Wino Forever Gone Jueves, 31 de Diciembre de 2020 2020. Ripple Music Tras haber formado parte de dos estandartes del doom metal como los inmortales Saint Vitus y los seminales The Obsessed, además de un cuanto hay de incursiones como Spirit Caravan, The Hidden Hand o Shrinebuilder, está clarísimo que Scott Weinrich, “Wino” para los amigos, se encuentra en un punto de su historia en la que puede hacer lo que quiera y eso incluye seguir su carrera solista con un disco acústico tan potente como “Forever Gone” (2020). Sí, los adjetivos “potente” y “acústico” fueron usados para describir la misma obra. Haciendo un catastro rápido de sus esfuerzos en solitario, “Punctuated Equilibrium” (2009) es todo lo que queremos escuchar del músico, no es necesario que caiga en lugares comunes para mostrarnos de lo que está hecho, pero es una muestra bastante certera de sus definiciones eléctricas con un rock bastante sabbáthico y lleno de groove. El punto de inflexión viene con “Adrift” (2010), en el que se vuelca a lo acústico en un sentido blusero, con cortes realmente arriba y otros más tenues, pero con una construcción bien elaborada que abarcaba diversos territorios. El panorama es mucho más sombrío en “Forever Gone” (2020). ‘The Song Is at the Bottom of the Bottle’ es una de las que grafica de mejor manera el ethos del lineamiento de Wino en esta oportunidad, con una ambientación general de luces bajas que invita a la reflexión, sumando un coro de acordes sanadores que se perfilan como uno de los más conmovedores de este registro. En ‘No Wrong’ y ‘Taken’, la guitarra eléctrica llora suavemente, secuestrada por el dramatismo intrínseco de la melancolía que la garganta y las manos del oriundo de Maryland derraman con los sentimientos a flor de piel. En la contraparte, encontramos a ‘You’re So Fine’, un blues con sabor a alcohol y tabaco que levanta un poco el ánimo con un slide juguetón que si bien plantea un cambio de paradigma con el respecto al plano general, se entiende que es parte de lo que Wino lleva en la sangre, por lo que es provechoso verlo salir de las sombras, aunque sea por menos de tres minutos. La tradición del folk y del country se hacen sentir en ‘Lavender and Sage’ y ‘Was, Is, and Shall Be’, ambas engalanadas con la presencia de Alexandra Weinrich en los coros, quien aporta la fineza mientras su padre deja todo en una interpretación aguardentosa, llena de ese carisma distinguible a kilómetros de distancia en cada proyecto que encabeza. Los seguidores más atentos a la carrera de Weinrich, notarán que la titular ‘Forever Gone’ y ‘Crystal Madonna’ ya tienen otra vida en “Freedom Conspiracy” (2015) junto al músico Conny Ochs, cuya compañía le da un cuerpo diferente a composiciones que hoy encuentran ornamentos mucho más delicados. Las voces en dueto de Ochs y Weinrich no son más que un recuerdo cuando este último las afronta en soledad, con rasgueos menos acalorados y una cadencia más reposada. ‘Dead Yesterday’ y ‘Dark Ravine’, también fueron abordadas en un trabajo previo con Ochs llamado “Heavy Kingdom” (2015). Mientras la primera se mantiene en esa atmósfera opaca con una exquisita figura en las seis cuerdas, la segunda se deja poseer por la magia de la banda completa, en la que el baterista Brian Costantino y el bajista Brian White de The Obsessed tienen mucho que decir, dándole frescura a esta nueva versión con una rítmica certera y, a su vez, muy personal, lo que produce un cierto alejamiento de la austeridad general de la obra, pero respeta los cánones de intimidad a la hora de los arreglos. Si se trata de contrapuntos interesantes, el cover de Joy Division ‘Isolation’ es el mejor ejemplo, no solo porque se aleja a años luz del synth pop sombrío de su encarnación original con una mirada eléctrica, sino porque es una expresión de la buena camaradería de sus integrantes, una revisión al catálogo de Curtis y compañía que engendra un híbrido llamativo. En el documental “Such Hawks Such Hounds”, Wino se despacha la siguiente frase: “mi percepción del ‘doom’, lo que me transmitía, era una emoción que viene de las entrañas, una emoción visceral que te hace llorar”. Precisamente, es esa emoción la que encontramos a raudales en una entrega elegante, profunda y conmovedora como esta. A ratos es oscura, pero tiene una luz al final del trayecto que sacude por completo al auditor. Es más, todo aquel que disfrutó con el anterior “Adrift” (2010) se llevará una excelente impresión de esta nueva travesía introspectiva del hombre que hace vibrar las murallas en The Obsessed. Hay momentos en que no hace falta depender de una distorsión cuantiosa para tener todo el peso del mundo y “Forever Gone” (2020) está aquí para recordarlo, expandiendo las habilidades de Scott Weinrich como compositor, guitarrista, y sobretodo, como contador de historias. Pablo Cerda Tags #Wino # Forever Gone Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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