King Crimson: El retorno del Rey Martes, 16 de Septiembre de 2014 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis138, septiembre de 2014) Hace 45 años, exactamente el 10 de octubre de 1969, el paradigmático álbum debut de King Crimson, “In the Court of the Crimson King”, inauguraba formalmente lo que ahora conocemos como rock progresivo. Un disco que fue un punto de partida neurálgico para la extensa trayectoria carmesí, llena de trabajos geniales, formaciones diversas, períodos de ostracismo y una obra de una altura musical que nadie podría negar. Con una nueva encarnación de septeto en pleno funcionamiento, el Rey Carmesí está de vuelta, una vez más, para reclamar su trono… “En los primeros días de King Crimson, había una notable explosión del impulso creativo en la música popular, especialmente en el rock, que venía de jóvenes que no tenían un horizonte muy claro, pero que lograron hacer una revolución en la historia de la música. ¿Qué ha cambiado en estas últimas cuatro décadas? Es muy simple. Hace 40 años existía una economía de mercado, en cambio hoy hay una sociedad de mercado, en la que todo, incluyendo la ética, tiene un precio”. Así lo sentenciaba con fuerza el guitarrista y líder histórico de la banda, Robert Fripp, en una entrevista de 2012. Pero pese a las fehacientes palabras del cerebro de King Crimson y a variados pleitos legales con compañías disqueras, que utilizaron música de la banda sin permiso, en agosto de 2013 el guitarrista anunció que ya estaba lista la octava encarnación de la banda, con Gavin Harrison, Bill Rieflin, Tony Levin, Pat Mastelotto, Mel Collins y Jakko Jakszyk, este último, en reemplazo de Adrian Belew. El tiempo ha pasado desde el anuncio y, hasta al cierre de esta edición, la banda estaba en plena gira por Estados Unidos. Digamos las cosas como son. King Crimson está por sobre todo aquello del mercado y del dinero. Ha conseguido forjar su prestigio mucho más allá de listas de éxitos, modas, extravagancias o bromistas del espectáculo. Su historia se ha construido en estos 45 años, a base de buena música, originalidad y de una búsqueda estética propia, no solo dentro del contexto de la música popular, sino que también de su propia obra. ¿Qué tiene que ver la épica y el lirismo de “In The Court Of The Crimson King” de 1969, con el metal matemático y denso de “Larks’ Tongues In Aspic” de 1973; o el pop avant-garde de “Discipline” de 1981 con el ruidismo improvisado de “Thrakattak” de 1996? Aparte del afán exploratorio, bastante poco, no solo por sus diferencias estéticas y creativas, sino que también, por los distintos integrantes y configuraciones instrumentales. EL VINO DEL SILENCIO La pintura del hombre gritando lleno de desgarro y angustia en la portada de “In the Court of the Crimson King”, es una de las marcas registradas de la imaginería visual del rock and roll. De algún modo, la imagen supo interpretar el sentimiento de una época. La carátula expresa todo la alienación de “21st Century Schizoid Man”, pero también, la melancolía inmensa de las piezas centrales del disco: ‘I Talk To the Wind’, ‘Moonchild’, ‘Epitaph’ y, obviamente, el gran cierre dramático, que es ‘The Court of the Crimson King’. Robert Fripp recuerda al diseñador del arte de portada, Barry Godber, quien falleció en 1970, a pocos meses de la salida del disco. “Peter nos llevó la pintura y a la banda le encantó. Recientemente me llevé la original de las oficinas de E.G. Records, porque estaba expuesta a la luz brillante y corría el riesgo de arruinarse. El rostro de la carátula externa es el hombre esquizoide -Schizoid Man-, mientras que el del interior, es el Rey Carmesí -Crimson King-. Si cubres la mueca de la boca, los ojos revelan una profunda tristeza. ¿Qué más puedo agregar? Es reflejo de la música que está en el disco”. El álbum fue grabado en los estudios Wessex Sound de Londres a mediados de 1969, con una banda que hace tiempo es leyenda. Fripp en la guitarra, Michael Giles en batería y percusión –que venía de Giles, Giles & Fripp-, Ian McDonald en numerosos vientos y teclados, Greg Lake en bajo y voz –post Emerson, Lake & Palmer-, y el misterioso Peter Sinfield en letras e “iluminación”, tal vez, haciendo referencia a su rol de encargado de las luces en los conciertos, pero también, a su papel de iluminador poético y, en algún sentido, espiritual de la banda. Ya a principios de los setenta, King Crimson era una banda respetada y de alto impacto en la escena progresiva de ese entonces. Ejemplos hay muchos, pero su influjo es directo e inmediato en los pioneros franceses Heldon, en las bandas del Rock In Oposittion de toda Europa y en el progresivo más denso y experimental de todo el orbe. Un Fripp entre sabio y, sobre todo ácido, con frases como “…algunos encuentran el silencio insoportable, porque tienen demasiado ruido dentro de ellos mismos”. Un personaje, sin duda, polémico y con fama de pesado, pero que ha desarrollado una obra diversa y prolífica no solo en King Crimson, sino que también, con otros importantes actores de la música contemporánea como Brian Eno, David Sylvian, Andy Summers, Peter Gabriel, David Bowie o los miembros de The Orb, en la súper banda FFWD. King Crimson fue uno de los pocos grupos progresivos que supieron re-inventarse constantemente, sin caer en un pop-rock poco imaginativo –Yes, Genesis- o, definitivamente, que desaparecieron del mapa, como Gentle Giant. Fripp reflexionaba sobre la música y la disciplina, en una entrevista de 1993: “La música es la copa que contiene el vino del silencio. El sonido es esa copa, pero vacía. El ruido es esa copa pero rota. Recuerdo que durante una entrevista para una revista francesa, el entrevistador era un experto en champagne y me sugirió esta imagen. Y esto es la música”. La primera etapa que, aunque con marcadas diferencias, muestran una sensibilidad más lírica y sinfónica, con abiertos ensayos experimentales, como “The Devil’s Triangle” o “Sailor’s Tale”, se inaugura con “In The Court Of The Crimson King”, pero evoluciona en el tiempo con discos memorables: “In the Wake of Poseidon” (1970), “Lizard” (1970) e “Islands” (1971). Tras un receso de dos años, Robert Fripp sorprende con una alineación y estética totalmente distinta. Junto a John Wetton en bajo y voz, Bill Bruford en batería, el violinista David Cross y otros músicos que fueron entrando y saliendo, la banda se despachó tres discazos: “Larks’ Tongues in Aspic”, “Starless and Bible Black” y el esencial “Red”. La historia es conocida con la entrada de Adrian Belew, quien estuvo en la banda, con diversas formaciones, entre “Discipline” de 1981 y “The Power to Believe” de 2003. EL TIEMPO RECOBRADO Pasaron los años y pese a algunos amagues de reunión anterior, no sería hasta fines del año pasado, que Fripp daría un nuevo golpe a la cátedra, anunciando la renovada encarnación de septeto, con tres bateristas: el totalmente nuevo Bill Rieflin, Gavin Harrison quien participó brevemente en la reunión de 2009 y Pat Mastelotto, que se integró a la alineación de doble trío haciendo equipo con Bill Bruford a mediados de los noventa, además de músicos de diversas épocas de la banda: el legendario vientista Mel Collins, quien estuvo en King Crimson temprano, participando en “In The Wake Of Poseidon”, “Lizard” y “Islands”. Hecho no menor, si recordamos que desde 1974, no había un viento en King Crimson. A él se suman, Tony Levin en stick y bajo, quien ha estado en todas las formaciones del grupo desde “Discipline” de 1981 y la gran sorpresa con Jakko Jakszyk en la voz principal y la guitarra, en sustitución de Adrian Belew. Aparte de su amplia carrera como músico, Jakszyk había trabajado con Fripp y Collins en el álbum “A Scarcity of Miracles” de 2011. El septeto se desenvuelve tanto en la parte más clásica y lírica, como en la más moderna y ruidosa, como podemos apreciar en el set list de la gira actual que, de algún modo, engloba estos 45 años de genial carrera: De los primeros tiempos, hay sorpresas como ‘The Letter’, ‘One More Red Nightmare’ y ‘Sailor's Tale’, además de clásicos infaltables: ‘21st Century Schizoid Man’, ‘Larks' Tongues in Aspic I y II’, ‘Red’, ‘The Talking Drum’ y ‘Straless’. Todo aquello, matizado con piezas más actuales como ‘Level Five’, ‘The ConstruKction of Light’, ‘VROOOM’ y ‘Coda: Marine 475’. Fripp remata: “A veces la música llega y toma a ciertos músicos como sus confidentes. En una situación ideal, el músico sería alguien entrenado y disciplinado pero no se da necesariamente así. La música puede ser como una corriente eléctrica. A veces el voltaje que aparece es muy alto y los fusibles saltan. Esos fusibles pueden ser entendidos como la personalidad o la psique. Cuando la corriente musical llega, es siempre un don, siempre. Pero nuestros fusibles deben estar intactos, y cosas como el uso de drogas, por ejemplo, producen un desbalance en el sistema. La energía, en vez de pasar a través tuyo, te quema”. Héctor Aravena Tags #King Crimson Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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