Óscar Céspedes: Maiden Chile, una historia de amor y desencuentros

(Publicado originalmente en revista #Rockaxis166, febrero de 2017)

 

El periodista Óscar Céspedes cubre una historia que aún causa escozor: desde el bloqueo de la entrada de la banda a Chile por ser “satánicos”, hasta sus multitudinarios conciertos en el Estadio Nacional. Un relato que tiene de dulce y agraz.

 

Hoy en día, los fanáticos de Iron Maiden dan por sentadas las visitas de la banda a Chile: para los británicos, Santiago es una parada obligatoria. Pero en 1992 el panorama era distinto. Tras el anuncio de su debut en la Estación Mapocho, la iglesia católica presionó al gobierno para cancelar el show. Iron Maiden era una banda “peligrosa para la juventud”. En un libro que mezcla el relato en primera persona, junto con la investigación y entrevistas con figuras como el ex ministro Belisario Velasco y los periodistas Rafael Cavada, Álvaro Paci e Iván Valenzuela, entre otros, el autor narra la serie de episodios que han convertido a Iron Maiden en una de las bandas más convocadoras en nuestro país.

 

Por María de los Ángeles Cerda

 

-¿Qué te inspiró a escribir este libro?

 

-Primero que nada la parte emotiva, soy fanático de Iron Maiden. Sería tonto negarlo, no solo surge por la investigación periodística. Todo lo que ha pasado con Iron Maiden me hizo pensar que esto debía estar en un libro. Yo creo que la primera vez fue el 2008, cuando estuve en una conferencia de prensa, cerca de ellos, y el ver la reacción de la gente que estaba afuera del hotel. En la sala se escuchaba cómo la gente gritaba desde la calle “¡Maiden! ¡Maiden!”. Fue potente sentir eso, nunca había visto una reacción así por una banda.

 

-Invitaste a varios periodistas a compartir tu visión sobre la historia de Maiden en Chile…

 

-Sí, porque creo que desde el fanatismo podía contaminar un poco las cosas, pero tengo la contradicción de que un periodista no debe ser fanático, y aún así, fue mi fanatismo el que me llevó a convertirme en periodista de espectáculos. Esta banda fue la que me llevó a ser periodista. Pero, como para mí es difícil separar las cosas y por más que tratara ser objetivo, siempre tuve la idea de buscar opiniones de gente cercana a la música pero que también tuvieran el fanatismo bajo control.

 

-A pesar que ya conocías la historia por la que Maiden ha pasado en Chile, ¿hubo algún evento que te haya sorprendido en medio de tu investigación?

 

-Desconocía las cosas que pasaron antes de entrar al escenario. Ahí hay gente que tuvo más acceso que yo a situaciones que me hubiese gustado estar, porque a pesar que yo como fanático estoy totalmente satisfecho con las experiencias que me ha tocado vivir con la banda, hubo personas como Lobo Araneda que pudo viajar en el avión con Iron Maiden. Él venía volando sobre Los Andes y recordaba cuando Bruce Dickinson dijo “asómense por la ventana porque estamos pasando por una de las cordilleras más lindas del mundo”. Algo que parecía ser súper honesto y del corazón. Entonces eso me reafirma que para Iron Maiden sí somos un país especial, que ellos tienen una relación real con Chile. Freddy Alexis [Inquisición] también comentaba que la producción no se había hecho cargo del catering de ellos, que eran los teloneros, y la banda compartió lo que tenía. ¡Imagínate a Janick Gers caminando con una bandeja de hamburguesas! Es chistoso y bonito.

 

 

-¿Trataste de conseguir una entrevista con Iron Maiden para que dieran su versión de la historia?

 

-Hubiese sido la guinda de la torta conseguir la cuña de Harris que es el idóneo para hablar de todo esto. Harris ha vivido la historia con Chile desde un comienzo. Lo intentamos mediante los canales formales, pero nos dijeron que era complicado porque no era un libro oficial. Era un tema legal muy complejo.

 

-¿Cómo sitúas al Chile que no recibió a Iron Maiden en el 92 versus el Chile actual?

 

- Lo dijo Iván Valenzuela en el libro: Nosotros veíamos saliendo de una dictadura, lo más importante era recuperar el derecho a la vida, que en la calle no te sacaran la cresta, que no te secuestraran y te mataran. A nadie le importaban los derechos de los metaleros. Hoy en día te puedes manifestar por la causa que te identifique y me parece fantástico, pero hace 25 años te podían llevar preso por pensar distinto. Entonces justo llegan estos británicos chascones con carátulas medias raras, a nadie le iba a importar que la gente pudiera ver a la banda. El tema se amplificó mucho y terminó en algo vergonzoso: los censuraron por ignorancia.