El impacto del grunge en el rock mainstream de los 80 Here we are now, entertain us! Miércoles, 05 de Abril de 2023 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis230, agosto de 2022) Cada cierto tiempo, ocurren revoluciones en la industria musical con la llegada de nuevos estilos y referentes. 1991 fue el indiscutido año del grunge, sonido que se venía fraguando desde la década anterior, pero que explotó con la llegada de “Nevermind” de Nirvana. Esto le abrió la puerta de decenas de bandas que promovieron el sonido de Seattle, pero también se tradujo en una batalla, resistencia y olvido de muchos grupos que dominaron las listas en la década anterior. Exponentes del hard rock, glam y heavy metal parecían ya no tener cabida en los gustos de la generación X. Algunos salieron airosos, y otros simplemente perdieron la batalla. Oliver Arriola Colaboración: César Tudela No cabe duda que el comienzo de la década del noventa fue un período definitorio para la cultura y la industria musical estadounidense. Se acababa la fiesta desenfrenada y la excentricidad de los ochenta, bajo un contexto sociopolítico enrarecido entre el fin de la Guerra Fría y un Estados Unidos que se embarcó nuevamente en un nuevo conflicto bélico, esta vez con Medio Oriente. Este panorama hostil terminaría por moldear a una generación de jóvenes –los babyboomers– que viviría con turbulencias y mucho resentimiento la última década del siglo XX. E instalarán una nueva música, pesada y lúgubre, como banda sonora de todo este cambio, dejando atrás una época que brilló, literalmente, con excesiva pomposidad estética y sónica. La buena salud del rock mainstream sufrió de golpe y por asalto la llegada del grunge. El glam metal, estilo que dominó las listas una buena fracción de la década anterior, terminaría por ser desechado y olvidado por la generación venidera. A la juventud ya no le interesaba escuchar a vanidosos músicos pelilargos maquillados sobre drogas, mujeres y fiestas. El mensaje fue cambiado por uno más rabioso e introspectivo, y por un sonido menos preciosista y cargado de la más pura y cruda distorsión. No necesito nada más que pasar un buen rato En Estados Unidos, el gobierno del republicano Ronald Reagan se encargó de fomentar el llamado “sueño americano”. Las tasas de desempleo eran las más bajas en décadas y la calidad de vida prosperaba, aunque este sueño tenía sus grietas y no alcanzaba para todos. En los sectores más marginados de las grandes urbes, la bonanza económica no florecía tanto como en las capitales, razón por la que jóvenes soñadores y deseosos de una mejor vida emigran a ciudades como Los Ángeles o New York, centros neurálgicos de la economía y la cultura. «Ella se bajó del autobús a las calles de la ciudad, solo una chica de un pueblo con su vida entera metida en una maleta», canta Bret Michaels de Poison en ‘Fallen angel’ (1988), el cual se apoya con un videoclip que retrata la historia de una joven que se va a vivir a Los Ángeles para convertirse en modelo y así conseguir fama y fortuna. Una escena similar la retrata Guns N’ Roses en el clip de ‘Welcome to the jungle’ (1987), hablando de los vicios y excesos de la gran ciudad. Y así suma y sigue: Bon Jovi cantando de las extenuantes y monstruosas giras en las que se embarcaron en ‘Wanted dead or alive’, o Mötley Crüe hablando solo de «chicas, chicas y chicas». En definitiva, el discurso que predomina en estas canciones es la exacerbación de lo que ofrecía el sueño americano para cierta juventud –blanca, heteronormada, de cierto estrato social– en tanto a la fama, fortuna, excesos, drogas y muchas mujeres (no vistas como pares, sino cosificadas sexualmente como “trofeos”). Un combo que pareció irresistible para la generación sub-20 que creció en esa época y que vio en grupos como Poison, Quiet Riot, Warrant, Cinderella, Skid Row, Def Leppard, Bon Jovi, entre otros, el reflejo de sus fantasías adolescentes creadas por la cultura de masas de occidente, por lo que su consumo logró que dominaran las listas mundiales, copando la parrilla de MTV y llenando estadios por montón. Sin embargo, esta fiesta no pasaría la década, o no con la intensidad vivida en los ochenta. Un incipiente género con espíritu adolescente, con nuevas estéticas y otras sensibilidades, sería el encargado de alejar del mainstream al glam metal, siendo 1990 el último eslabón de su auge, tanto para la publicación de grandes discos como para las monumentales giras de sus exponentes. Ese año se lanzaron álbumes que coparon las listas: “Cherry Pie” de Warrant, “Flesh & Blood” de Poison y “Crazy World” de Scorpions. También fue el año en el que se desarrollaron los tramos finales del ‘Dr. Feelgood Tour’ de Mötley Crüe y el ‘New Jersey Syndicate Tour’ de Bon Jovi (gira con la que aterrizaron en nuestro país) con 146 y 223 conciertos, respectivamente. Si bien la llama seguía encendida, la generación que tomaba la posta a comienzos de los noventa perdería el encanto por aquellos grupos. La denominada Generación X venía con un chip diferente al de la camada anterior. Rebelde y a contracorriente, se negaban a aceptar el rancio mundo establecido por los adultos del momento y rompían con los estereotipos y modelos de conducta. También fueron conocidos como la “nueva generación perdida”, debido a los valores sociales cambiantes en ese momento: los divorcios eran altos y eran niños solitarios. Esto derivó en una juventud cínica y rebelde, sinónimo de música punk y grunge. A la Gen X ya no le llamaba la atención ver a grupos en mallas cantando sobre chicas y fiestas, estaban pasando cosas más importantes y los antiguos referentes no encajaban en esta nueva era. Todo el mundo adora nuestra ciudad Para la explosión del grunge hay un lugar y un año clave: Seattle, 1991. Aunque esto no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana. Al menos desde mediados de los ochenta se venía gestando una escena musical subterránea en dicha ciudad, que rompía con los esquemas del mainstream y sumaba cada vez más adeptos. Grupos como The U-Men, Soundgarden, Mother Love Bone y The Mono Men daban sus primeros pasos en el precario circuito de la lluviosa ciudad. Seattle era un lugar poco o nada motivante para desarrollar una carrera musical. El productor Jack Endino, conocido como uno de los padres del sonido grunge, detalla en el documental “Hype!” (1996) cómo era el panorama en aquel lugar: «cuando el clima es una porquería, no quieres salir. Básicamente, es mejor quedarse en casa y es bien lógico el querer meterte en el sótano y hacer ruido para sacar las frustraciones». A esto, Endino suma la poca infraestructura que había para poder parar alguna tocata: «había dos, o quizás dos y medio clubes donde podías tocar si hacías música propia». Sin embargo, esto no frenó a una decena de noveles bandas que cultivaron un sonido particular y una sensibilidad discursiva más acorde a su realidad y a los tiempos. Bandas seminales como The Walkabouts o The Fastbacks cantaban sobre sus estancamientos personales y sus frustraciones libremente, sin presiones o alguna pretensión más allá que la de tocar para sus amigos. Kim Thayil, guitarrista de Soundgarden –también pioneros del movimiento– en la misma cinta “Hype!” rememora las primeras presentaciones de la banda: «Hicimos un show en un club pequeño. La audiencia consistía en los miembros de otras 12 bandas que tocaban lo mismo en clubes similares». Aun así, existía una camaradería entre los pares y de a poco se fue forjando la escena. Solo faltaba el empujón comercial que solo un sello discográfico podía dar, y así exportar este incipiente movimiento que ni siquiera sospechaba que en pocos años iba a explotar y cambiar el mundo. La discográfica SubPop, también oriunda de Seattle, tuvo un papel fundamental en el auge del género. Fundada por Bruce Pavitt y Jonathan Poneman en 1986, fueron los primeros en fichar a grandes exponentes de la escena de la ciudad y hacer todo el trabajo de management que carecían. Grupos como Mudhoney, Soundgarden, Green River o los forasteros Sonic Youth (provenientes de New York) sacaron material bajo su alero. A través de compilados en casete y suscripciones a las membresías, se daban a conocer los nuevos sonidos a jóvenes fervientes por consumir nueva música del under. SubPop se transformó en un trampolín para dichos grupos, al menos como uno local. Le dio la posibilidad de lanzar sus primeras producciones, sacar copias al mercado, presentaciones y difusión. Discos como “Bleach” (1989) de Nirvana, “Dry as a Bone” de Green River y “Screaming Life” de Soundgarden fueron editados bajo el alero del sello. Estas primeras aventuras discográficas, les permitió a los grupos ganarse una base de fans y conseguir luego contratos con sellos más grandes. Soundgarden lo consiguió con A&M, Screaming Trees con Epic y Mudhoney con Reprise. Alice In Chains –que no formó parte del sello, pero que era parte del circuito– consiguió firmar con Columbia su álbum debut, en tanto Pearl Jam fue parte del catálogo de Epic. Sin embargo, faltaba que el eslabón más importante consiguiera su paso a las grandes ligas. Para 1990, Nirvana había planeado una segunda placa con SubPop, la cual solo decantó en algunos demos. Tras algunos problemas económicos del sello y gracias a algunas gestiones de su representante, la banda liderada por Kurt Cobain logró firmar contrato con DGC Records (hoy filial de Universal Music), y al año siguiente lanzar el disco punta de lanza de lo que se llamó el «year punk broke». El 24 de septiembre de ese año se lanza “Nevermind”, el cual junto al sencillo ‘Smells like teen spirit’, con alta rotación en radios y también en MTV, llevarían a Kurt Cobain, Dave Ghrol y Krist Novoselic a lo más alto de su carrera. El disco batió todos los récords posibles e incluso desplazó a Michael Jackson del primer puesto del Billboard en enero de 1992. Pero este mismo año, el grunge comenzó su conquista definitiva de la mano de los discos también lanzados por Soundgarden, Pearl Jam, Temple of the Dog, Mudhoney, Hole, Skin Yard y Screaming Trees, dando material suficiente para alimentar el interés de la industria y hacer el recambio en la primera línea por este tipo de rock alternativo, cuyos sonidos colindaban con el que también estaban desarrollando bandas como Skin Yard, Melvins, Dinosaur Jr., Eleven, Meat Puppets y Smashing Pumpkins. «Creo que el hard rock realmente se estaba estancando en ese momento. A tal manera que le dio la oportunidad a lo que llamaré músicos “menos talentosos musicalmente” de decir: “oye, hay otra forma de tocar canciones de rock, hay otra manera de tener canciones que son pesadas, y hay otra forma de crear caos y energía a partir de esas canciones que estarían fuera de la paleta de colores normal de una canción de heavy metal», confesó recientemente el guitarrista Stone Gossard al sitio Vinyl Writer Music, aún cuando sabemos que tanto él como su compañero en las seis cuerdas en Pearl Jam, Mike McCready, son declarados fanáticos del rock mainstream de los ochenta. Pero lo cierto es que cuando Nirvana estalló, fanatizó y fidelizó a una audiencia a la que le hizo sentido esta música más cruda y menos pretenciosa que lo que sonaba en el rock mainstream de esos años. Y qué es una corriente musical sin sus referentes. A pesar que casi todos los frontman de la generación renegaron de su estatus como rockstars y pretendieron alejarse lo más posible de las líneas enemigas de la fama, fueron igualmente disruptivos y atípicos al mainstream de la época, tanto en lo que expresaban en sus letras como en su apariencia. La sobreproducción del glam y el heavy, entre tanto glitter, laca, tachas y cueros, era la antítesis de la cotidianidad en la vestimenta de los jóvenes de Seattle, uniformados solo con jeans y camisas de franela. Había un sentimiento de estos grupos que al masificarse identificó a jóvenes antisociales, rechazados y marginados porque quienes cantaban también lo eran. Cobain abandonó la escuela secundaria, Eddie Vedder de Pearl Jam venía de una familia disfuncional al igual que Layne Staley de Alice In Chains, Chris Cornell de Soundgarden sufría de depresión desde su adolescencia, y así un largo etcétera. Fue el tiempo de que los “inadaptados” dominaran la escena. Desatamos al león: la transición de la industria El lanzamiento de “Nevermind” generó una verdadera ola que arrastró consigo a toda una escena grunge y también arrasó con los exponentes del rock que no lo eran. Los grandes sellos tomaron un papel fundamental en esta transición y también realizaron jugadas para que sus artistas tuvieran mejores ventas. Uno es el caso del “Ten” de Pearl Jam, el cual fue lanzado un mes antes que el de Nirvana, pero que comenzó a subir sus ventas a comienzos de 1992, siendo el segundo mayor éxito de la historia del grunge. Para aprovechar el revuelo, A&M Records relanzó el álbum del proyecto Temple of the Dog, el cual un año antes había alcanzado la modesta cifra de 70 mil copias vendidas. El sello aprovechó el hype de que el álbum era una colaboración entre músicos de Soundgarden y Pearl Jam (cuando estos aún estaban en etapa de formación) para catapultar sus ventas, las que alcanzaron finalmente el millón de copias vendidas y la certificación de platino. Misma suerte corrieron “Badmotorfinger” de Soundgarden y “Dirt” de Alice in Chains, que entraron en la lista de los 100 álbumes más vendidos de 1992. Era tanta la demanda de lo que tenía que decir esta generación que en los meses venideros las discográficas prácticamente se instalaron en Seattle para contratar a los próximos Nirvana o Pearl Jam. Esto también provocó una suerte de sobrepoblación de bandas en dicha ciudad que al ver el interés de las discográficas se pusieron manos a la obra para conseguir algún trato con ellas. En cuanto a los medios de comunicación, estos fueron en parte los que promovieron la música grunge a las masas. MTV fue clave en la exposición en serie de ‘Smells like teen spirit’, cuya rotación insistentemente en su programación en el auge del videoclip. El mismo canal fue promotor de las performances acústicas de Pearl Jam, Alice In Chains, Stone Temple Pilots (quienes provenían de San Diego) y, por supuesto, Nirvana. Los unplugged de dichos grupos se transformaron en piezas imperdibles y memorables de sus discografías, demostrando la fuerza de sus canciones aún en clave desenchufada. Por su parte, la prensa tradicional y la más sensacionalista buscó hacerse parte de esta movida musical con un sinfín de reportajes, notas y entrevistas a estos nuevos íconos. Cabe destacar que Kurt Cobain, Chris Cornell y Eddie Vedder eran verdaderas estrellas de la música y referentes para la juventud, aunque en un comienzo nunca pretendieron ganar mayor reconocimiento o derechamente salir de Seattle. Sin embargo, el salto a la fama les resultaba abrumador y su vida privada prácticamente no existiría. El mismo Cobain en el libro “Come as you are: The Story of Nirvana” de Michael Azerrad, sentenció que «ser famoso es la última cosa que quise ser». Hola Seattle, adiós discos de platino Para 1992 el panorama era totalmente diferente. Estos nuevos exponentes brillaban y los que tenían la posta tan solo un par de años atrás sufrieron los embates de esta nueva ola. Tras recortes de presupuesto para sus producciones, fueron forzadas, de alguna forma, a adoptar un nuevo sonido para sobrevivir. Ni siquiera las aclamadas y exitosas –en su momento– power ballads tenían cabida durante los primeros años de la irrupción del grunge. Esto provocó que todo el terreno ganado por estas bandas se desestabilizara y replantearan su rumbo. Era un asunto de adaptarse o morir. Algunos lo lograron, y otros simplemente no duraron más allá de algunos años. Las ventas de las bandas glam que superaron los millones de copias vendidas para finales de los ochenta, a principios de los noventa bajarán considerablemente. Un ejemplo de esto fue Poison, quienes con su disco “Native Tongue” de 1993 con un sonido más pesado y oscuro ni siquiera alcanzó el millón de copias, a diferencia de su antecesor “Flesh and Blood” de 1990, el cual vendió más de 10 millones de ejemplares en todo el mundo. En una situación similar se encontraron los gigantes Mötley Crüe, quienes con el monumental “Dr. Feelgood” (1989) tuvieron ventas por sobre los seis millones de copias, mientras que en la incursión en el grunge y el rock más pesado que tuvieron en su placa homónima de 1993 solo alcanzó las 600 mil copias vendidas. Jani Lane, vocalista de Warrant –una de las bandas ícono del glam metal–, vivió en carne propia la transición de la industria musical y el declive de su carrera, luego que en 1990 lanzaran “Cherry Pie”, el álbum más exitoso de la banda (que además contenía el sencillo multiplatino del mismo nombre). «Nunca olvidaré entrar en la oficina de Don Lenner (presidente de Columbia) y ver un enorme cartel de “Cherry Pie” sobre el escritorio de su secretaria, fue un gran impulso para nuestro ego. Para cuando íbamos a lanzar nuestro próximo disco, hice exactamente la misma visita al año siguiente, pero esta vez el cartel era del “Dirt” de Alice in Chains, y pensé: “Hola, Seattle... adiós, Warrant”», recordó el músico en la extinta revista Musician. Otro que no tiene muy buenos recuerdos de esos días es Sammy Hagar. «MTV y los medios comenzaron a dejarnos de lado. Todo el mundo empezó a ver el grunge como la próxima gran novedad», declaró refiriéndose a la época que significó su salida de Van Halen con un último disco donde puso su voz, “Balance” de 1995, en donde muestran un sonido más pesado y sucio, como intentando adaptarse a esta nueva era, entre críticas dispares, pero igualmente consiguiendo éxito comercial. Sin embargo, también hubo bandas que sortearon los embates de la industria y salieron airosos en esta nueva etapa. Aerosmith, quienes ya llevaban más casi dos décadas de carrera, reafirmaron su status y para 1993 liberaron “Get a Grip”, el álbum más exitoso de su carrera. Misma suerte corrió Guns N’ Roses, quienes sobrevivieron a la avalancha del grunge con “Use For Illusion”, una doble entrega que significó la cúspide de su carrera. Sus monumentales giras, altercados con la prensa, destrozos en hoteles y excesos con drogas, a su vez mantendrían viva la llama de “la banda más peligrosa del planeta” durante un par de años más durante la década. Bon Jovi también logró convencer a una nueva audiencia con un sonido más pesado y la apuesta de un cambio de look más sobrio. El corte de sus melenas lacadas reivindicaba su despedida definitiva del glam y la bienvenida a los nuevos tiempos de mano de “Keep the Faith” (1992). «Nirvana nos había pateado en los dientes, pero no prestamos atención a eso, nos deshicimos de los clichés, escribimos algunas letras con conciencia social y nos cortamos el pelo. No hice nada de grunge ni de rap, pero sabía que no podía reescribir 'Livin' on a prayer' de nuevo, así que no lo intenté. Y valió la pena», señaló Jon Bon Jovi en una entrevista en 2007. Distinto fue el caso de Skid Row, quienes sí fueron “obligados” a adaptarse a los nuevos tiempos. Para la grabación de “Subhuman Race” (1995), reclutaron al reconocido productor Bob Rock, quien los presionó para que alteraran su estilo y lo llevaran a algo más parecido al sonido que estaba marcando la tendencia. Sebastian Bach recordó la petición que Rock les hizo en ese entonces: «me sugirió que cantara como Scott Weiland». Aunque el disco recibió buenas críticas, la racha comercial de Skid Row flaqueó y las diferencias creativas llevaron a la partida de Bach al año siguiente. Rachel Bolan, bajista del grupo, señaló a Pittsburgh Tribune-Review en 2005 que «Nirvana y todo el movimiento grunge dejaron a las bandas como nosotros fuera del negocio por un tiempo». A Metallica tampoco le fue indiferente la irrupción del rock alternativo. Si bien coincidió este fenómeno con la apuesta que realizaron por un sonido más depurado y menos pesado a inicios de la década en el multiplatino “Black Album” (1991), ganándose de paso el respeto de la escena y llevando el heavy metal a la masividad, luego el gigante del thrash metal dio un giro sonoro mucho más controversial en los osados y resistidos “Load” (1996) y “ReLoad” (1997), álbumes cargados de riffs más oscuros e, incluso, incluyendo baladas, ejercicio que descolocó –y desencantó– a una parte de su fanaticada, pero que a la vez fidelizó a una audiencia más joven, lo que les permitió mantener vigencia y popularidad. Un cambio que también afectó a su look, diciéndole adiós a sus largas melenas para abrazar una estética que rozaba lo gótico y lo emo. Si bien el mismo James Hetfield le restó importancia al cambio –«es solo cabello, no tiene ninguna jodida importancia», dijo en una entrevista a MTV–, no se puede obviar la humorada que le jugó Alice in Chains en la grabación de su unplugged en abril de 1996, cuando Mike Inez dejó ver la frase escrita en su bajo teledirigida a sus amigos que estaban en el público: «Friends don't let friends get friends haircuts» (o «Los amigos no dejan que los amigos se corten el pelo»). Situación similar vivió otro de los Big4. A comienzos de 1990, Anthrax tuvo su propia renovación en sus filas tras la salida del histórico vocalista Joey Belladona. Para refrescar esta nueva etapa llegó John Bush, de unos entonces desconocidos Armored Saint. Con Bush al frente y la presión de una industria que desechaba bandas de metal por montón, el cuarteto contactó al experimentado productor Dave Jerden, quien trabajó en los discos “Facelift” (1990) y “Dirt” (1992) de Alice in Chains, y “Nothing’s Shocking” (1988) y “Ritual de lo Habitual” (1990) de Jane’s Addiction, para trabajar en “Sound of White Noise” (1993), álbum que significó el comienzo de una nueva era para la banda y siendo una de las mejores y más exitosas entregas de su carrera, logrando Disco de Oro en Estados Unidos (500.000 copias vendidas). Por otro lado, hay bandas que reniegan hasta el día de hoy sus aventuras en el rock alternativo, tras el cambio en las reglas del juego. Una de ellas fue Dokken, tras el rotundo fracaso comercial que les significó el disco “Shadowlife” de 1997. En 2020, su vocalista Don Dokken declaró al sitio Metal Titans: «odié tanto ese álbum que no le permití al sello poner mi logo en el disco, les dije “no me atrevo a poner mi nombre en eso. ¡Creo que es una mierda!”». Otros que detestaron su intento por abrazar el sonido de la década fue Kiss. “Carnival of Souls” (1997) fue su carta de presentación para ser parte del mercado a mitad de los noventa. El resultado: 12 canciones cargadas de guitarras crudas y letras con temáticas conscientes, lejos de la pomposidad de sus noches alocadas. Simplemente no era el Kiss de siempre, al punto que el mismo Gene Simmons catalogó este álbum como «poco honesto y para nada auténtico». Tan así que ni siquiera lo promocionaron en vivo, dejándolo pasar para centrarse en la gira de reunión con los miembros originales que concretaron por aquel entonces. Aunque el grunge como tal perdió terreno a mediados de los noventas, el rock alternativo y sus derivados continuó con fuerza los años posteriores. Aunque muchas bandas hayan ostentado discos de platino tan solo unos años atrás, eso no les valió su vigencia para la revolución musical que significó el rock alternativo. Exitosos músicos que vivieron épocas de oro en los ochentas como Nikki Sixx (quien vivió parte de su adolescencia en Seattle) de Mötley Crüe, despotricaron contra los nuevos referentes ante sus propios fracasos. «Es más un movimiento de moda que un movimiento musical», sentenciaba quejumbroso en una entrevista para MTV de 1995. Sin embargo, esta “moda” terminó por lapidar la carrera del cuarteto californiano, mientras sumaba y sumaba seguidores. Muchos pudieron sortear los cambios, ya sea por su éxito previo o por lograr conectar con la música alternativa. Otros simplemente no lograban convencer con esa transformación a la que se vieron forzados. Fue una época de cambios que nos dejó grandísimos discos, como otros solo para el olvido. Tags #grunge #glam metal #heavy metal #hair metal #hard rock Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Articulos ¿Cómo se suelen patrocinar y financiar los conciertos en Chile'' Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Noticias Rockaxis te invita a Tom Morello en Chile Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Discos Foo Fighters Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Noticias Concurso cerrado: Rockaxis te invita al estreno de la nueva ''Transformers'' Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Noticias Metallica llevará su nuevo show a los cines Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Noticias Nuevos lanzamientos: Noel Gallagher, Avenged Sevenfold, Empire State Bastard Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Noticias Nano Stern presenta su tributo a Víctor Jara Viernes, 02 de Junio de 2023 Rock Noticias Imperdible: Quilapayún reedita dos discos en vivo Viernes, 02 de Junio de 2023