Volbeat Servant of the Mind Jueves, 09 de Diciembre de 2021 2021. Vertigo Berlin / Universal Music Tras la escucha del anterior “Rewind, Replay, Rebound” (2019) quedó planteada una legítima duda: ¿llegará el día en que Volbeat saque el pie que tiene en el metal para cruzar hacia el rock de estadio más convencional con todas sus formas y modismos? Quizá es un cuestionamiento fuera de época en días en que poco importan las barreras estilísticas, pero era válido plantearlo. Eso solo lo sabríamos cuando llegara su continuación y resulta que en un abrir y cerrar de ojos apareció “Servant of the Mind” (2021) para confirmar que a Poulsen y sus muchachos no les tiembla la mano cuando se trata de subir la apuesta por las guitarras pesadas. Lo primero que se debe mencionar respecto al nuevo fonográfico del combo europeo es que corre bien, a pesar de ser un disco largo para un hard rock tan al hueso. ¿Le alcanza esto para superar a su trabajo del 2019? Claro, hay otras cosas que considerar para dar un veredicto así, pero basta con una primera recorrida de norte a sur para al menos decir que “Servant Of The Mind” (2021) le saca varios cuerpos de ventaja en este punto. Desde el momento en que Kaspar Boye Larsen y Jon Larsen en bajo y batería respectivamente ponen la pistola en el aire y aprietan el gatillo para partir con ‘Temple Of Ekur’, pasando por los versos rápidos y coros melódicos de ‘Heaven’s Descent’ hasta llegar al final en una ‘Lasse’s Birgitta’ que pica casi a los 8 minutos entre versos sedientos de palm muting, coros cadenciosos, y secciones nebulosas, se nota una producción orientada hacia el metal que se conecta de manera aún más estrecha con números del heavy americano contemporáneo como Trivium, una línea de pensamiento cruza toda la placa. Tomando la misma imagen que se expone en la introducción, Volbeat pasa la mitad del otro pie hacia el terreno del metal en “Servant Of The Mind” (2021). Cortes como ‘The Sacred Stones’, ‘Mindlock’ y ‘Shotgun Blues’, ojo con la versión a dúo junto a Dave Matrise de Jungle Rot, destilan hard rock en riffs inmensos que Michael Poulsen y Rob Caggiano enganchan con un filo técnico que exhiben en las zonas más corpulentas de su repertorio bebiendo del Metallica noventero hasta caer desmayados. A pesar de este enfoque metálico, Volbeat no olvida entregar esa fusión única de estilos que tantos réditos le genera. Explotan la veta Misfits en ‘The Passenger’ y 'Wait A Minute My Girl' con un dulzor casi AOR haciendo notar que el punk también luce bien con la sapiencia de los años y el oído bien puesto en los estadios. ‘The Devil Rages On’ mezcla el blues pesado y el rockabilly con un Poulsen arriba del balón en su extravagancia a mitad de camino entre Elvis Presley y James Hetfield, siguiendo sus costumbres en la impostación de voz y exageración de algunas palabras, un vaso que se rebalsa en ‘Domino’ de la versión Deluxe que rinde tributo más a The Cramps que a la original de Roy Orbison. Si eso es justo lo que no te gusta de Volbeat, pues no tienen ninguna intención de remediarlo, es parte de su carácter. Eso sí, esta vez el vocalista baja varios cambios a la rendición casi caricaturesca del llamado “Rey del Rock” que se vio antes en ‘Pelvis On Fire’, por ejemplo. Todo buen disco de Volbeat que se precie de tal también tiene una parte lúdica, aunque “Servant Of The Mind” (2021) le da menos cancha a las jugarretas que “Rewind, Replay, Rebound” (2019). Si ‘Sorry Sack of Bones’ obedeció a ese gusto por la música norteamericana de raíces en el anterior, acá ‘Step Into Light’ se pasea entre el country y el surf rock con atractivos efectos de guitarra como el reverb o el trémolo que nutren al track de carácter. ‘Dagen Før’ sigue con la tradición de incorporar voces femeninas y esta vez la invitada es Stine Bramsen de los gigantes del pop danés Alphabeat. El dueto no solo recuerda la amabilidad del Coheed and Cambria actual, sino que también establece un vínculo con otras colaboraciones como ‘For Evigt’ con Johan Olsen, pero esta vez de una forma un poco más melosa o “cheesy”, como le gusta decir a los medios internacionales. Tocando la misma tecla de ‘Cheapside Sloggers’ en el anterior, pero sin el fulminante solo de Gary Holt, ‘Becoming’ se atreve con la influencia del Slayer de “Reign in Blood” (1986) en su introducción solo para ilusionar a los más metaleros de la barra, algo ya habían hecho en ‘Slayatan’ del “Seal The Deal & Let’s Boogie” (2016), pero con la faceta más arraigada en el “South of Heaven” (1988). El desarrollo de la canción ostenta el clásico groove de Volbeat, con harta melodía, gancho y buen gusto hasta que sacan el hacha y descabezan al auditor cerrando el círculo con un solo de guitarra extraído directamente desde el sur del cielo mientras llueve sangre a destajo. Si bien cada canción del disco tiene algo que destacar, ‘Say No More’ es quizá una de las que queda al debe. Intenta ser una muestra del Volbeat moderno, pero precisamente le falta el picor del riesgo, ya que es uno de los tracks más estándar, que en este contexto no aporta mucho a la mecánica general del disco como para ocupar un lugar a la medianía de la tabla. En ese sentido y con un tinte similar, hubiese sido mejor reemplazarla con un bombazo como ‘Return To None’, que quedó relegada a la edición de lujo, pero está mucho mejor pensada y ejecutada, tiene más coraje. La crítica más común hacia los discos de Volbeat, de hecho, es el piloto automático. Se dice que han pecado de repetitivos, genéricos y blandos, trabajos sin mucha sustancia más allá de algunos singles bien intencionados y de un desfile de invitados de lujo acorde a las altas esferas del rock mundial. Detractores más o detractores menos siempre se encontrarán en el camino, pero lo cierto es que los daneses no están obligados a ser la monedita de oro del metal internacional y méritos tienen de sobra para no deberle nada a nadie. Con todo, este no es un disco destinado a convertir a los detractores en seguidores, aunque no falten las excepciones, pero sí le da a sus fanáticos todo lo que están buscando. Sí, juegan a lo seguro, pero dejar la radiografía de la banda en un solo lugar visible trae siempre resultados positivos. Si hay algo que deja en claro este octavo esfuerzo es que hay romance genuino con el metal que sigue vivo, al menos así lo demuestran varias facetas de un disco que supera a dos de sus predecesores inmediatos gracias a una mayor cohesión y a la reducción de los momentos descartables que abundan en entregas pasadas. “Servant Of The Mind” (2021) es el que pone las piedras sagradas de Volbeat en los lugares correctos para seguir sosteniendo ese indestructible templo sónico que convoca a fieles de todo el globo. No se diga más. Pablo Cerda Tags #Volbeat #Servant of the Mind #Michael Poulsen #Rob Caggiano Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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