Pink Floyd

1973. Capitol

¿Qué sería del actual rock en todas sus vertientes musicales y, puntualmente, de la sicodelia y del rock progresivo sin la presencia de este disco?, ¿Alguna otra banda lo hubiera compuesto? Difícil, por no decir, imposible. Como difícil es también reseñar este inolvidable y magnífico álbum.

El período de experimentación sónica y sicodélica en que se encontraban Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason a comienzos de los 70 fue uno de los más prolíficos de su historia, sobre todo con la aparición del gran “Meddle” (1971). Su carismático líder, Syd Barret, ya había partido y los Floyd empezaban su transición a un estilo más rockero y progresivo. Eso sí, comenzando a notarse el liderato de Waters en la composición.

El cuarteto a esas alturas, allá por fines de 1972 y comienzos del 73, se alistaba para grabar su noveno disco en estudio (contando los soundtracks de los filmes “More”, “Zabriskie Point”, “Obscured by Clouds”, más la placa en vivo de “Ummagumma”). Y desde hace rato venía dando aviso de su pomposidad como colectivo musical, además de su fineza compositora.

La naciente década de los setenta, también llamada década del “yo”, sumado al narcisismo que comenzaba a vivirse en esos años, hizo de la lírica de este disco y de sus 10 cortes indivisibles, un testimonio existencial notable e influenciador de la época y de hoy. Donde destacan los arreglos vocales, la experimentación electrónica y las letras sobre locura y alienación.

Es así como, 'Speak To Me' abre con palpitaciones y risas esquizoides los laberintos sonoros de la placa, grabada en los Abbey Road Studios de Londres entre junio del 72 y enero del 73 (un año antes habían grabado allí The Beatles su último disco). La alienante continuación rítmica es 'Breathe', líricamente, llena de referencias existenciales acerca del diario vivir del hombre. La instrumental 'On The Run' nos sigue deleitando con resonancias espaciales y una base rítmica sostenida, hasta llegar a una explosión sincronizada de timbres, campanas y tic-tacs, compuestos por el minucioso ingeniero del disco, Alan Parsons (líder de Alan Parsons Proyect). Todo ello, como prólogo de apertura para la grandiosa y más rockera 'Time', que nos describe el eterno y enfermizo condicionamiento humano hacia el tiempo y cómo este pasa sin advertirlo. La sucede 'The Great Gig In The Sky', que se inicia con reflexiones sobre el miedo a la muerte y se construye de un magnífico coro femenino interpretado por Claire Torry.

Al pasar la primera mitad del disco o al lado B del vinilo, nos encontramos con la notable y más rockera 'Money', sin duda el tema más sobre-expuesto y popular del álbum. Es aquí donde Waters desenvuelve toda su ira y sarcasmo sobre el amado y odiado dinero. Éste fluye y circula dentro de la progresiva derechización de la política y cultura de la época, junto con la escalada revolucionaria (Nicaragua, Guatemala, El Salvador) y también, con la serie de golpes de estado acaecidos en el conosur americano (Argentina, Uruguay, Perú, Bolivia y Chile).

Volviendo al disco, los casi 8 minutos de la bella 'Us and Them' no pasan en vano. Su armoniosa melodía en la que destaca el increíble solo de piano de Wright, se complementa perfectamente con la existencialidad y ambivalencia de su letra, acerca de dos frentes, seres, costumbres o ideas que eternamente estarán enfrentadas. La instrumental y sicodélica 'Any Colour You Like' se pasea por un mar de sonoridades con “marca registrada” del cuarteto inglés. Finalmente las intensas 'Brain Damage' y 'Eclipse' juegan musical y metafóricamente con una realidad alienante, que sólo puede ser vivida por quienes se atreven a vislumbrarla, precisamente, “en el lado oscuro de la luna”.

Los 10 sonetos indivisibles que componen este himno al rock y al rock progresivo sientan las bases al llamado space-rock que tanto difundiría el cuarteto. Incluso nos hacen reflexionar e interrogarnos, respecto a si realmente Waters, Gilmour, Wright y Mason se encontraban componiendo, precisamente, en el mismísimo “lado oscuro de la luna” para haber concebido tan magna obra.

"Dark Side Of The Moon" llevó al cuarteto a una fama que jamás habían tenido, convirtiendo al disco en uno de los más vendidos en la historia de la banda (10 millones de copias vendidas sólo en EE.UU.). Así lo demuestran las 724 semanas consecutivas en que se mantuvo el álbum en los charts de Billboard, para sólo salir en abril de 1988, luego de 14 años de permanencia en los ranking.

Cabe destacar que, a fines de marzo de este año, se produjo el lanzamiento mundial de la versión remasterizada del álbum que conmemora el trigésimo (30°) aniversario de esta grandiosa obra. Todos los calificativos imaginables quedan cortos para uno de los más grandes discos de la historia del rock del siglo XX.

“Run, rabbit run // Dig that hole, forget the sun, // And when at last the work is done// Don't sit down it's time to dig another one.

For long you live and high you fly // But only if you ride the tide // And balanced on the biggest wave // You race towards an early grave”….

Corre, conejo, corre // Cava ese hoyo, olvida el sol // Y cuando al fin el trabajo está hecho // No te sientes, es tiempo de cavar otro.

Por largo que vivas y alto que vueles // Pero sólo si montas la corriente // Y te balanceaste en la ola más grande // Corres hacia una tumba temprana”…

Roger Waters en 'Breathe', dando rienda suelta a su imaginación.

Ricardo Bustamante