Yes Fragile Lunes, 18 de Mayo de 2020 1972. Atlantic Records Cuando nos disponemos a hablar de los mejores trabajos de Yes, una banda emblemática, y hasta cierto punto, una suerte de “intocable”, por lo general se nos vienen dos ideas a la cabeza: el tremendo “Close To The Edge” de 1972, o “The Yes Album” del 71. Cada cual puede tener su opinión. Pero esta vez decidí de hablar de “Fragile” por dos razones: la primera, porque bajo mi parecer, fue el disco con el que definitivamente la rompieron y demostraron al mundo que eran una agrupación excepcional. Y segundo, porque fue el primer disco que escuché de ellos, y con el que se transformaron en una de mis bandas predilectas en lo que a rock progresivo se refiere. Pero detengámonos un poco en el contexto en que nace “Fragile”: Yes, desde 1969, venía sorprendido al mundo de la música con obras como su placa homónima y “Time And A Word”. Pero no fue hasta que apareció “The Yes Album”, una obra maestra, donde entró el eximio Steve Howe en guitarras, lo que le dio un nuevo sonido al grupo, y los característicos juegos vocales entre él, Chris Squire y Jon Anderson. Pero faltaba algo más, si bien en la placa se incluyen maravillas como “Starship Trooper” (si hubiera que resumir la historia del rock de los setenta en una sola canción, mi elegida sería esta) o “The Clap”, el sonido Yes debía definirse aún y encontrar la senda por la cual pasaría a la historia. Y esto significó el reemplazo del tecladista Tony Kaye por, nada más y nada menos que Rick Wakeman! Es decir, estamos frente a un verdadero “dream team” del rock: Anderson en las voces, Wakeman en teclados, Howe en guitarras y coros, Squire como bajista y corista y el maestro Bill Bruford en las baquetas. Porque, aunque muchos no compartan esta opinión, Yes sin Bruford no es lo mismo: su despliegue es único, y su sonoridad algo inconfundible. En estas circunstancias, la nueva alineación se encierra en los estudios de grabación, hasta que el 4 de enero de 1972, “Fragile” ve la luz. Un disco compuesto por nueve canciones, y como lo reza la leyenda aparecida en el booklet, “cinco de ellos representan las ideas individuales de cada miembro de la banda”. Algo así inmediatamente es llamativo, y si a esto le sumamos el arte gráfico de Roger Dean, no queda más que sentarse a escuchar y esperar que tus sentidos se sorprendan con el disco. Al pulsar play, escuchamos ese clásico armónico de Howe, acompañado por el sonido de Wakeman: se trata de “Roundabout”, uno de los clásicos más grandes de Yes y de la historia del rock. Cuando irrumpe la banda en pleno, queda claro que la placa no nos soltará hasta el final. Bruford tocando con una solidez digna de maestros, Squire con esas sonoridades en el bajo tan identificables (alguna vez reconoció que uno de sus mentores en el instrumento fue Paul McCartney) y Anderson con su potente y tremenda voz. Recuerdo ese momento en “School of Rock” cuando el profesor, interpretado por Jack Black, les pasa una serie de discos a sus alumnos para que aprendan de la mejor música, y entre ellos, se encuentra “Fragile”, a lo que el tipo señala que hay que poner atención al trabajo de Wakeman en esta canción. Y es cierto, porque está constantemente presente, creando una atmósfera única y un despliegue de power de todos. Y hacia el final, se rompe esta estructura con un juego de voces de los tres nombrados anteriormente, en una melodía folk con complejas armonías vocales: un final inolvidable. Para continuar, el primer “experimento” individual. Quien irrumpe es Mr. Rick Wakeman, quien ejecuta un fragmento del tercer movimiento de la cuarta sinfonía de Brahms. Hay que decir que, aunque usa una amplia gama de teclados, lo que podría sugerir ciertas diferencias, el apego a la obra original es casi textual. Un homenaje al compositor alemán hecho con respeto, y que nos permite apreciar las cualidades del tecladista. Para continuar, “We Have Heaven”, una pieza breve, donde Anderson canta todas las partes que se escuchan. Hay que señalar que habría sido mejor escuchar otra cosa de Jon, antes que esta repetitiva obra, pero que sin embargo, no deja de ser interesante. En el cuarto track, irrumpe nuevamente la banda en pleno, para interpretar “South Side Of The Sky”. Rock y del mejor es lo que podemos oír, y hacia la mitad, un extenso solo de piano de Wakeman, donde quedan de manifiesto las influencias pertenecientes a la música docta. Posteriormente, nuevamente armonías vocales, una característica muy importante de esta etapa dorada de Yes. Quinto tema: “Five Per Cent For Nothing”, el turno de Bill Bruford de mostrar sus dotes, corta pero intensa, y dominada por la batería, en un beat complejo y sincopado. Por algo Bill es considerado uno de los bateros más virtuosos del mundo. Una cohesión impresionante, donde no hay error alguno, un genio de la batería sin lugar a dudas. “Long Distance Runaround” es lo que sigue. Otro clásico de la discografía de la agrupación inglesa. Un tema excelente, donde las líneas del bajo están muy bien demarcadas, y la voz de Anderson en un primer nivel. La letra además es destacable, todo esto dentro de un espectro único creado por el sonido de Yes. En forma simultánea aparece la oportunidad de Chris Squire con “The Fish”, donde ejecuta el bajo de una manera extraordinaria, obteniendo diversas sonoridades, utilizando el wah wah por ejemplo, y acompañado por Bruford. ¡Maestría pura con una decena de pistas haciendo distintas partes en las cuatro cuerdas! Y esta misma definición se aplica para la composición de Steve Howe en guitarra acústica. “Mood For A Day”, una pieza que es una belleza y donde toca con sentimiento y virtuosismo. Es difícil de explicar en palabras todo lo que puede provocar este tema, es una gran lección de cómo tocar guitarra, para todos los que ejecutamos este instrumento. La gran diferencia con “The Clap” es que “Mood…” es más sublime, introspectiva, y en definitiva, emocionante. “Fragile”, por lógica, debía terminar con algo memorable, que quedara en los anales de la historia, y que hiciera que se transformara en un clásico. Todo esto queda chico al hablar de “Heart Of The Sunrise”, la canción que cierra el disco, que en sus casi 11 minutos mezcla psicodelia, música progresiva, virtuosismo y mucho feeling. El comienzo es con una melodía compleja, en que cada uno de los ejecutantes entrega lo suyo para lograr un resultado tremendo. La inclusión del tema en una de las escenas de la cinta de culto “Buffalo 66” me pareció muy apropiada, ya que queda plasmada toda la atmósfera y los lugares a los cuales te puede llevar una melodía así. Luego, bajan las revoluciones y surge Anderson, con una suave voz, y un delicado trabajo de Wakeman en las teclas. Un final tremendo, que aún a 34 años de su edición, se agradece profundamente. Si consideramos que algunos meses más tarde, Yes irrumpiría con “Close To The Edge”, es un hecho que estos muchachos querían transformarse en una tremenda banda, y lo lograron, con un trabajo refinado, sólido e inmortal. Para quienes no lo han escuchado, les recomiendo conseguir la edición remasterizada, de manera de poder apreciar de mejor forma todos los sonidos. Y probablemente, “Fragile”, llegue a convertirse en parte fundamental de sus vidas. Emilio Garrido R. Tags #Yes # Fragile # 1972 # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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