I Wanna Be Somebody Miércoles, 19 de Octubre de 2016 2016. Universal MusicPara cualquier amante incondicional del hard rock, los nombre del cantante Tony Harnell (TNT), los guitarristas Kee Marcello (Europe) y Bruce Kulick (Kiss), el bajista Rudy Sarzo (Ozzy, Quiet Riot, Whitesnake, Dio) y del baterista Fred Coury (Cinderella), le son absolutamente familiares y conforman una formación estelar. Pero lo que no es habitual, es verlos a todos ellos participando en un disco de jazz como el que nos ocupa.La fusión del heavy metal y el jazz no es nueva, grupos de thrash y metal progresivo como Wrathchild America, Atheist, Cynic y Watchtower, por sólo citar algunos, tienen una gran base de jazz en su música. Pero lo que no es habitual es que el jazz se vuelque al Rock. De este tipo de crossover hay algunos antecedentes previos, discos de jazz basados en canciones de rock y metal como lo son los fantásticos In A Metal Mood: No More Mr. Nice Guy (1997) de Pat Boone, y el Rock Swings (2005) de Paul Anka, donde en ambos discos se versionan grandes clásicos del rock y el metal de todos los tiempos en clave jazz. La idea no es nueva entonces, pero como en los casos anteriores, el resultado final en I Wanna Be Somebody es realmente fantástico y para sacarse el sombrero. El cantante Robert Haglund es conocido como el Frank Sinatra de Suecia, un crooner que rodeado de una big band con grandes músicos, da vida a impecables y elegantes versiones en clave de swing y smooth jazz.El álbum se inicia con una emotiva y muy sentida versión de Aint No Love In The Heart Of The City que si bien no es una canción original de Whitesnake, fue el grupo de David Coverdale el que la popularizó. Para este tema, Haglund cuenta con la participación de otra leyenda del jazz sueco, el cantante Svante Thuresson que con más de 80 años y su voz a lo Joe Cocker, le da un nivel de emocionalidad a la canción que sobrecoge, todo grabado con una calidad de sonido realmente de lujo, en los mejores estudios de Suecia, para poder escuchar hasta el más mínimo detalle de la música, como cuando las baquetas con plumillas marcan su suave cadencia sobre la caja de la batería. Absolutamente fantástico. Enter Sandman de Metallica es la siguiente y el tratamiento de balada que le imprime Haglund y su big band queda muy bien. Pero aún mejor es la notable Dont Believe A Word de los fundamentales Thin Lizzy, donde Haglund comparte la labor vocal con el tremendo cantante norteamericano Tony Harnell, que hoy está de vuelta al mando de los noruegos TNT. El trabajo en la guitarra solista de Bruce Kulick en esta canción también es notable, en una sublime y aplastante versión. Pero este disco está lleno de joyas musicales y de un nivel de interpretación sideral, como la que hace el tremendo Kee Marcello en la guitarra acústica en la versión de The Price de Twisted Sister, en otro momento de pura magia musical del disco. Algo similar ocurre con el emotivo e inspirado piano que acompaña la versión de Holy Diver que pondría orgulloso al mismísimo Ronnie James Dio, pues el nivel de respeto y pleitesía que se demuestra en el tratamiento de cada canción de este disco, deja en claro que Robert Haglund realmente ama estas canciones y este tipo de material.Varias versiones modifican el tempo original de las canciones, pero en el caso de Ace Of Spades de Motörhead, la big bad acompaña a toda velocidad y el difunto y recordado Lemmy también se sentiría totalmente orgulloso de esta versión, donde la sección vientos y bronces es absolutamente de lujo. You Give Love A Bad Name también suena grandiosa, sólo imaginen a Frank Sinatra cantando esta canción y se podrán imaginar el gran trabajo vocal que hizo Robert Haglund con ella. Le sigue I Wanna Be Somebody de W.A.S.P. que le da nombre al disco con un swing acelerado cercano al twist que le da una dinámica muy cercana a la canción original. En Love Gun de Kiss el bajo de Rudy Sarzo se roba la película y la guitarra de Kulick no le va en saga, en una gran versión de un nivel de elegancia y buen gusto sobrecogedor. El gran final llega con Ice Cream Man de Van Halen donde es la batería de Fred Coury la que imprime el groove original de la canción, acompañados por una sección de vientos y piano ciertamente geniales, y estoy seguro que cuando David Lee Roth escuche esta versión, va a alucinar con ella, pues suena muy en la línea de su EP Crazy from the Eat de 1985.Lo cierto es que estamos ante un disco fantástico que gustará a cualquier amante del rock que también disfrute y sepa apreciar toda la riqueza musical del jazz.Cristián Pavez Tags # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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