Venezuela, música a pesar de todo: Parte II

(Ver la parte I, aquí)

 

El rock y el pop del país buscan afianzarse tanto dentro de sus fronteras como en el exterior. No son pocos los artistas que han emigrado para adentrarse en otras industrias. Una historia que comenzó hace más de cinco décadas, ha derivado en una variedad de experimentos sonoros para distintas generaciones

Por Humberto Sánchez Amaya

En el año 2000 empezó a registrarse en la historia el colectivo Los Andes Electrónicos, que reunió a proyectos como Submarino y Dioslepague, influenciadas por el rock, el trip hop, el dance. Igualmente, empezó a afianzarse en la escena Luz Verde, que con 7 discos, se mantiene como una sólida propuesta leal al rock and roll que desde hace unos años tiene su base en Barcelona, España.

De esos primeros años del nuevo milenio, se debe mencionar a grupos como Los Paranoias, Sur Carabela, Bacalao Men o Los Pixel. A partir de 2006 se experimenta un nuevo ímpetu en la movida. De acuerdo a Félix Allueva, presidente de la Fundación Nuevas Bandas, desde ese año el pop rock venezolano empieza a vivir uno de sus mejores momentos hasta 2014. "Su rastro de identidad es el crecimiento cuantitativo, diversidad y creatividad. Lírica que roza la cotidianidad venezolana, Se multiplican las organizaciones dirigidas a la animación sociocultural del fenómeno. Florecen los conciertos en las calles, la toma de espacios culturales y la estabilidad de locales nocturnos. Vigorosa producción discográfica. En general, se profesionalizó el sector e incrementaron los fans", indica en el libro Rock Vzla 1959-2019.

 

Después, en el país se profundizó la incertidumbre por las consecuencias de la revolución chavista, y se incrementó la partida de venezolanos hacia otros países.

Pero durante esos años señalados por el gestor cultural, bandas como La Vida Bohème, Viniloversus, Los Mesoneros y Rawayana retomaron la atención de un público que era capaz de llenar plazas solo por ver a grupos, que entonces eran noveles, y ahora se presentan en distintos escenarios internacionales. Surgieron nuevas canciones que se han convertido en claves del repertorio popular reciente como 'Flamingo', 'Dos secretos', 'Indeleble'. Si bien la crisis venezolana trastabillaba la estabilidad de sus ciudadanos, desde el arte, en este caso la música, se expresaban alegrías y pesares en medio de la adversidad.

Ese nuevo auge de entonces empezó a consolidarse no solo en el país, sino también en la crítica y la academia. En 2013 el disco "Será" de La Vida Boheme ganó el Latin Grammy como Mejor Álbum de Rock, quizá un logro común para otros países de la región, pero poco habitual para los rockeros venezolanos. Dos años antes, la ópera prima de la banda, "Nuestra", compitió en la versión anglo de los premios, en los que también han sido nominados Los Amigos Invisibles y Desorden Público.

También Famasloop, Okills y Charliepapa empezaron a sonar cada vez más en radios y festivales, tanto en Venezuela como en el exterior. Pero los problemas políticos, económicos y sociales obligaron a varios músicos a emigrar. Incluso, de esas bandas, han surgido proyectos solistas de algunos de sus integrantes como Rodrigo Solo (Viniloversus), Tropical Man Go (Viniloversus), El Arcas (Okills), Willbert Álvarez (Luz Verde), Reis (Candy 66), DJ Trujillo (Dioslepague), Zurbarán (Dioslepague), Garnica (Submarino). "Los músicos venezolanos en distintas partes del mundo están creando y haciendo crecer sus proyectos. Podemos disfrutar de distintos lanzamientos que se pasean por el indie rock, pop rock, grunge rock, punk rock, fusiones increíbles con sonidos tropicales, jazz, folk, entre otros", comenta Luanda Caleca, productora y relacionista pública, fundadora de la agencia Señor Luc, dedicada a la promoción y gestión cultural.

Es deber mencionar la carrera como productores o ingenieros de sonido que han desarrollado algunos músicos que provienen de algunas de las agrupaciones mencionadas: Carlos Imperatori (Dioslepague), Ricardo Martinez (Famasloop y Wahala), y Héctor Castillo (Dermis Tatú), que llegó a ser ingeniero y coproductor de Gustavo Cerati. José Luis “Cheo” Pardo, ex guitarrista de Los Amigos Invisibles, es un productor también casi omnipresente en la movida actual, a la vez que comenzó recientemente su carrera en solitario como cantante.

Para el registro de la historia está el Latin Grammy que ganó en 2018 Linda Briceño como Productor del Año, primera mujer en recibir el galardón en esa categoría. Formada en el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, impulsa una carrera como trompetista y cantante, entre el pop, jazz y blues.

De los solistas, vale mencionar a Luis Irán, otrora cantante de Los Paranoias, quien en los discos que ha publicado como solista ha dejado constancia de determinantes momentos de su vida, obras que pueden verse también como una lectura del país desde la intimidad, una línea similar a la de Boston Rex, cantante de Tomates Fritos. Desde Los Ángeles, el guitarrista Paaris realza su pasión por el instrumento, en momentos en los que la guitarra no tiene tanto protagonismo en géneros más comerciales.

Otra banda quizá no tan popular, pero con seguidores leales y buena crítica de la prensa especializada es TLX de Maracaibo, así como el proyecto de su cantante Heberto Añez, que se hace llamar Sr. Presidente. La locutora Pata Media recuerda también a un artista al que le sigue la pista desde hace tiempo. "Carlos Eduardo Reyes es uno de los cantantes más completos del rock clásico tradicional reciente. Es una combinación perfecta entre técnica vocal, un color de voz poderoso, presencia en escena. Es un hombre muy elegante no solo en figura, sino en voz, que tampoco se parece a nadie más. Siento además que es un hijo perdido del britpop que cayó por acá. Ha tenido que replantearse varias veces su camino en el rock, cuya industria ha cambiado. Tiene letras muy poéticas, una lírica y don de verbo preciosos. Posee mística", dice sobre quien en los noventa fue el vocalista de Claroscuro.

También pide prestar atención a Lagos, un proyecto que tiene como vocalista a Luis Jiménez de Los Mesoneros, pero que ha derivado en un interés por el reguetón y el trap desde otra perspectiva.

Arca es una artista con una propuesta que no suele calar en buena parte del público, disruptiva en forma y fondo, ha producido discos de Björk mientras continúa su carrera como solista con discos como "Xen" (2014) "Mutant" (2015), "Arca" (2017) y "Kick" I (2020). En el otro extremo, Lasso se ha convertido en el venezolano más visible del pop latino reciente, con un bagaje de rock, funk y soul, que compagina con otros géneros más comerciales.

Si bien la emigración ha trastocado la escena local, mermada en número de conciertos y festivales, hay bandas y cantautores que emergen con buena aceptación en el público joven, emisoras y medios. También es cierto que en esa diversidad, algunos músicos han virado a sonidos más pop, pero no por eso, menos experimentales. Por mencionar algunos están Proyector Escalante, Vargas, Fugados, Gran Radio Riviera, Gran Celaje, Irepelusa, Kelly Abarca, Compay Son, Rafa Rico, La Pía Paez, Jessica Quijada, Ava Casas, Escritores de Salem, Frank Morón, Los Estadios del Alma, Daniela Barranco, Orestes Gómez, José y El Toro, Los Delorean, Pus And The Loops, Liana Malva, El Otro Polo, Vltravioleta, Ferraz, Aura Spei, Rótival, Cuásar, José Hoek, Wilmer Franco, Juansi Ávila, Laura Guevara, Nana Cadavieco, Sur 10, Arawato, Goe, Mariannie Del Alcázar y Simón Grossman.

Desde 2018, uno de los grupos que más ha crecido es Anakena, que al ganar el Festival Nuevas Bandas ese año, empezó a sumar público, una propuesta que tiene cabida incluso para la bachata. Hay proyectos que hasta hace un año se mantenían en un limbo, como La Pagana Trinidad, debido a la partida de dos de sus integrantes a México.

El rock y el pop hecho por músicos venezolanos atraviesa un momento en el que se consolida en el público que se mantiene en el país. Los que no se han ido, tratan de mantener la escena en un país incierto, mientras los que emigraron, descifran las maneras de industrias más sólidas, y por consiguiente, con mayor competencia.

Sin embargo, la adversidad en ambos casos, realza el ímpetu por crear, obras que como un aluvión creativo aumentan la oferta, pues cada semana hay estrenos, con una constancia y disciplina que son claves para afianzarse cada vez más.