Gustavo Cerati

1993. BMG

Todos sabemos que Gustavo Cerati es uno de los mayores exponentes del rock latinoamericano de las últimas décadas. Dejó una huella imborrable tanto con Soda Stereo como con su trayectoria siendo solista. Una carrera magnifica, entregada a la elaboración de clásicos y verdaderas joyas que son la clara representación de un artista excelso en lo que hizo. Con la agrupación que formó junto a Zeta Bosio y Charly Alberti se dio a conocer por todo el continente, de extravagante estética y sonido influenciado por la música anglo, Gustavo Cerati ya se ganaba un espacio en la escena musical. Que decidiese tomar un rumbo en solitario respondía a factores meramente artísticos y creativos, con la banda estaba en el punto de éxito más alto en el que se puede encontrar cualquier músico. La gira de "Dynamo" se detuvo de manera intempestiva; con ello, Cerati daría comienzo a una etapa de exploración musical mucho más íntima de lo que había desarrollado hasta ese momento.

A sus 34 años, Cerati se encontraba en una relación con la exmodelo y conductora chilena Cecilia Amenábar, prontamente se daría el nacimiento de su primer hijo, Benito. La situación sentimental y afectiva era sencillamente idílica, por ello no resulta extraño que todo este amor se viese reflejado en su trabajo inicial como solista, "Amor Amarillo". El nombre proviene de una experiencia de Cerati junto a su pareja, con quien estaba en Venezuela, en las playas de Los Roques. Ahí juntos recogieron unas piedras amarillas, que representaban al sol y la energía que este le brindaba al amor. El disco fue publicado el 1 de noviembre de 1993 y cuenta con 11 canciones que son la fiel representación de un Cerati apegado al lado más hermoso de la vida, uno en donde sólo hay espacio para el afecto y las ganas de expresarlo en el arte.

El tema homónimo es el que abre este álbum. De manera lenta y con falsetes muy característicos de Cerati, la canción va de forma progresiva, transmitiendo una calma dotada de cierta ternura, la cual se va acrecentando a medida que avanza y ya nos adentramos totalmente en esta experiencia psicodélica adornada de suaves arpegios acústicos y eléctricos. Finaliza creando una textura sonora que evoca un amor de ensueño, que va más allá de lo superficial. 'Lisa' representa uno de los actos dedicatorios más auténticamente bellos de Cerati, detallando en el amor más imperecedero de una persona a otra. El nombre de la canción sería el que tiempo después le pondría a su hija. En el aspecto compositivo todo arranca con una guitarra acústica protagonista, que se disipa con la voz suave de Cerati, decantando tras el clímax a un solo de guitarra que reafirma un gran despliegue técnico. 'Te Llevo Para Que Me Lleves' es lo más cercano al pop de todo el disco, transportándonos a un espacio en donde únicamente estamos nosotros y esa persona especial. Las vocales de Cecilia Amenábar se compactan perfectamente con la armonía de acordes de guitarra que aquí progresan desenfrenadamente, evocando una felicidad jovial. Es una declaración de amor incondicional, en donde el acompañamiento mutuo es lo único que necesitan.

 

Pasamos a 'Pulsar', en donde Gustavo haría uso de la técnica de sample, en este caso con el tema 'Sirius' de The Alan Parsons Project. Podemos asociar su sonido con el del trip hop que estaba empezando a popularizarse durante el fin de la primera mitad de los 90. 'Cabeza de Medusa' aporta densidad temática al disco, hablando sobre el deseo, sobre la necesidad y como esto lleva a comprar estímulos interpretables como afecto. Hay una cierta agresividad que se manifiesta en rasgueos de guitarra esporádicos que convergen con el contenido lírico de la canción. 'Av. Alcorta' es un track dedicado a la añoranza provocada por el lugar de donde venimos, fue compuesto cuando Cerati se encontraba en Chile, viviendo en un departamento en Providencia. Tiene un sonido bastante rockero, con una dinámica musical muy propia de lo que había hecho en Soda Stereo. La melancolía se impregna en uno a medida que escuchamos la sutileza instrumental que solamente alguien como Cerati puede volver tan compleja y directa a la vez.

 

El cover de 'Bajan' -original de Pescado Rabioso e incluido en el monumental "Artaud"- es una muestra de su respeto y profunda admiración por Luis Alberto Spinetta. No hay mucha variación a lo lanzado en 1973 más allá de una distorsión que permite que el sonido del tema no desentone con el resto del disco. 'Rombos' es la psicodelia hecha canción, guiándonos a un sueño del cual ni siquiera la contundencia de la guitarra nos puede despertar. Es un sueño penetrante que solo se acentúa gracias al sonido experimental; 'Ahora' es Nunca se mantiene en la misma línea y no hace más que confirmar las ganas de Cerati por explorar diferentes sonidos y experiencias auditivas. 'A Merced' tiene una parte acústica que se va equilibrando con las vocales de Cecilia Amenábar, Gustavo recitando partes de la primera canción del disco y el oyente aventurándose en un viaje emocional atestado de sentimientos intensos. Terminamos con 'Torteval' que es un juego compositivo, haciendo uso un buen uso de teclados y efectos vocales que aportan un nuevo matiz en la entrega final del disco.

"Amor Amarillo" es un grandioso trabajo, logrando representar gran parte de lo fue Gustavo Cerati como artista. En el álbum podemos escuchar una exploración rupturista, con un tratamiento temático original, en este caso sobre el amor, abordándolo con todos sus complejos. La destreza armónica no falta, las armonías se van tejiendo en una obra musical rica en sonoridad, destacando cada elemento sutilmente. Aquí podemos ver a un Cerati entregado totalmente a arriesgarse con la guitarra, entrelazando su uso de forma armoniosa y magistral. También hay tiempo para notar sus influencias, consiguiendo fusionarlas en un estilo personal que lo distinguió como el músico que fue. Con todo lo que he mencionado, esta obra es un ejemplo de maestría artística y además es el reflejo íntimo y perdurable de las aventuras más hermosas de la vida, musicalizadas por un disco espléndido que ha quedado en la historia de la música latinoamericana.

Jeremías Sepúlveda