La Bestia de Gevaudan Kintsukuroi Martes, 07 de Enero de 2020 2019. [Fe]Ral El kintsukuroi es el antiguo arte japonés de recomponer lo que está roto. Según el libro “Kintsukuroi: el arte de curar heridas emocionales” de Tomás Navarro, los maestros dedicados a esta disciplina reparaban los artefactos fracturados dejando a la vista su reconstrucción. Si una cerámica se rompía, la embellecían con oro, argumentando que una pieza restaurada es un símbolo de fragilidad, belleza y también fortaleza. Así mismo, lo espiritual puede sanarse sin esconder las fisuras internas, sino que, enseñándolas al mundo para demostrar nuestra capacidad de superación, palabra clave para entender lo que expresa el tercer álbum de La Bestia de Gevaudan facturado en Plex Studios con el arte de Enzo Lobenzo Toledo. Donde el anterior “Feral” (2015) era una tormenta furibunda sin control, “Kintsukuroi” (2019) apacigua los mares con períodos de calma en que las atmósferas se superponen al vendaval de distorsión característico del grupo. Y es que La Bestia se jacta de tener dos cabezas, una enfocada en el metal crudo y otra en lo ambiental, un balance manifestado en ‘Gigante de piedra’ con instrumentos comunicándose fluidamente sin que las palabras sean necesarias para provocar emociones fuertes. Siguiendo en el riel de lo instrumental, ‘Caracal’ impone un entorno con secuencias electrónicas que poco a poco se transforman en un pasadizo hacia una dimensión de luces y sombras, con un trabajo soberbio entre el bajo, la guitarra y la batería, todos enfocados en provocar un estado de levitación constante gracias al brutal Alonso Bustamante en la batería. En ‘Antimateria’ y ‘Nemesis’ quizá están los ejemplos más claros de cómo La Bestia de Gevaudan toma los fragmentos de lo que ha aprendido y los recubre con vistosos elementos para crear algo nuevo. Esta vez, la fuerza bruta en la voz de Diego Yáñez Aguilera no parece venir desde un abismo, sino que se planta directamente ante el auditor, a la par tanto con la explosión sónica, como con la dulce melodía de piano en la primera y la exquisita progresión de acordes espaciales en la segunda, abriendo el espectro melódico del post metal para encontrar una belleza inconmensurable que cierra con el padre de Diego recitando un extracto del poema “Canto a mí mismo” de Walt Whitman. Además del increíble desempeño en el núcleo de la banda, “Kintsukuroi” (2019) reúne a la Bestia con nombres claves de la escena post rock y ambient internacional en colaboraciones gestadas de manera orgánica, jugada que no es nueva considerando la participación de Eugene S. Robinson, vocalista de Oxbow, en ‘The March of Beware’ de “Traidor” (2013). El músico canadiense de Thisquietarmy Eric Quach aparece en ‘IRG’, un track dirigido por sintetizadores fríos y bases transgresoras, mientras el espaldarazo de Oliver Melville de Aerosol Jesus y Pascagoula se hace sentir en ‘What will be Beyond’, que plantea un contraste interesante con la colaboración de Quach, ya que deja atrás lo sintético y sigue la senda clásica de La Bestia en una ejecución de peso, con mucho vértigo y tensión, casi como si las ondas musicales persiguieran sin piedad al receptor a punta de trazos shoegaze, un pulso post hardcore y un dueto de voces demoledor. Por su parte, ‘Máscara’ fue, literalmente, la escogida por Mike Armine de Rosetta para plasmar sus avasalladoras cuerdas vocales en un corte de pura incertidumbre, que empieza despacio, sumido en las penumbras de melodías pacificas entre los gruesos alaridos de Armine para luego encontrar el rumbo trazado cuidadosamente por las figuras etéreas de Diego y las baquetas fogosas de Alonso. Una evidencia contundente de que no existen fronteras para llevar el arte al siguiente nivel. Tras un largo proceso en el que tuvieron que armar y desarmar las canciones, la agrupación nacional encontró justo lo que necesitaba para entregar un trabajo de calidad, ideal para los buscadores de tempestades que ya conocen su poder y también para los que recién se aventuran a descubrir las sorpresas que esconde su indómita propuesta. Totalmente despojados de cualquier atadura, continúan su cruzada por la libertad absoluta, negándose con todas sus fuerzas a las ataduras estilísticas y reluciendo sus cicatrices como marcas de una historia, dejando a la vista su reconstrucción con base en una madurez tanto personal como musical que se nota en cada surco de esta obra. Se superaron y eso solo significa que van por buen camino. Tomándose de las palabras de Walt Whitman, “Kintsukuroi” revela que La Bestia de Gevaudan es inmensa… y contiene multitudes. Pablo Cerda Tags #La Bestia de Gevaudan Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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