Wooden Veins

2021. Vinyl Division

 

Siempre es reconfortante escribir sobre bandas nacionales. Las complejidades que hay detrás del trabajo de creación musical, y en general de las artes, merecen el reconocimiento público y transversal. Luego, la calidad detrás de lo publicado es algo que se deberá evaluar, no con liviandad o crueldad, sino que con la vara de lo producido. Esto corre para todos los artistas.

 

Por lo mismo, publicar un disco de metal es realmente meritorio, esto si consideramos lo acotado del mercado y la baja promoción en los medios de comunicación tradicionales. Teniendo un propósito claro es como surge Wooden Veins, un cuarteto nacional formado el año 2020, el que presenta este año su primer larga duración, placa llamada “In Finitude”.

 

La propuesta musical puede enmarcarse siguiendo la línea de producción de sus integrantes: en una primera mirada es doom lo que predomina, teniendo el complemento sólido del metal vanguardista. Se trata de un trabajo personal, de calidad, innovador y actual, no teniendo nada que envidiar a producciones internacionales.

 

La banda tiene su origen cuando el tecladista Eduardo Poblete abandona Mourning Sun, otra destacada banda nacional, queriendo crear un tipo diferente de música, algo propio y que pudiera ampliar el rango técnico y también diversificar la propuesta genérica. Wooden Veins rápidamente se convierte en un trio, sumándose Juan Escobar, exMar de Grises, quien participó en un principio solo como productor para luego convertirse en el guitarrista, además de Javier Cerda, quien se encarga de las voces. Por último, Alberto Atalah, miembro de las bandas The Outside y Tetractys, fue el baterista de sesión.

 

La intención siempre ha sido diferenciarse e intentar construir algo único, razón por la cual un libro publicado por Javier Cerda, “Poética de Arturo H. Lobos”, es la base temática para la lírica del disco, la que ahonda en las ideas de la vida y la muerte, las ilusiones y el impulso por vivir, sumado a una serie de reflexiones existenciales. Por si fuera poco, este álbum es su primer trabajo como vocalista.

 

El álbum fue producido por Juan Escobar en los estudios Vultura, ubicados en la República Checa, y fue masterizados por Magnus Lindberg. La portada fue confeccionado por el artista visual francés Jean-Emmanuel "Valnoir" Simoulin, en el laboratorio Metastazis, con clientes tales como Ulver, Amorphis y Paradise Lost.

 

Una primera cosa que me sucedió después de escuchar, más de una vez, el álbum de Wooden Veins: las comparaciones con otras bandas surgieron de forma instantánea. Por mi cabeza pasaron This Empty Flow, Mar de Grises (obvio), Katatonia, Anathema, In the Woods…, Pantheist, Mourning Sun (también una obviedad) y algo de My Dying Bride. Este listado es sin el ánimo de minimizar el disco, solo para transparentar lo relevante y transversal que pudo llegar a ser la propuesta del cuarteto nacional.

 

Respecto del disco, comienza con ‘Thin Shades’, una suerte de reflexión musical, sosegada y profunda. Es una canción íntima y cautivadora, con una intensidad sobrecogedora donde la música y la voz van de la mano creando un aura melancólica y siendo una muestra precisa de la calidad que se avecina.

 

‘Beyond Words’ es intensa desde el comienzo, siendo una suerte de continuación de la canción anterior. Es un track rápido, teniendo algunos intervalos más lentos que se conjugan con precisión con el ritmo general. La vocalización es crucial. ‘Herradura (by the Sea)’ es hipnótica y taciturna. Se mueve a un ritmo contemplativo, el que se rompe por una pasiva crudeza construida a través de la relación musical. Es un viaje cósmico elaborado con simpleza y muy efectivo, donde un solo de guitarra se vuelve el final y el paso al corte siguiente, ‘Mirages’, épica y monumental. Inicia siendo una suerte de contemplación pasiva y experimental, para luego tomar un ritmo acompasado mediado por la guitarra y la batería, volviendo, con intervalos, a su cadencia original. Es una correcta muestra de la diversidad musical de sus integrantes, pues en sus ocho minutos puede ser entendido como más de una canción. Es belleza profunda y meditada.

 

‘The Veiled Curse’ fue lanzado el año 2020, y como gran parte del álbum es una canción subjetiva, dejando una sensación de omnipresencia y luminosidad. Se desplaza a un ritmo medio, conjugando la sonoridad, moviéndose con sosiego, con una intensidad presentada según una atmósfera rara y emotiva. Algo muy semejante sucede con ‘Invern’, el siguiente corte, igual de meditado y personal. La primera impresión es casi de dolor y soledad, con una ambientación que con el paso de los minutos va convirtiéndose en algo más contundente y pesado, pero siempre bajo un ritmo acompasado y deprimente. Termina con una oscura y penumbrosa luminosidad.

 

‘Empty Arcs’ es particular: una base electrónica sumado a una voz profunda y hablada son la antesala de un cambio bien ejecutado. El ritmo pasa a un tiempo medio guiado por la batería y el bajo, dejando una composición diferente. Es una suerte de ciclo compositivo que va y viene. Por último, cerrando el disco tenemos el tema ‘In Finitude’. Hipnótico y minimalista, se desplaza con pasividad y un aire soñador, pasando luego a quizá la más contundente crudeza del álbum. Pero, constante en la totalidad del corte, un atisbo oscuro y apagado se mezcla con cierta luminosidad y brillo, volviendo el conjunto en algo tenue y velado. Es un final elevado y memorable, instancia que deja de manifiesto la línea de trabajo de la banda en este disco: emoción, sensaciones múltiples que se mueven en cimas de cegadora luz y profundidades de abismal oscuridad. Aquella mirada doom de sus integrantes se deja apreciar con encantadora claridad.

 

Lo que podemos apreciar en la entrega de Wooden Veins es un trabajo serio, con un nivel equilibrado y estable. No se aprecian cimas ni exuberancias musicales: la sensación al terminar el disco es de cierta regularidad y mesura, una especie de ruta segura en base a las experiencias de sus integrantes. Solo nos queda esperar una siguiente entrega y evaluar el camino que seguirán.

 

Felipe Reyes