The Killers

Wonderful Wonderful

Viernes, 06 de Octubre de 2017

2017. Island

Todo lo que sube tiene que bajar, y The Killers partió su carrera en lo más alto con "Hot Fuss" (2004), cualitativamente el pináculo de una discografía que fue perdiendo brillo a pasos agigantados, hasta terminar en el deslucido "Battle Born" (2012), un álbum que la propia banda reconoce como un patinazo. Al año después de editarlo publicaron un grandes éxitos, el aguachento "Direct Hits", prácticamente una cronología de cómo sus singles fueron volviéndose cada vez menos relevantes con el paso de su primera década de actividad. Por fortuna, después de tocar fondo, no queda otra opción que subir. "Wonderful Wonderful" no es exactamente la vuelta de los veganos a su sitial de antaño, pero no cabe duda de que es un repunte y de que otra vez hablamos de un grupo que siente hambre. De nuevo hay cosas que probar, aunque ahora también hay una trayectoria de la que afirmarse, como sugiere Brandon Flowers en Out of My Mind , donde menciona a dos titanes con los que ha compartido escenario: Bruce Springsteen y Paul McCartney.

Mencionar directamente a sus ídolos era la única forma de cita que le faltaba utilizar a los Killers, muy dados a mimetizarse con clásicos, al punto de que, pese a ser estadounidenses, cuando juegan con un poco de country ('The Calling') terminan pareciéndose a los Depeche Mode de 'I Feel You', un detalle nada inocente dentro de un tema que al partir hace un amague de convertirse en 'Enjoy the Silence'. No es casual tampoco que el corte final de "Wonderful Wonderful" ('Have All the Songs Been Written?') se pregunte si todas las canciones ya han sido escritas. El disco en su conjunto suena a éxitos radiales de antaño o al estilo de sus autores: en 'Tyson vs Douglas', Brandon Flowers imita a Ric Ocasek de The Cars, y la influencia de New Order deja caer todo su peso en 'Life to Come'.

Más que a "Battle Born", el espíritu de "Wonderful Wonderful" se parece al de "The Desired Effect" (2015), el último disco solista de Flowers, lleno de guiños ochenteros. Es justamente ahí, en el pastiche, donde The Killers triunfa: su capacidad de administrar referentes archifamosos es lo que los llevó tan lejos. El problema está en que, tal como advertían los predicadores de la retromanía, cuando un grupo se apoya en el pasado, eventualmente sufre al momento de revisar su obra porque no deja mucho que la distinga. Alejados del contexto que favoreció su esplendor, los Killers no ofrecen rasgos descollantes con los que asociarlos, más allá del enorme histrionismo de su dramático y extrovertido vocalista.

Aun así, para ser un disco sacado con fórceps, "Wonderful Wonderful" no está nada mal y tiene pasajes que lo redimen. Mientras el grupo demoraba su entrada al estudio, Brandon Flowers bromeó diciendo que "una vez que estemos en sintonía, las cosas funcionarán. Necesito persuadirlos de que les guste lo mismo que a mí". Queda la impresión de que, en efecto, su retórica funcionó en 'The Man' y 'Rut', canciones que mediante el pop sintetizado entablan distintas búsquedas, más liviana la primera y aspirante a épica la segunda, ambas notoriamente comandadas por él.

También era cierto que, una vez reensamblada, la máquina volvería a funcionar. Cuando The Killers se lo propone, exquisitos brebajes salen de su coctelera. Las mejores canciones de "Wonderful Wonderful" son la homónima, con la que abren el álbum en un tono enigmático y acariciando 'The Chain' de Fleetwood Mac, y 'Run for Cover', donde reencuentran el vértigo springsteeniano de sus primeros años. Lo único lamentable es que son highlights un poco engañosos: no hay nada más que se parezca ni por asomo a 'Wonderful Wonderful' en el resto del disco y 'Run for Cover' suena digna de sus viejos estándares porque es una canción que el grupo tenía abandonada hace años.

Andrés Panes