Nightwish Human. :II: Nature. Miércoles, 15 de Abril de 2020 2020. Nuclear Blast Después de cinco largos años de espera luego de “Endless Forms Most Beautiful” (2015), finalmente el nuevo disco de Nightwish ya está en las calles, levantando tras de sí una oleada de polémicas como si las aguas del Mar Rojo se hubieran separado entre detractores y seguidores, signo inequívoco del momento en que una agrupación logra una masividad transversal para convertirse en una “banda grande”. Y con ese estatus y con esa categoría, todo lo que haga el grupo siempre será inspeccionado con lupa. Con una gama cromática en tonos sepia y algunos símbolos criptográficos al interior de una caverna que nos recuerdan en cierta forma la imagen de la portada de “Secret Of The Runes” de los suecos Therion, “Human. :II: Nature” es la placa más colosal, bombástica y grandilocuente jamás germinada por el combo finlandés; todo aquí es enorme más no excesivo; todo está meticulosamente ensamblado como piezas sonoras del rompecabezas que la mente febril de un genio como Tuomas Holopainen traspasa a partituras, y eso es algo que nunca hay que olvidar, desde el día uno, Nightwish siempre fue la criatura, el monstruo creado, obrado y amaestrado por Holopainen. Es SU criatura musical y nada ni nadie le va a venir a decir qué tiene que hacer y cómo lo debe hacer. Para bien o para mal, la genialidad siempre es individual y completamente excluyente. En ese contexto, el disco en una gran pieza musical dividida en dos partes, con un trasfondo profundamente ecológico y naturista en las líricas, donde en la primera sección encontramos nueve canciones que retoman exactamente desde donde quedó “Endless Forms Most Beautiful” y que expande ese sonido en múltiples direcciones llevando el sonido de Nightwish a nuevos derroteros y por otras sendas ya habituales y conocidas. En la segunda parte, nos encontramos con una enorme composición instrumental de media hora de duración dividida en ocho partes o movimientos, haciendo que la duración total del doble álbum supere los 80 minutos, es decir, estamos ante muchísima información como para esperar que este sea un trabajo fácil de dirigir y de asimilación instantánea. Y precisamente el trasfondo de estar en una cuarentena nos permite contar con el tiempo necesario para escuchar el álbum con calma y detención, dándole el tiempo necesario para que sus atributos vayan aflorando naturalmente con cada nueva escucha. Y lo primero que hay que decir (y agradecer), es que el álbum posee un sonido de gran calidad espectral; natural, sin compresión y sin un volumen atronador con los niveles saturados, que lejos de impactar, solo generan una “loudness war” en los oídos del auditor. Siendo ese un aspecto siempre muy cuidado por la banda en la mezcla y el masterizado, probablemente este nuevo disco es el que goza de mejor sonido en toda su discografía, todo está en su sitio, y se escucha hasta el más mínimo detalle, llenado de matices la sonoridad global del álbum. Muy bien estuvo ahí el equipo de producción conformado por los legendarios Mikko Karmila y Mika Jussila, dos eminencias detrás de las perillas en la escena finlandesa. ‘Music’ arranca con una introducción extensa y bombástica, muy cinemática tal como le gusta a Holopainen, pero cuando creemos que la banda arremeterá con todo, entra la voz angelical de Floor Jansen en una especie de partida en falso que instaura un momento de calma justo antes de, ahora sí, explotar el tema directamente en la parte del coro, cuyas estructuras métricas y el modo de utilizar las rimas, nos recuerdan muchísimo a unos maestros de su estilo: el grupo coral de los enormes suecos de Abba. No tener un arranque previsible ya de por sí es un buen síntoma, y sin duda, esta canción será un gran número de apertura para los conciertos en vivo cuando la maldita pandemia del Covid-19 nos devuelva la emoción de asistir a un concierto. La guitarra de Emppu Vourinen suena áspera y mete una melodía de órdago. Gran inicio. “La voz de Floor suena contenida y no se desata cantando como lo hacía en After Forever o Revamp”. Este es uno de los comentarios más recurrentes sobre el nuevo disco, y aunque no deja de tener cierta verdad detrás, no olvidar lo mencionado, aquí el director de orquesta es Holopainen y los límites los fija él, no obstante, ‘Noise’ suena con toda la explosividad que uno esperaría de la banda más grande y famosa del Symphonic Metal, y en eso, siguen siendo los mejores. Una canción poderosa, enorme y reptante, con la orquestación (absolutamente real y grabada en los estudios Troykington Castle en North Yorkshire, Reino Unido), bien al frente y la base de Marco Hietala y Kai Hahto sólida como el granito. ‘Shoemaker’ es un sólido mid tempo no exento de sutilezas y en su canon central destacan las voces del nuevo integrante ‘oficial’ de la banda, el británico Troy Donockley que no sólo aporta sonidos con sus instrumentos de viento como gaita escocesa y flautas, sino que también le dan el espacio para que tenga momentos como cantante solista en una democrática muestra de multiculturalidad de la ahora banda finesa-holandesa-inglesa. Mención aparte hacia el final del tema la voz lírica de Floor y el coro gregoriano de apoyó detrás, simplemente enorme e impactante. Luego llega el ¿homenaje-tributo-plagio? No lo sabemos, pero si está claro que el inicio de la batería en ‘Harvest’ es exactamente igual a la canción ‘I Will Remenber’ de Toto de su disco “Tambu” de 1995. Mismo patrón, mismas notas, mismo tono y afinación de la batería (hagan el ejercicio y escuchen el inicio de ambas canciones). Holopainen en más de una entrevista ha mencionado su gusto por Toto sobre todo considerando la maestría en los teclados de un músico de la talla de David Paich, lo cierto es que luego la canción explota y alcanza una altura onírica cuando entra toda la instrumentación folk de aires celtas que nos trasladan en un mágico viaje hasta la campiña europea medieval. ‘Pan’ suena completamente hereditaria de la pompa de antaño de la banda, aún así hay quienes insisten en sostener que este disco “no suena para nada a Nightwish”, entonces si esta canción no es 100% Nightwish, ¿qué más podría ser? La base musical es durísima y los teclados de Toumas conducen la canción logrando el contrapunto perfecto para la delicada y genial ‘How’s The Heart?’ que llega a continuación regalándonos el costado más dulce del gran espectro vocal de Floor. Las gaitas y flautas de Donockley brillan por todo lo alto en un tema juglaresco que de seguro haría las delicias hasta del propio y legendario maestro Ritchie y sus Blackmore’s Night especialistas en este tipo de sonido. ‘Procession’ es un momento absolutamente embelesante con la bella voz soprano de Floor que recuerda muchísimo a la gran intérprete francesa Emma Shapplin; cual pieza de ópera, la canción recibe un tratamiento orquestal de sumo buen gusto hasta que irrumpe la base rítmica con fuerza y todo estalla con esa pomposidad que engloba cada surco del álbum. Bellísima pieza. ‘Tribal’ nos conduce al otro extremo, a esa belleza brutal y primitiva de los ancestros de nuestro planeta, un rito étnico-percusivo donde los tambores de Kahto conducen la canción la que tiene su clímax en los gritos de guerra estilo ‘haka’ de la cultura indígena maorí de la actual Nueva Zelanda. El gran final de la primera parte llega con ‘Endleness’ una canción que cruza todos los ambientes antes trascurridos en el álbum y donde finalmente aparece Marko Hietala con su voz liderando algunas estrofas (en el disco anterior una de las principales críticas era que la voz de Hietala tenía mucho protagonismo; en este que canta muy poco…), lo cierto es que el balance de las voces de Marco y Floor está perfectamente supeditado a los contrastes que la composición requería logrando dotar a la misma de un halo de gran melancolía para el cierre de esta primer parte. En el disco dos el señor Holopainen se da su gustito y nos entrega 30 minutos de música incidental divididas en ocho partes, que funcionan como un verdadero soundtrack (de los que tanto le gustan), donde combina la musicalidad del germano Hans Zimmer con el new age de la gran banda norteamericana Shadowfax y con los toques progresivos del maestro británico Mike Oldfield. Todo muy hermoso y correcto pero innecesario, pues el primer disco por si solo contiene la suficiente calidad e interés como para sostenerse sin este extenso “bonus track” de acompañamiento. La polémica esta desatada y solo el tiempo nos dirá y ubicará a este nuevo álbum de Nightwish en su justa proporción de acuerdo a su intrínseca calidad. Ya lo decía Picasso “siempre estoy haciendo lo que no puedo hacer hacer, para poder aprender a hacerlo” y esa frase aplica como anillo al dedo a la filosofía artística de un genio de nuestros tiempos como Tuomas Holopainen quien no conoce de autolimitaciones y que entiende que el arte debe satisfacerlo a él primero que a nadie, porque para el resto, para todos solo quienes somos auditores, aplica la frase de Oscar Wilde: “el arte de la música es el que más cercano se encuentra de las lágrimas y los recuerdos”. Cristián Pavez Tags #Nightwish # HUMAN. :II: NATURE # Finlandia Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Noticias Solar firma su regreso con 'Los Bailes' Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Clásicos Avenged Sevenfold Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Noticias TAHIO: nuevo sello tiende puente entre artistas chilenos y argentinos Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Clásicos Los Bunkers Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Clásicos Queens of the Stone Age Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Entrevistas «Rated R»: La química, los mantras y los secretos de un clásico contemporáneo Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Clásicos BBS Paranoicos Martes, 06 de Junio de 2023 Rock Clásicos Soft Machine Martes, 06 de Junio de 2023