Extreme

1990. A&M

Los nubarrones con los vientos de cambios paulatinamente se comenzaban a posar sobre la fiesta interminable en la que se convirtió la década de los ochentas para la juventud norteamericana. Aún faltaba un año completo para que en septiembre de 1991 el ‘Smells like teen spirit’ cambiara para siempre el escenario musical imperante para entonces.

Pero un poco antes, una banda oriunda de Boston, seguidora de la escuela de sus héroes locales de Aerosmith, pero con un guitarrista considerado como el nuevo Eddie Van Halen en la figura del extraordinario Nuno Bettencourt, se hacía cargo de mostrar algo diferente y con materia gris en ambiente saturado por los millones de bandas-clones que emergían buscando ser los nuevos Bon Jovi o Guns ‘N’ Roses, que casi habían terminado extinguiendo de la faz de la tierra al género. La brillante lírica de ‘Decadence dance’ ya manifestaba aquello, por lo mismo, Extreme se aseguró que este disco fuera lo suficientemente brillante y diverso en todos los aspectos, adhiriendo a su base de hard rock, mucho elementos del funk, del glam, del heavy y hasta del folk. Precisamente con la sentida balada acústica ‘More than words’ las colegialas llegaron como abejas a la miel, disparando las ventas del disco sobre el doble platino, pero también convirtiéndose en un puñal por la espalda para la misma banda, al que muchos auditores ocasionales consideraron como un grupo de un “one hit wonder”, esos golpes de suerte que te elevan a la cresta de la ola y después te dejan sumidos en el olvido.

La MTV también hizo lo suyo y canciones como la totalmente funky ‘Get the funk out’ (con el famoso guitarrista canadiense Pat Travers como invitado), tuvieron una gran difusión mostrando al personaje infantil de comic de la portada rodeado de los excesos del dinero, sexo, drogas, corrupción y explotación, evidenciando el carácter de disco conceptual que tiene la obra. Curiosamente la canción ‘Hole Hearted’ que no estaba en la edición en vinilo, sino sólo en formato cassette y CD, se convirtió en el segundo mayor éxito en la historia de la banda, con esas vocalizaciones tan propias del estilo góspel utilizadas por el vocalista Gary Cherone, algo que también queda en evidencia en la fantástica balada jazzística con piano de ‘When i first kissed you’, por lo que resulta increíble pensar que ocho años después tuvo un fatídico, polémico y poco exitoso paso como cantante de Van Halen, pero eso, es otra historia.

El bajista Pat Badger y el baterista Paul Geary completaban la banda, realizando una gran base rítmica en temas como los sarcásticos ‘Money (in god we trust)’ o en ‘He-man woman heater’ la que cuenta con una introducción en guitarra del hijo de Frank Zappa, Dweezil de reciente paso por Chile tributando a su padre. La espectacular sección de vientos de cortes como ‘Li’l Jack horny’ demuestra toda la riqueza de los arreglos del disco, con todos los detalles muy bien cuidados y producidos por un experto en la materia y quizás uno de los tres productores más importantes de esa década para el hard rock y el heavy metal, el legendario productor alemán Michael Wagener que partió durmiendo en el sofá de la casa de Don Dokken cuando llegó a trabajar a Estados Unidos en 1981.

“Pornograffitti” es al mismo tiempo el fiel reflejo de una época, pero también un punto de inflexión de una banda que quiso romper los límites, experimentar y demostrar que el hard rock en América tenía mucho más que ofrecer que sólo fiestas, sexo y mujeres, e incluso en su siguiente disco “III Sides to Every Story” (1992), llevarían las cosas aún más lejos, siempre conducidos por esa genial y única guitarra del gran Nuno, que por esos giros crueles que a veces tiene el destino, se gana el pan diario tocando para artistas de la talla de Rhianna, un cuento tan freak como muchas de las historias como las que nos encontramos en este disco, dejando claro que casi siempre la realidad supera a la ficción. En pleno siglo XXI, nunca es tarde para volver a disfrutar y (re) descubrir un gran disco, el mejor de Extreme evidentemente.

Cristián Pavez