Pies de Plomo El gran misterio Martes, 26 de Enero de 2021 2020. Independiente Desde que Aguaturbia abrió las puertas de la psicodelia pesada en 1970, Chile se ha convertido en un gran exponente de esta vertiente. Tenemos para todos los gustos, desde la inventiva rockera alternativa de The Ganjas, pasando por el cedazo post-punk de Vago Sagrado, el toque espacial de The Polvos, el influjo del blues de El Gran Temor, la libertad instrumental de Los Tábanos Experience, hasta la electrónica lisérgica de Follaksoid, si queremos estirarnos hacia el extremo del espectro. Pero, cuando se trata de anclarse en lo más puro de la psicodelia al estilo Grand Funk Railroad o Blue Cheer, Pies de Plomo no puede faltar en la conversación. Tomando el nombre del tercer disco de Vox Dei, “Jeremías Pies de Plomo” (1972), el trío capitalino se formó en el 2014 con Marco Plaza, ex guitarrista de Cañonero, Pedro Ogrodnik, ex baterista de Humberstone, y Carlos "Charly" Pérez, bajista de Perro Loco. Tanto el debut “Se mueve el suelo” (2014) como el EP “Criatura infernal” (2018), grabado dos años antes, pero editado después debido a un receso, patentan lo que ellos denominan cómicamente como ‘jevi metal’, que no es otra cosa que una combinación entre lo pesado y lo psicodélico, y que ahora alcanza un nuevo nivel con “El gran misterio” (2020). El sophomore sube la apuesta en términos de calidad y potencia los puntos fuertes de las entregas pasadas, valiéndose de la química de sus integrantes y de un esfuerzo mancomunado con otros actores relevantes para el proyecto. La grabación corrió por cuenta de Juan José Sánchez (Tenemos Explosivos, Asamblea Internacional del Fuego) en Gitano Records, mientras el masterizado fue realizado por Cristián Jorquera en Gancho Nens Lab, las voces y los doblajes de guitarras estuvieron a cargo de Nicolás Concha en Mad Dog y los detalles como las voces adicionales y los teclados fueron incorporados por el mismo Charly Pérez en Pesera Moneda, además de contar con otra espectacular ilustración de José Kat Canales para la portada como ya nos tiene acostumbrados. Entrando ya en la música, Pies de Plomo nos sumerge de lleno en su universo con ‘Aura’, un trance en el que podemos apreciar a este monstruo de tres cabezas, la primera rugiendo con el volumen del stoner rock, la segunda mordiendo con la fiereza del punk y la tercera hipnotizándonos con sus ojos rojos en psicodelia. Si tuviéramos que definir a la banda en una sola canción, sería esta, ya que la presencia imponente de Marco Plaza logra que las seis cuerdas atraviesen los estilos de manera fluida, convirtiendo a la guitarra en un elemento de absoluta ductilidad. Las letras que se reparten Pedro Ogrodnik y Charly Pérez, a veces directas y otras más etéreas, son el corazón de este largo, ya sea abogando por el cultivo personal de cannabis en ‘4.20’, tejiendo historias al filo entre la ciencia ficción y el terror en ‘Criatura de la ciudad’ o abordando temas personales como la resiliencia y la autosuperación en ‘Fénix’. Cada una de estas temáticas se desenvuelve naturalmente en cortes forjados a partir del jamming, con lo que construyen un túnel sónico en el que el tiempo y el espacio son irrelevantes. Lo único que importa es el cúmulo de sensaciones que provoca este ente cósmico hecho rock. Escapándose de lo obvio, ‘The Punk Weed’ no recae en la aceleración propia del estilo al que hace referencia en el título, ni siquiera es comandada por Charly, quien, en las lógicas de la banda, es el que carga con los momentos más punketas, sino que es Pedro quien dirige los movimientos de un acorazado de dimensiones bíblicas, con una letra en inglés que se acomoda a la configuración del track y que de seguro les permitirá llegar a las cofradías desérticas de otras latitudes con mayor facilidad. Otras de las señas de identidad de Pies de Plomo se puede apreciar en ‘Continvm4’, encargada de preservar la tradición de ‘Enternauta’ en “Se mueve el suelo” (2014) y de ‘Suite de Plomo, Pt.1: Voces’ y ‘Suite de Plomo, Pt:3: La liberación’ en “Criatura infernal” (2018), o sea, dar rienda suelta a una improvisación en tiempo real mientras están grabando, en la que se pueden escuchar extractos de los conceptos centrales de la letra de ‘Fénix’ y la bellísima colaboración de Daniela Defilippi de Psychotropics y Los Tábanos Experience. Es aquí en donde Pies de Plomo hace toda la diferencia. En sus diez minutos pasamos de una nebulosa psicodelia, de guitarras acuosas, baterías nerviosas y bajos tensos, a la solidificación en un stoner rock áspero que se conjuga abiertamente con un groove sexy solo para difuminarse en una atmósfera espacial mientras la voz femenina nos embruja con su canto de sirena en medio del vacío. La percusión deudora de ese contacto entre el medio oriente y el occidente huele a los 70, pero no tarda en avanzar por el riel del rock desértico californiano de los 90, lo que hace zigzaguear la canción entre lo sólido y lo líquido. ‘El gran misterio’ se empapa del aura floydiana de Pompeya para cerrar con broche de oro, pero va más allá. Su tranquilidad inicial despierta las reminiscencias a nuestra propia historia en el cono sur, se palpan los colores de “Locomotora” (1973) de Los Blops o las texturas de “Pescado 2” (1973) de Pescado Rabioso en su trazado más corpulento y cuando se electrifica, nos devuelve de lleno al siglo XXI. Así es este disco, un continuo ir y venir, un libro abierto en el que podemos repasar las distintas épocas del rock tanto nacional como internacional, una fórmula que, quizá sin proponérselo, va acorde a los tiempos, basta con mirar lo que hizo Black Rainbows en “Cosmic Ritual Supertrip” (2020), por ejemplo. Es el mismo ejercicio de arqueología, pero en este caso, los chilenos se lucen con un disco más variado que invita a dejar todo y sentarse a disfrutar lo que está ocurriendo en los oídos. No es un disco que requiera mucho tiempo de adaptación, es un material que los moradores del rock desértico, sabbatico y vintage devorarán con especial entusiasmo, pero que no es excluyente al melómano general. Plaza, Ogrodnik y Pérez han facturado un trabajo de primer nivel que se escucha, se siente y huele muy bien, una experiencia sinestésica que no tiene desperdicio alguno. La fineza de los detalles, la agudeza de las letras y la contundencia del armazón estructural de cada uno de los cortes convierten a este segundo escalón discográfico en un imprescindible del underground del último tiempo, una obra que genera cariño con cada escucha y que nos hace viajar, tal y como le pasa al astronauta en la portada, una congruencia entre propuesta visual y musical que no te miente. “El gran misterio” (2020) es otra joya que hace justicia a la estirpe psicodélica del rock que florece con tanto ahínco en este lado del mundo. Pablo Cerda Tags #Pies de Plomo # El gran misterio Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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