Iron Maiden

1984. EMI

COrría 1984 y Iron Maiden se había instalado definitivamente dentro de los mejores exponentes de la New Wave of British Heavy Metal. Atrás dejaban la gran vara impuesta por “Piece of Mind” y tenían el deber de mejorar lo antes conseguido. Y lo hicieron. Partiendo por el arte de este disco, con Eddie imitando al emperador egipcio Ramsés, la banda dejó en claro que para entrar en terrenos misteriosos ellos eran los guías indicados.

El comienzo para ‘Aces High’ dio el primer puñete de energía y calidad. ‘2 Minutes to Midnight’ le sigue para dejar a todos con la boca abierta. Esas eran canciones bien hechas con sentido. Las mejores guitarras de Maiden apoyando la intensa forma de cantar de Bruce Dickinson no tenían otro destino que transformarse en himno. Realmente fantástica.

El recorrido continúa con ‘Losfer Words (Big ‘Orra)’, el único instrumental. El bajo de Steve Harris es el fondo perfecto para cualquier creación. A esta altura ya han transcurrido más de 14 minutos de música y Iron Maiden ya dejaba claro que este disco pintaba para clásico eterno. ‘Flash of the Blade’, ‘The Duellist’ y ‘Back In the Village’ nunca tuvieron la importancia o repercusión que las otras cinco del álbum, pero sin duda que también son grandes composiciones. La primera es rapidísima y dinámica, manteniendo ese aire misterioso que rodea la obra completa. ‘The Duellist’ sigue el mismo recurso. Por último, ‘Back In the Village’ también nos muestra la faceta de velocidad que estos cinco tipos manejaban como si fuera lo más fácil del mundo. Para muchos esta es una canción subestimada y recuerda los tiempos más crudos y directos de los primeros tiempos.

Con el fin de terminar una obra maestra, Iron Maiden tenía que dar la estocada final. Y para eso qué mejor que ‘Powerslave’ y ‘The Rime of the Ancient Mariner’. ‘Powerslave’ es la esencia de Iron Maiden, ese velo de ocultismo con voces de ultratumba y una melodía que llega a erizar los pelos del cuello. Por temas como este, el grupo superó la categoría del heavy metal para convertirse en los cultores de un estilo único, reconocible y variado. ‘The Rime of the Ancient Mariner’ es el primero de los tracks realmente épicos que seguirían en desarrollo con el paso de la discografía. Pero la vara quedó demasiado alta. La cadencia de esas guitarras se combinan con la potencia que retumba en el bajo de Harris, sumado a las intervenciones en los solos combinados de Murray y Smith, junto con el increíble manejo vocal de Dickinson van construyendo una historia de maldiciones y sorpresas que nuevamente hacen palidecer.

Dicha canción es el cierre notable para un álbum notable. Iron Maiden era (y todavía lo es) ese deseo oculto por lo desconocido. “Powerslave” es el inicio del período más creativo de la banda, una trilogía que seguiría con “Somewhere In Time” y remataría en la excelencia de “Seventh Son of a Seventh Son”. Eso es Iron Maiden, una agrupación que no pudo ser igualada por sus contemporáneos y trascendió cualquier frontera estilística.

Keko Peralta