Asia Menor

2023. Sello Fisura

 

En un ejercicio tan visceral como intelectual, el cuarteto nacional Asia Menor presenta su debut con once intensas canciones que comienzan con ‘Patio’, un recorrido post punk de acentuaciones math y arrojadas voces que se desenvuelven entre lo melancólico y lo colérico. Una amplia identidad que se acrecienta en ‘Defensa/Cortar’, de batería urgente base para letras que hablan de incertidumbre e indeterminación y que, en su desarrollo, una sección más dócil es capaz de transformarse hasta un ruido beligerante. Luego, ‘Tesela’ aparece tan o más directa que la anterior, pareciendo una declaración de principios en cuanto a la forma de componer de la banda, la que arma y desarma. Rock alternativo experimental y agresivo con versos de brutal expresividad.

 

Las cuerdas duras en ‘Doce’ dan cuenta de una narrativa dolorosamente íntima y, desde esa cotidianidad, la banda aborda la forma de escapar de la estructura o idea de canción, ratificando su intención de crear composiciones que progresan sin detenerse para volver, por ejemplo, sobre un coro o repetir un motivo melódico o rítmico. Después, ‘La naturaleza’ mezcla secciones de rock ruidoso de guitarras con una letra que protesta ante algunas de las formas en que la vida abruma. Son momentos de desequilibrio musical y existencial que ‘Instrumental’ tranquiliza para dar paso a la poética decadente de ‘Flores de Naranjo’, de intrincados juegos progresivos de cuerdas -punto alto del disco- y de complejas relaciones rítmicas ejecutadas en forma simultánea por el cuarteto de músicos.

 

En el último tercio del álbum, aparece ‘Lento’, de ansiedad repetitiva que se acrecienta hasta pasajes devastados que parecieran el sonido de lo que ocurre en la caratula del disco. Su letra deja la abstracción y se vuelve incluso física o sintomática, al igual que ‘Estrés’, de mecánico desarrollo. Una seriedad disonante que recuerda, en general, a Sonic Youth, Henry Cow y This Heat, como para localizar alguna postal donde encuadrar el particular sonido que ha encontrado la banda. Ya casi al final surge ‘1920’, empeñada en letras que intentan rescatar una emoción de belleza desde situaciones que nacen de su contraria y que suma acertadamente el sonido de una trompeta, quizás el anhelo de un descanso ante la desilusión y el desencanto. Un descenso crepuscular que continúa con ‘Buenos noches’, la que cierra el disco.

 

Carlos Navarro A.