Especial Slayer: segunda parte Estaciones en el abismo: figuras del metal chileno revisan su discografía Miércoles, 25 de Septiembre de 2019 El poder de representación que tienen los álbumes es tan vasto como deliciosamente aplastante: Desde luego, piezas de arte. Enciclopedias de estilo, acaso evidencias de influencia. Retratos de época cuando no embajadores generacionales. Sin embargo, en el universo de la música extrema esa gravitación asoma aún más extensa: Son disparadores de endorfinas y el big bang que funda la pasión desenfrenada, la lealtad eterna. Cuando el último foco se agote confundiéndose con la oscuridad espesa, cuando los últimos ecos de las guitarras se hermanen con el dolor nauseabundo de la pérdida, cuando la última frase sangrienta abandone la garganta de Tom para difuminarse en el angustiante pero ineludible nunca más, quedarán los discos, esos artefactos alquímicos que permiten a la música escapar de la muerte. En esta segunda parte de nuestro homenaje a Slayer, diversas personalidades de la escena metalera chilena – la mayoría integrantes de bandas destacadas, pero también escritores – se conectan con su experiencia para relatarnos qué representan para ellos – y ellas - los opus de una leyenda thrashera sin igual. Slayer lidera el festival SGL donde se presentará junto a Anthrax y Kreator el día 6 de octubre en el Estadio Bicentenario de La Florida, entradas por Ticketplus. Mientras que el martes 8 se presenta por última vez en el Sporting Club de Viña del Mar, entradas en Puntoticket. “Show no Mercy”. Por Yanko Tolic, guitarrista y vocalista de Massacre Esta es la verdadera grabación que me voló la cabeza a mí y a muchos thrashers de la época. Nos preguntábamos cómo en ese disco grabado en algunas noches de noviembre del ’82 habían sacado esas escalas con tantos ligados cromáticos que solo Robert Fripp se arriesgaba a hacer. Otra interrogante fue intentar saber cómo lograron ese sonido, que cuando lo escuchas directo del vinilo, se aprecian la cantidad de colores y variaciones que tiene. Tiene un sonido particular salido directamente de los amplificadores Marshall. Es difícil encontrar información de cómo lo grabaron. Fue una proeza financiada entre Tom Araya (trabajando de terapeuta respiratorio) y el papá de Kerry King que salió US$1.500. “Show no Mercy” llevó un paso más adelante lo que había legado Venom. Fue muy visionario Brian Slagel al ofrecerles sacar este vinilo a través de Metal Blade. Ayudó también al ser la banda más comentada con el tema ‘Aggressive Perfector’, que el mismo Brian incluyó en el recopilatorio “Metal Massacre III”. Escucho el disco de principio a fin apenas dejo caer la aguja en el tornamesa. Temas como ‘Black Magic’, ‘Crionics’, ‘The Final Command’, ‘Tormentor’, ‘Fight 'Till Death’ y ‘Metal Storm/Face the Slayer’ llenan mi existencia, sobre todo cuando la vida se me pone difícil. Por supuesto, “Show no Mercy” sería el punto de partida para un nuevo movimiento lleno de bandas que replicaríamos sus ideas y mensajes y una gran partida para el comienzo del sonido de Massacre. “Haunting the Chapel” (EP). Por Francisco Torres, guitarrista de Totten Korps Fui un privilegiado al tener en mis manos y disfrutar del EP “Haunting the Chapel” en vinilo en mi época de liceo, por allá en el año 86 (dos años después de su lanzamiento). Recuerdo que lo escuchaba por horas, una y otra vez, haciendo las mímicas de Jeff y Kerry con los dedos. Yo aún no tocaba metal y puedo decir con convicción que fue uno de los trabajos de Slayer - junto con "South of Heaven" - que me marcó para siempre.?Lo que más me gustó de ese trabajo fue el sonido: oscuro, orgánico, tubular y con harta reverb en toda la mezcla, bien separadas una guitarra de la otra, muy orgánico y natural, bombos naturales y gruesos. Si se fijan bien, pueden apreciar los roces de las palmas en las cuerdas y ruidos naturales que hoy se eliminan en la mezcla. El tema más infame de ese disco es, para mi gusto, ‘Haunting the Chapel’. Hay que destacar que el corte ‘Agressive Perfector’ tiene otro sonido y se advierte que fue un agregado a los otros 3 temas del EP y se nota a leguas que tuvo una mezcla diferente, no por eso bajando el nivel con los otros temas del disco. Si bien hoy Slayer es una banda completamente distinta, con otros integrantes, es, sin duda, una de mis bandas favoritas de toda la vida y un precedente innegable para el mundo del metal. “Live Undead”. Por Chris Irarrázabal, guitarrista de Nimrod 1985, recién llegado a Chile desde Francia, donde ya había adquirido el “Show No Mercy”, el cual no paraba de sonar en mi tornamesa. La salida de este en vivo coincide con ese nuevo mundo tan diferente y en que era tan difícil tener música metal por lo novedosa y costosa (los vinilos), pero eso se compensaba con la buena onda que había entre los pocos metaleros existentes que nos reuníamos en el Paseo Las Palmas a intercambiar vinilos o a grabar discos para pasárselos en casetes a los amigos. Todos estábamos locos con este nuevo grupo tan extremo, rápido y violento, y, además, ¡el cantante era “chileno”!, ¡wow, más locos quedamos! Este disco en vivo era pura agresividad y reunía lo mejor de lo escrito por la banda hasta ese momento, con un ambiente en el público que denotaba la pasión y fuerza de ese nuevo movimiento. Con ‘Black Magic’ abriendo los fuegos y terminando con un ‘Aggressive Perfector’ a la velocidad de la luz para esa época. Nimrod fue muy influenciado, en principio, por estas joyas de Slayer. De hecho, en el primer Manuel Plaza en que participamos (agosto del ‘87) tocamos el tema ‘Show no Mercy’ dejando literalmente la cagá entre los más de 2000 thrashers reunidos por primar vez en un festival thrash mítico. Aunque sea la hora del adiós, siempre Slayer estará en nuestro corazones ¡Long live, Slayer! “Hell Awaits”. Por Enrique Zúñiga, guitarrista de Atomic Aggressor Cuando lo escuché por primera vez, a “Hell Awaits” le tomó aproximadamente un minuto y 35 segundos atraparme. Después de una intro oscura como pocas, que por los acoples de guitarra siempre he creído que está conectada con el final de “Show No Mercy”, comienza una sucesión de algunos de los riffs más pesados y oscuros que ser humano alguno hubiera escuchado hasta ese momento. Con eso bastó para destrozarme la cabeza. Y como si fuera poco, después de eso Slayer acelera como no lo había hecho antes, acercándose incluso a corrientes más oscuras de metal que recién se gestaban por esos días y que estaban captando mi atención en ese glorioso 1985. De ahí en adelante, cada tema está lleno de riffs magistrales, icónicos hasta hoy, estructuras un poco más complejas que en el material previo, llenas de cambios de ritmo que producen un impulso ineludible de mover la cabeza y, por sobretodo, atmósfera, una impresionante y tremenda atmósfera llena de mística y malevolencia que, para mí, no volvieron a lograr en ningún otro álbum. En mi opinión, no hay temas bajos, todos perfectos. ‘At Dawn They Sleep’ o ‘Necrophiliac’ son brillantes, pero algunos como ‘Kill Again’ o ‘Crypts of Eternity’ son simplemente monumentales. Para mí, “Hell Awaits” es uno de los pilares que sostiene casi todo lo que vino después en el metal extremo. Uno de esos discos que hizo que 1985 quedara marcado para siempre por la oscuridad. “Reign in Blood”. Por Andrés Marchant, vocalista de Cabrío, ex Necrosis y Kingdom of Hate Una de las cosas más increíbles de la música es que se puede transformar en una máquina del tiempo. Los que llevamos años siendo ávidos amantes de metal lo sabemos de sobra. Hay discos que están muy mal grabados y tocados desde el punto de vista puramente técnico, pero siguen siendo obras de culto y te transportan a situaciones y vivencias pasadas. Esto es parte del porqué el metal es una pasión que sobrepasa décadas y generaciones. Sentimiento, alma, onda, vibe, usen el nombre que quieran. En 1986, año en que se publicó esta obra maestra del thrash metal, muchas cosas pasaban en la escena musical en Chile y en el mundo. Necrosis, mi banda en aquel entonces, estaba en proceso de componer y registrar un demo que fue mi debut en un estudio de grabación y se convirtió en un hito en la escena local. “Reign in Blood” fue una tremenda influencia. A diferencia de varios discos de la época, “Reign in Blood” aún suena bien y técnicamente es una obra maestra en interpretación instrumental (¡Lombardo es monstruoso!), vocal y en el arte gráfico. El álbum aún suena vigente, tanto como máquina del tiempo para mí como para generaciones más nuevas que no habían nacido cuando el disco fue publicado. “Reign in Blood” ya tiene más de 30 años, pero no ha envejecido. Puedo decir con autoridad que es parte importante en mi vida. Además, Tom Araya es chileno, de Viña del Mar (barrio Recreo) y evertoniano, ¡igual que yo! “South of Heaven”. Por Anton Reisseneger, Criminal, Pentagram, Brujería y Lock Up ¿Cómo se supera el álbum más rápido y furioso de la historia del metal? Mejor ni siquiera intentarlo. Eso fue lo que pensaron los integrantes de Slayer y su productor, Rick Rubin, cuando entraron a grabar el disco que sucedería a “Reign in Blood”. Y la estrategia resultó ser la acertada. Sin perder un ápice de la maldad y el peso de los riffs de Kerry King y, sobre todo, Jeff Hanneman, la banda bajó drásticamente el tempo en “South of Heaven”, lo que paradojalmente hizo brillar más que nunca a un Dave Lombardo ya instalado en su plena madurez musical. En lo personal, fue un shock escuchar las primeras notas y acordes de ‘South of Heaven’, como pensando “¿cuándo se acelera esto?”. Pero el álbum creció rápidamente en mí y en mi entorno, siendo hoy en día probablemente el que más escucho de los cuatro de Huntington Beach. Y si bien con ‘Silent Scream’ la banda dejó la prueba de que aún sabía tocar rápido (¡y cómo!), el ritmo en general más lento y la atmósfera oscura del disco parieron grandes clásicos que se iban a perpetuar en el setlist del grupo, como ‘Mandatory Suicide’ y el propio ‘South of Heaven’. El cantar más melódico de Tom Araya junto con los temas más contenidos sin duda acercaron a Slayer al mainstream, pero no se puede negar el ambiente absolutamente infernal que envuelve a “South of Heaven”, desde la icónica carátula, una vez más obra del recientemente fallecido Larry Carrol, pasando por las letras, en las que se ampliaron los oscuros horizontes de la banda hacia temáticas como la guerra y el aborto, y, por supuesto, la música misma. Mención aparte merece la respetuosa versión de Judas Priest, ‘Dissident Aggressor’, el primer cover que el grupo incluyó en un álbum de estudio, y que en este contexto deja meridianamente claro que los de Birmingham fueron una de las más grandes influencias musicales de Slayer. Un disco absolutamente esencial y, para mi gusto, entre los tres mejores de la banda. “¡On and on, South of Heaven!” “Seasons in the Abyss”. Por Francisco Cautín, bajista y vocalista de Torturer Fue en 1990, cuando, después de “South of Heaven”, Slayer me voló la cabeza con “Seasons in the Abyss”. En este álbum - de carácter más violento que su predecesor - destacan temas tales como ‘War Ensemble’, ‘Blood Red’, ‘Born of Fire’, ‘Dead Skin Mask’, ‘Spirit in Black’ y ‘Seasons in the Abyss’, del cual se realizó el genial video clip en la pirámides de Egipto. El último álbum del maestro Dave Lombardo sella la cofradía maldita creada por este cuarteto tan original que ha sido influencia directa de la mayoría de las bandas death - thrash metal de mediados/fines de los ‘80 e inicios de los ‘90. Siento que con este disco Slayer logró la madurez perfecta entre lo chacal y lo crudo, en conjunto con la manera más técnica que puede ser ejecutada la música por este cuarteto de la muerte. Pese a que con mi banda Torturer nunca comulgué con la idea de hacer versiones de temas de este LP – elegimos otras canciones como ‘Hell Awaits’, ‘Angel of Death’, ‘Criminally Insane’ o ‘Post Mortem’ - , la agresividad de esta obra de arte no merma en absoluto la crudeza de Slayer, banda que se pasea como quiere desde la brutalidad pura del thrash metal más demoledor y lo sofisticado del progresivo más técnico. “Seasons in the Abyss” es un discazo por donde se le mire y de seguro podremos disfrutar parte de esta joya en la despedida de los maestros del thrash metal mundial de la más alta factura en el estadio Bicentenario, de Santiago, el próximo 06 de octubre, liderados, por supuesto, por el incombustible Tom Araya. “Decade of Aggression”. Por Maximiliano Sánchez, autor de “Thrash metal, del sonido al contenido” y “Massacre: 30 años de thrash metal”. Slayer no es tan sólo una gran banda de metal, sino una agrupación que forjó una cultura y que desde “Decade of Aggression” se convertiría en –probablemente- la única banda que todo metalero siente una obligación mesiánica de ver alguna vez en la vida. Razón suficiente es precisamente esto: su excelso y apoteósico show en vivo. Pocas bandas pueden darse el lujo de contar con un disco en vivo plagado de sus mejores hits. “Decade of Aggression”, sin lugar a dudas, es una deuda saldada con sus fans que observaban cómo Slayer se posicionaba como una de las bandas más importante de la música extrema, pero que a su vez carecía de un registro en directo que permitiera apreciar toda su calidad interpretativa. Si bien “Live Undead” algo presagió, éste no lograba incorporar lo mejor de su repertorio, que a estas alturas (1991) bordeaba la perfección. El disco se recrea con una armonía tal que es percibido como si fuese una única presentación a pesar de haber sido registrado en distintas locaciones de Estados Unidos e Inglaterra. Con un sonido crudo y directo, sin subterfugios sonoros de estudio, la placa deja en evidencia el increíble poder arrollador de grandes clásicos como ‘Antichrist’, ‘Die by the Sword’ o las geniales ‘Raining Blood’, ‘Altar of Sacrifice’ y ‘War Ensemble’, entre otros temas que no contaban con registros oficiales en vivo. Sin querer, el nombre del disco tuvo su lado oscuro pues irónicamente pareciera que se auguraba una cierta “decadence” of Aggression: La salida de Lombardo y un posterior disco en estudio altamente cuestionado en un inicio hicieron de este “Decade of Aggression” el pináculo de la carrera de Slayer, el resultado de una trayectoria -hasta ese entonces- brillante y sin puntos bajos. “Divine Intervention”. Por Jimmy Ponce, baterista de Slavery, ex Criminal “Divine Intervention” fue un álbum demoledor de Slayer. Era el primero que hacían sin Lombardo y Bostaph tenía la oportunidad de desplegar parte importante de su artillería. Sin dudas, las expectativas eran altas ¡No defraudó en lo absoluto! Fue un trabajo aplastante en batería, una máquina de ejecución, desplegando un tremendo ataque en la caja y los bombos. Un álbum excelente de principio a fin con grandes temas y una gran performance de Bostaph que realmente me voló la cabeza con su intensidad, su técnica depurada y su creatividad. No decepcionó en ningún aspecto. Recuerdo haber escuchado cada tema hasta el cansancio y haber sacado partes y temas en batería. Recuerdo que algunos me costaron bastante ya que Bostaph dominaba algunas técnicas bastante complejas. Lo mejor vino después, cuando Slayer era parte del Monsters of Rock y Iron Maiden era cabeza de cartel, en aquella polémica visita que se canceló por el episodio Pinochet en Inglaterra. Ahí tuve la oportunidad de compartir escenario con dos de mis bandas favoritas, a quienes admiré y siempre soñé tocar con ellos; y, claro, compartir escenario fue una experiencia inolvidable. Incluso más cuando ya habíamos tocado con Criminal y estábamos en backstage y llega Paul Bostaph a saludar y a felicitarme por mi desempeño aquella tarde ¡Probablemente vio que le había pedido prestados algunos de sus trucos! El broche oro fue cuando me pidió prestados mi caja, mis pedales y otras cosas, ya que su equipo no había llegado desde Argentina. Slayer fue gran fuente de inspiración en mis primeros días como baterista y hasta el día de hoy lo siguen siendo. “Unidisputed Attitude”. Por Felipe Huerta, vocalista de Conflicted Mi primer choque con “Undisputed Attitude” ocurrió durante el año ’97 con ‘I Hate You’, el famoso video que programaba Headbanger´s Ball. Ese mismo año, y gracias al citado programa, conocí a Slayer, pues entonces no sabía nada de ellos, ni siquiera que un año atrás habían realizado su propio homenaje a las bandas punk que, según Kerry King, habían hecho de Slayer lo que hasta ese minuto eran. Menos sabía que casi 10 años antes habían parido el estruendoso “Reign in Blood”, o sea, estaba en la absoluta ignorancia. Pese a lo anterior, tenía muchas ganas de descubrir el catálogo del cual “Undisputed Attitude” me adelantó la velocidad, la agresión, la oscuridad y la vulgaridad que representa la música de Slayer. Bandas como G.B.H, D.R.I, Minor Threat o Pap Smear - el proyecto hardcore punk de Hanneman – eran piezas que perfectamente podrían calzar como el embrión de un futuro llamado death, grindcore o metal extremo en general. Tiempo después, en una entrevista de esas varias que abundaron en los pasquines españoles de Metal Hammer o Kerrang, el dueto de cuerdas manifestaba su repudio al "punk pop" de ese entonces y encaraban con su tributo a la comercialidad, el éxito y la falta de actitud de Green Day y The Offspring, entre otros (curiosamente, tiempo después pudimos apreciar a King colaborando con SUM-41). Lo único cierto es, pues, lo antes descrito: Ese disco de versiones demuestra completamente una indiscutible actitud, fertilizante prefecto para las generaciones post venideras de crossover, crust/thrashcore o como mierda quieras llamarle. “Diabolus in Musica”. Por Carlos Quezada, vocalista de Saken Corría 1998, Metallica tenía a todo el mundo tomando wiski en jarra, el nu metal había asaltado todos los rankings con Korn como cabeza de cartel, llenando arenas y vendiendo millones de discos, el mercado de la música alternativa se había remecido por la aparición de Placebo y en medio de todo esto, Slayer lanzó “Diabolus in Musica”, ¿qué tal? “Diabolus in Musica” es el disco más innovador de Slayer. Es el primero donde se bajaron los tonos de la guitarra, donde la voz de Araya fue objeto de efectos como nunca antes. El solo comienzo de ‘Bitter Peace’ daba cuenta de lo que se nos venía: Una patada en la cara de aquellos que pensaban que los nuevos códigos del nu metal no podían ser parte del metal de la banda extrema más popular del mundo. Canciones cargadas de ira como ‘Love to Hate’, ‘Stain of Mind’, o la inmortal ‘In the Name of God’ (sí, la misma que Tom Araya se negaba a cantar por lo satánica que era), todo creado por Hanneman, que fue a los lugares más recónditos de su mente para encontrar la agresividad que caracterizaba a la banda y que vuelve locos a sus fans. Slayer con este álbum rompió el molde, tal como el acorde maldito que representa su nombre, un juego de ritmos que sorprendieron a sus fans más puristas, pero que volvieron loca a toda una generación de nuevos fans que pensaban que Korn era lo más brutal que existía. El disco no ganó ningún premio, no fue escogido entre los mejores del año, pero debutó en el top 100 del Billboard, donde se mantuvo algunas semanas en una era en la que el metal extremo se preparaba para entrar en la peor crisis de su historia. A la larga, este disco sirvió para convertir a Slayer en la única banda de metal extremo capaz de llenar arenas, de realizar giras enormes y para transformarla en la leyenda que es hoy ¿Alguien puede imaginar el mundo de la música sin Slayer? A mí me cuesta mucho. “God Hates Us All”. Por Max Kübler, guitarrista y vocalista de Straight Terror Slayer ha sido una guía espiritual a lo largo de mi vida. Cada disco me ha entregado diversas sensaciones y ha abierto nuevas posibilidades en el género (algo que no muchas veces ocurre en el thrash). Como es de esperar, hay fanáticos de una u otra era de Slayer. La era de Paul Bostaph le entrega a la banda un carácter mucho más abierto y siento (aquí me matarán algunos) que tiene aún más recursos que Lombardo (¡Forbidden aún me vuela la cabeza!). Encuentro que “God Hates Us All” es muy variado y está lleno de matices que relucen en muchas partes. Esa intro – ‘Darkness of Christ’ - que me recuerda a ‘Hell Awaits”, pero actualizada y luego ‘Disciple’, ¡qué canción más densa, llena de ira y furia! Como traída del mismísimo infierno. ‘God Send Death’ es la manifestación perfecta que las cosas habían cambiado para Slayer: acordes abiertos, sonando el bajo, cortes, voces medias habladas, toda una balada, ¡pero esto también suena muy Slayer! ‘Exile’ es una de mis favoritas. Por favor escúchenla, debería tener más méritos. ‘War Zone’, ‘Here Comes the Pain’ y ‘Payback’ son joyas. A mí me gustó a fondo “Diabolus in Musica” y “God Hates Us All” me pegó en la cara. No es el disco de Slayer que escucho más, pero cada vez que lo pongo me da una sorpresa y me quedo pegado analizando las estructuras de cada canción. No era el mismo Slayer, por supuesto, pero, ¿cómo podrían evolucionar haciendo “Reign in Blood” toda la vida? Atreverse a innovar y seguir creando nuevos rumbos es algo notable. “Christ Illusion”. Por Leonor Dinamarca, autora de “Metáforas negras” y “las Almas de los condenados” Es conveniente señalar que comencé a escuchar metal entre 1987 y 1988 y Slayer fue una de las bandas que llamó mi atención. Rápidamente fui navegando por esta nueva tendencia musical y, efectivamente, el thrash influyó fuertemente no sólo en mí sino que también en mi creación poética al punto de titular uno de mis poemarios “Diabolus in Musica”. Este estilo me provocaba la intranquilidad necesaria dada por los tritonos prohibidos en la Edad Media y que fueron ávidamente utilizados por esta corriente musical. Así, entonces, Slayer influye tanto en mi forma de ver el mundo y el arte, así como en la manera de decir las cosas desde el punto de vista literario. De allí que ‘Christ Illusion’ sea, para mí, un elemento inspirativo importante tanto en su base musical como en sus letras. Revisar, por ejemplo, la temática de las religiones, el odio en la visión de un terrorista o lo que se advierte en la mente de un soldado a partir de la experiencia de la guerra desde una mirada oscura y retorcida genera un ideario honesto de la decadencia del mundo occidental actual. Esta manera de mostrar la realidad desde un punto de vista crudo y sin filtros es un elemento constante en mi ideario poético y que dice relación con el cuestionamiento cotidiano que realizo. Algo supo expresar Slayer que logró masificar la propuesta y el mensaje de una guerra cultural: Grammy por mejor intérprete de metal con ‘Eyes of the Insane’ o tener un quinto puesto del Billboard nos permite suponer que estas temáticas calan profundamente. En lo que a mí respecta, veo una constante guerra que no acaba y que no sólo habla de metralletas, bombas o misiles. Hay una guerra subterránea, un odio masificado por las cosas más insólitas en cada rostro que observo. Estamos en un momento cultural en que todos son enemigos de todos, ya sea por política, religión, género o formas de alimentación ¿Esa es la verdadera Ilusión de Cristo? Sin ser cristiana, puedo decir que no hay que pasar por un dogma para respirar esta decadencia. “World Painted Blood”. Por Paulina Cádiz, bajista de Warpath y Lupus El mundo pintado de sangre…Recuerdo cuando en 2009, antes de que se publicara este álbum, Slayer lanzó 4 ilustraciones distintas que, al juntarlas, se podía ver el planeta pintado de rojo. Cabe mencionar que fue el último disco hecho con los integrantes originales. Finalmente, en noviembre de ese año salen a la luz pública 11 temas brutales con letras apocalípticas y sangrientas, de asesinos y destrucción. Ese año fui mamá y estuve tocando en muchas fechas. Algo de este disco había escuchado gracias a los 3 sencillos que habían lanzado – ‘Psychopathy Red’, ‘Hate Worldwide’ y ‘World Painted Blood’ -, 3 canciones que me acompañaron en mis largas noches amamantando y preparando mis bajos para cubrir las fechas comprometidas. Slayer es una banda infaltable a la hora de mis labores domésticas y “World Painted Blood”, un disco que refleja la realidad que vivimos en este momento, como si Tom Araya hubiese intuido todo lo que se nos venía encima…El mundo pintado de sangre. “Repentless”. Por Nico Borie, vocalista y guitarrista de Parasyche. Youtuber Como nos enteramos al momento en que anunciaron su retiro, “Repentless” quedará como lo último que nos dejó la banda en estudio, y en este regreso post muerte de Jeff Hanneman (QEPD), nos regalaron una placa donde demostraron que aún había suficiente rabia por la que gritar y mucha energía que expulsar. Un disco que no se da muchas vueltas para empujarte con mucha fuerza al mosh a través de pasajes muy rápidos y otros súper demoledores. A pesar de no tener a Hanneman ni a Lombardo, es un disco que se siente muy Slayer porque la alineación actual fue muy fiel al espíritu clásico de la banda, el cual ha hecho de Slayer una de las agrupaciones que más han mantenido la coherencia y consistencia en toda su carrera. Letras crudas y explícitas, al igual que lo que podemos ver en el sangriento video del single ‘Repentless’, que, en mi opinión, es el tema que más destaca junto con la completa ‘Cast the First Stone’ y el sonido grandilocuente que lograron en ‘Pride in Prejudice’. También fue interesante escuchar a Slayer nuevamente con una producción de sonido más moderna pero impecable, la que le queda bastante bien. Es un álbum que nos hace cabecear con esos dejos de maldad propios de los riffs de King y compañía. No tengo claro si al momento de publicarlo sabían que sería el último, pero creo que es un disco que se despide de buena forma de los fans más fieles y seguramente les sirvió para motivar y atraer a una fanaticada más joven a sus giras en los últimos años. Mauricio Salazar Rodríguez Agradecimientos a Claudia Galaz Sanhueza Revisa la primera parte del especial de Slayer Tags #Slayer # Especial # Kerry King # Tom Araya # Show No Mercy # Reign In Blood Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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