Los Prisioneros
Pateando piedras
1986. EMI
El 15 de septiembre de 1986 se convertiría en uno de los días más importantes dentro de la escena musical chilena, ya que fue escogido para el lanzamiento del segundo álbum de Los Prisioneros, "Pateando piedras". Considerado como uno de los mejores LP de la banda y de la música chilena en general, el trío de San Miguel reinventaba su sonido para torcerle la mano al ya conocido síndrome del segundo disco. Mientras el mundo tenía puestos sus ojos, u oídos en este caso, "5051" de Van Halen, "The Queen Is Dead" de The Smiths o "The Final Countdown" de Europe -además del impacto entregado por obras del metal más visceral, como Metallica ("Master of Puppets") o Slayer ("Reign in Blood"), en Chile se horneaba lo que sería la cúspide de la música chilena de los 80.
Con una sonoridad ya consagrada y el reconocimiento que les dio su primer trabajo discográfico, los San Miguelinos trajeron bajo el brazo una nueva y arriesgada propuesta, que consistiría básicamente en dejar de lado el sonido típico de banda trío, compuesto por guitarra, bajo y batería, y dar un salto hacia el uso de instrumentos electrónicos, como secuenciadores, manejo de samples, batería electrónica y gran variedad de sintetizadores. Vale decir que fue una decisión acertadísima, ya que esta búsqueda sería lo que más tarde los posicionaría como una de las mejores bandas sudamericanas de la época e incluso, para muchos, de la historia.
Producido por González junto al renombrado Alejandro ‘Caco’ Lyon y tratándose del primer LP del grupo en ser editado por una multinacional, en este caso EMI, el álbum conceptualmente abarcaba el contexto nacional de la época. Crisis económica, cierre de industrias, cesantía y problemáticas varias por las que atravesaba el país es lo que transmiten las letras de sus canciones. No por nada son, como su primer disco lo dice, la voz de los 80, la voz de una generación descontenta que luchaba por ser escuchada.
Con un impecable fraseo lírico por parte de González, sin falsas acentuaciones ni cortes innecesarios a media palabra para cumplir con la métrica, el álbum abre junto a la canción que fue lanzada como su primer single, ‘Muevan las Industrias’. La canción estaba originalmente pensada como parte de un cuarteto que formarían las canciones ‘Muevan las Industrias’, ‘¿Quién le tiene miedo a las máquinas?’, ‘Arte para Cuatro Gatos’ y ‘Por Favor’. El carácter emocional brindado por el tono lúgubre de las armonías de voces en una lírica que aborda el cierre de industrias en 1982, y apoyado por una melodía en sintetizador, nos da una pista de lo comprometidos que estaban en la búsqueda de esta nueva identidad sonora. Además se utilizó una caja de ritmos Linn (la misma que usaron para ‘Eve-Evelyn’) con el sample del golpe a un balón de gas grabado en el estudio para lograr un sonido más metálico. Y es que son detalles como estos, apoyando la temática de la canción, los que hacen de este single un reconocible clásico. ‘Por Qué No Se Van’, compuesta originalmente para una obra de Vicente Ruiz, debía formar parte del disco debut e incluso llegaron a tocarla en algunos shows de ‘La Voz de los 80’ pero finalmente fue lanzada como adelanto junto a ‘Muevan las Industrias’. Lo que evidentemente fue un acierto en cuanto a temporalidad, siendo una de las canciones más famosas del álbum y de la trayectoria del trío, el track de la guitarrita en contratiempo se unió al movimiento de rock español que tomaba cada vez más fuerza en la época. Y quién sabe si hubiese alcanzado tal nivel de éxito al lanzarse la pista en su versión original.
‘El Baile De Los Que Sobran’ es sin duda una de las canciones más icónicas de Los Prisioneros y que rápidamente se convirtió en uno de los himnos no sólo de los 80’s sino que también de diferentes generaciones. Con una intro digna de fogata en la playa, esta pista en particular buscaba lograr un sonido similar al de Heaven 17 o Depeche Mode. La primera versión contaba con un tempo más lento, una caja de ritmos era la que comenzaba la canción en reemplazo del rasgueo en guitarra acústica que a estas alturas ya tiene fama por sí solo. Pero es en una segunda revisión donde se toma la decisión de añadir la guitarra acústica interpretada por Claudio Narea y el característico sample del perro, rítmicamente añadido por medio de un sintetizador ‘Emulator’ de E-mu Systems, aparato que salió al mercado solo unos años antes y era prácticamente una novedad de la época.
Llegando a la cuarta pista del álbum nos queda claro la atención que González y Lyon ponían en los éxitos internacionales de la época. ‘Estar Solo’ nos recibe con una base de bajo sintetizado junto a un arpegio de guitarra que nos transporta a un sonido parecido al de agrupaciones como Depeche Mode e incluso The Cure, que sonaban con gran protagonismo en esos días. Con un ritmo más lento en comparación a lo que nos presentan con anterioridad, la canción no es una de las favoritas de la banda por el poco tiempo que contaron para producirla. Sin embargo, su melodía y lo bajo de su tempo la convierte en una canción única dentro del disco. Mientras que la siguiente en la lista, ‘Exijo ser un Héroe’, fue un reto para Los Prisioneros. Una composición musicalmente mucho más exigente, es un trabajo que incluso ellos mismos catalogaron como ambicioso, ya que había una búsqueda por lograr varias melodías distintas dentro de la misma canción, cosa que según González no llegó a ser nuevamente por la falta de tiempo. Una canción original y con brillo propio es lo que nos presenta el trío en su quinta canción.
Como recompensa al hecho de levantarse y dar vuelta el cassette, en el lado B la banda de San Miguel nos regala ‘Quieren Dinero’. En lo que puede ser un fiel resumen de los 80’s con su mezcla de sonidos electrónicos al ritmo de una estructura que mezcla el Disco y el Western (con una fuerte influencia del trabajo de gigantes como Ennio Morriconne). Es una canción llena de crítica al modelo neoliberal y que continúa con la conceptualidad del álbum. Contando con una de las mejores y más reconocibles intros de la banda, este trabajo musical pega fuerte tanto sonoramente como con la intensidad de su letra, un clásico.
Con un sonido ahora más comparable al new wave britanico, ‘Por Favor’ es una canción que toca una temática quizás más humana y menos política. Siendo también la primera canción del trío que cuenta con la inclusión de un piano acústico, cosas que fueron tal vez un primer indicio de lo que se nos presentaría algunos años después en¿ su disco ‘Corazones’. Luego en contraposición, en un pequeño viaje al pasado, ‘Por Qué Los Ricos’ regresa al sonido de banda trío que los llevaría a la fama en su disco antecesor. Una canción que de hecho fue interpretada en vivo en algunos conciertos de la gira ‘La Voz de los 80’. Con una pista de batería electrónica en doble tiempo, una guitarra rasgueada en cada sonido de caja y un bajo al ritmo del bombo es una entrega que puede pasar muy desapercibida en este álbum de no ser por lo pegajoso de su coro. ‘Una Mujer Que No Llame La Atención’ entrega un sonido similar techno pop influenciado por Heaven 17 y Depeche Mode, aunque con alguna que otra carencia en su sonido, se siente como una pista incompleta en comparación al resto del disco. Sin embargo se podría considerar una primera parte de su ya conocida ‘Corazones Rojos’, ya que ambas comparten la temática del machismo. Por último, con una introducción radial de la ficticia “Radio Concert” (el cual estaba basado en la Radio Concierto FM, que en pocas ocasiones tocaba música nacional), ‘Independencia Cultural’ hace alegoría de las prácticas radiales y la poca presencia de música chilena en dichas emisoras. Con influencias de canciones como ‘Hombre Lobo en París’ de La Unión, González puso especial atención en crear una letra a la altura del resto de las escritas para el disco, aunque según su opinión no lo logró, es un digno cierre para tan potente álbum.
Un paso por el estudio que estuvo más enfocado en la producción, con un tiempo de sesiones de grabación más ágil producto a que en paralelo el trío tocaba casi a diario en maratónicas presentaciones (que los mantenían en perfecto estado musical) dio como resultado este disco de temáticas tan importantes como complejas, arriesgadas decisiones musicales y un proceso creativo donde el talento de Narea y Tapia, sumado a la impecable ingeniería de Lyon en son de las ideas de González nos regalan el que es un clásico del rock nacional y latinoamericano.
Fernanda Hein
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