Andrew W.K.

2021. Napalm

No hay mejor momento ni lugar para sacar un disco que lleva por título una frase tan irónica y provocativa como “Dios está de fiesta”, y esa sátira de humor negro no podría venir de otro personaje más que del siempre orate Andrew Fetterly Wilkes-Krier, más conocido en el mundo de la música como el “Rey de la Fiesta” Andrew W.K. amén de otros oficios como actor y productor.

Lo cierto es que a sus 42 años el tiempo parece no pasar por Andrew que sigue luciendo su aspecto de adolescente juvenil, aunque más allá de la humorística portada y la joda del título, este álbum es el trabajo más maduro y ambicioso del multi-instrumentista a la fecha, siendo al mismo tiempo, el menos festivo también.

Críptico, ecléctico y apocalíptico, el disco se divide en dos facetas bien marcadas, teniendo por un lado unos temas de Proto-Rock bien contundentes aderezados con toques ‘Prog’ que denuncian influencias tanto de Devin Townsend como de Ministry y Killing Joke, como queda en evidencia en las fantásticas ‘Everybody Sins’ y ‘Babalon’ que inician el álbum de gran forma. En esta parcela también encontramos la áspera y abrasiva ‘I’m In Heaven’ con sus riffs de Metal Industrial, mientras que en el único tema realmente festivo del álbum que nos conecta con su pasado, lo hayamos en la fantástica ‘I Made It’ con ciertos aires a Meat Loaf, algo que también se repite en la final ‘Not Anymore’, ambas con bastante inclinación por las melodías AOR.

En la otra vereda y de forma totalmente contrastada, el disco cuenta con una serie de baladas grandilocuentes con piano donde la influencia Queen es patente, algo que se percibe en la sentida ‘No One To Know’ (que también podría estar firmada por Styx), ‘Remember Your Oath’ (el más claro ejemplo con una guitarra solista muy en plan Brian May), ‘My Tower’ y su dramático y coral canon final que nos lleva directamente a ‘And Then Blew Apart’, quedando la sensación de cierto desbalance de la placa al ser la mitad del disco solamente baladas, pero sin menospreciar la calidad de las mismas.

Pero lo anterior no resta mérito del trabajo totalmente unilateral de Andrew ya que es el compositor, letrista, productor, cantante y ejecutante de todos los instrumentos que decoran el álbum, redondeando un sexto disco totalmente ad-hoc no solo para estos tiempos distópicos que nos ocupan y nos consumen, sino también para sonorizar cualquier otra época de desazón que nos toque enfrentar. Sin duda esta puede ser una perfecta banda sonora para el fin del mundo, o para cuando ‘Dios se va de fiesta’ y nos jode a todos.

Cristián Pavez