. Con los grandes ejemplos de nombres como Radiohead o Nine Inch Nails, pasando por la escena nacional que tenemos más a la mano, hemos visto cómo la independencia como una forma de hacer industria, y no de forma estética- ha brindado no sólo libertad en la vereda comercial, sino que también, ha soltado ataduras compositivas. La independencia en la música popular del siglo XXI es un templo al cual, por primera vez, entran los Café Tacvba.

En el caso de los mexicanos, el haber estado toda su carrera al alero de una multinacional los ha moldeado en todo ámbito. Para bien y para mal. Del éxito al fracaso. Con "Jei beibi", podemos decir que muestran su faceta más honesta.

Si este gesto ya implica una valorización en sí misma, a medida que las canciones van avanzando, la simpatía va aumentando. La primera, 1-2-3, es engañosa por donde se le mire. No sólo presenta un sonido funk pop (muy Daft Punk) que no representa a la totalidad del disco, sino que su letra abiertamente romántica, deja leer entre líneas su posición política: 1-2-3 cuéntalos bien / Y si sigues tal vez llegues a los 43, en referencia a los estudiantes asesinados en Ayotzinapa (2014). Sigue la oscura Matando, tema de percusiones lentas y donde los teclados están en sintonía con la interpretación misteriosa de Albarrán, también encontradas en El mundo en que nací y Diente de león, muy finas y exquisitas cuando se les agarra el gusto. Automático es un track lúdico, en la onda clásica del pop colorido de los Tacvba (con reminiscencias a las composiciones del chileno Trostrigo), y que tiene también su par: Celebración.

Enamorada es un golpe a la cátedra. Si bien las melodías del bolero no son ajenas al catálogo de la banda, esta vez, otro detalle marca la diferencia: Rubén canta en el modo gramatical femenino. Se siente enamorada, es afortunada, vive abandonada. Es la forma en que los tacubos abrazan las luchas de género. Una que cobró fuerza cuando el año pasado tomaron la posta del debate si debían dejar de tocar La Ingrata, por su letra que naturaliza el femicidio.

Su estilo particular de hacer un folk de filtro pop latinoamericano se vislumbra en Futuro, una canción que define el nuevo espíritu de experimentación del proyecto, y en donde resalta nuevamente el concepto de ausencia (en todos sus ámbitos) que atraviesan todas las canciones. Más desnuda aparece Vaivén, una canción sin estribillo y con Albarrán esta vez arrastrando su voz y haciéndola sentir como la del color desgastado y áspero de Tom Waits. Que no es otra que parte como una balada acústica, que comienza introspectiva, pero cuando está al borde de naufragar, toma cuerpo, entra la banda, y se levanta como una balada con pinta de single.

De esa manera el álbum avanza en sus trece cortes y va presentando un universo distinto en cada uno de ellos. Un collage de canciones, que representa el espacio único en que los integrantes se permiten encontrarse y desnudar su nueva manera de concebir el proceso de composición, donde los cuatro trabajan individualmente en sus propias canciones, para luego reunirse a terminarlas. Su productor de siempre, Gustavo Santaolalla, tiene ese mérito.

Lo que al principio no parece cuajar, con la atención de un par de escuchadas, empieza a tomar consistencia. A ratos, es pesimista y muy intimista; en otros momentos, fluyen los pasajes de libertad creativa como nunca la habían tenido y nunca se habían escuchado. En perspectiva, "Jei beibi" es un álbum digno para una banda cuyos músicos ya no son los jóvenes irreverentes de los 90, sino que compositores maduros, cuyas motivaciones, miedos, y cosmovisiones se reflejan en un disco muy atípico y atemporal, pero con personalidad, y canciones que el tiempo, de seguro, es dará la razón.

César Tudela