Paul McCartney
McCartney III
2020. Capitol Records
Cuarenta años han tenido que pasar para llegar a este momento, el lanzamiento del álbum encargado de cerrar la trilogía de “McCartney”, una saga de discos que comenzó en el lejano 1970. Gestado en Sussex, Inglaterra, el LP de casi 45 minutos de duración fue producido e interpretado por Paul McCartney, continuando la línea de producción que comenzara con sus dos anteriores álbumes homónimos.
Un tour por Europa cancelado debido a la cuarentena, ese repentino tiempo libre que tuvo McCartney entre sus manos y una canción que formaría parte de un cortometraje de animación fueron la fuente de inspiración para comenzar a escribir y posteriormente producir el broche de oro de dicha trilogía. Un cierre que parte con un riff en guitarra acústica en ‘Long Tailed Winter Bird’, una composición instrumental de más de cinco minutos de duración con un beat ágil y pegajoso que ayuda a contrarrestar un poco el minutaje. Con pequeñas interrupciones de arreglos vocales termina por hacerte menear la cabeza a su ritmo, para luego dar paso a ‘Find My Way’. La canción que comenzó como un pasaje en piano, fue elegida como único single de este álbum pero lamentablemente no cumplió su función de sencillo debido a que fue lanzada de manera simultánea al álbum. Una pista que, aunque denota el cansancio en la voz de McCartney, logra hacer encajar las piezas en una mezcla donde la instrumentación y sonoridad se lleva las palmas. Y si me lo permiten, subrayemos el sonido del bajo.
‘Pretty Boys’ surgió a partir de un artículo sobre modelos masculinos que denunciaban abusos y agresiones por parte de un fotógrafo. Esta canción es un viaje al inicio de esta trilogía, con un sonido inmerso en lo acústico del “McCartney I” que apoya la emocionalidad de la lírica. Mientras que la pista de blues de ‘Women And Wives’ se empapa de una interpretación que recuerda a Johnny Cash o incluso a Nick Cave. ‘Lavatory Lil’ por su parte es una pieza donde Paul toma una pequeña Telecaster del 54 que, con su característico sonido cálido y brillante, se remonta a los tiempos del Abbey Road dando cuenta de que estamos frente a un álbum único, completo.
Con más de ocho minutos de duración es que se hace escuchar ‘Deep Deep Feeling’, canción que podría quizás considerarse como una oda a esta cuarentena y los sentimientos que trajo con ella. Si bien se consideró la idea de hacer una versión más reducida de esta pieza, McCartney optó por dejarla así y se hace entender al escucharla de principio a fin. Y dando cuenta que llegamos a una especie de lado B, el inglés nos presenta ‘Slidin’’ junto a un riff distorsionado digno de posicionarse como uno de los mejores de este larga duración. Una canción de sonido saturado que mantiene la energía de su intro hasta el final.
Manteniendo una línea más rápida que la primera mitad, llega la acústica ‘The Kiss Of Venus’, un trabajo que podría considerarse una oda a ‘Mother Nature’s Son’ de The Beatles. Le sigue la esperanzadora ‘Seize The Day’, una especie de carpe diem en inglés, un llamado a mantener resiliencia durante estos tiempos tan complicados, consejos que llegan de la mano del propio ex Beatle.
De vuelta a esta seguidilla de canciones en alto minutaje, ‘Deep Down’ da comienzo a lo que sería el final de este esperado pero al mismo tiempo sorpresivo álbum. Una pista que presenta un sonido que puede ser de lo más alejado a lo que nos tiene acostumbrados McCartney, una mezcla de la presencia lúgubre de un órgano, con el brillo de los instrumentos de bronce y un beat cercano al funk al que le sigue la rítmica de la voz, algo que llama la atención de principio a fin. Y luego, remontándonos a los años 70, llega ‘Winter Bird / When Winter Comes’. Una guitarra folk que cierra el LP de la misma manera en la que comenzó, como si de una paradoja se tratara, McCartney recurre al riff con el que nos da la bienvenida, para esta vez decir adiós.
Solo bastó con una canción para que Paul se inspirara a crear un nuevo álbum, la culminación de una trilogía en donde sus dos primeras partes estaban inmersas en complicadas situaciones de carácter más íntimo dentro de la vida de McCartney, un hilo conductor que cambiaría con esta tercera entrega, teniendo un alcance más amplio, englobado, algo que quizás se ve también retratado en los tiempos de gran parte de las pistas que componen este disco. Y es así, como con un empujoncito de la cuarentena y un par de maquetas que no lograron formar parte de “Egypt Station” de 2018, llega “McCartney III” sorprendiendo a sus fanáticos y amantes de la música para ayudar a cerrar de mejor manera este complicado año y, por qué no, para comenzar el próximo.
Fernanda Hein
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