Bruce Dickinson

2005. Sanctuary

Emulando la maravillosa saga del “Señor de los Anillos” del director de cine neozelandés Peter Jackson, el multifacético Bruce Dickinson también completa su trilogía dorada con la edición tras siete años de espera de “Tyranny of souls”, un disco que viene a cerrar el círculo de álbumes brillantes iniciado en 1997 con el excelso “Accident of birth” y que continuó con el aplastante “Chemical wedding” de 1998.

“Tyranny” viene a demostrar una vez más que el trabajo de Dickinson al lado del gurú del metal contemporáneo, el guitarrista/productor Roy Z (quien no sólo es el responsable de encausar la carrera de Dickinson, sino también del “metal god” Rob Halford), nuevamente rinde sus frutos, permitiéndonos disfrutar de un álbum pletórico, fresco e inspirado de contundente heavy metal.

Una vez terminadas la labores de producción del nuevo disco de Judas Priest, Roy Z se metió de lleno en la grabación de TOS, un disco compuesto, producido e interpretado íntegramente Dickinson y Z (quien grabó todas las guitarras y bajos), con el aporte adicional de David Moreno que registró las baterías metiendo unos patterns más modernos con pasajes de brutales dobles bombos y del Maestro Mistheria, un enigmático tecladista italiano quien envió sus partes por e-mail. Quizás lo único que se podría echar de menos en la producción es el aporte siempre elegante y lleno de buen gusto de Adrian Smith en los solos de guitarra, pero eso hubiese sido algo imposible de pensar, considerando que Steve Harris jamás habría permitido que 2/6 de Iron Maiden participaran en un proyecto paralelo. Es curioso, pero esas son las ironías que tiene la vida: pensar que una banda que a fines de los 70’s tomó su nombre de un instrumento de tortura medieval, que a la vez era una crítica y burlesca referencia a la dictatorial primer ministro británica Margaret Tatcher mundialmente conocida como “la dama de hierro”, hoy en día también tiene su propio dictador interno en la figura de Harris. Las vueltas de la vida.

En lo estrictamente musical, escuchando y disfrutando la soltura y fluidez de TOS, no deja de sorprender cómo Dickinson de la mano de Roy Z suena tan fresco y espontáneo en comparación a como lo hace con Maiden donde la banda parece anquilosada en el tiempo, sin ideas realmente frescas y novedosas, algo de lo que adolece en gran medida un disco como “Dance of death”. Aquí desde la partida con la inquietante intro ‘Mars within’ tu atención es poderosamente atrapada en el acto, la que explota en energía y poder con la excitante ‘Abduction’, una poderosísima carta de presentación del disco con unos quiebres onda Slayer en el inicio, ¡Letal! Esa primera gran impresión se mantiene con ‘Soul intruders’, otro potente combo de grandioso heavy metal de primer nivel con la voz superlativa de Dickinson, el poder del doble bombo de Moreno y unos aplastantes solos de guitarra a cargo de Roy Z. Ya tan sólo por estos dos temas el disco valdría absolutamente la pena, pero el álbum no da tregua porque ‘Kill devil hill’ tiene un inicio apabullante para decantar en un corte más experimental donde se puede apreciar el gran aporte de Maestro Mistheria en los teclados, en una canción dedicada a los hermanos Wright, precursores de la aviación, una de las grandes pasiones de Dickinson además de la música.

Los interludios acústicos de ‘Navigate the seas of the sun’ son de sumo gusto en las manos de Z, quien le da el marco perfecto para que el maestro Dickinson borde la canción con su voz de terciopelo, siempre en gran forma. Así podríamos seguir describiendo una a una todas las cualidades de cada canción de un disco simplemente excelso, pero esto es como tratar de describir el sabor de un buen vino, es mejor probarlo, catarlo y conocer por uno mismo lo grandioso que es. El patrón musical imperante es una perfecta combinación del ingrediente melódico de “Accident” con la oscura contundencia de “Chemical”, pero siempre con el agregado de elementos novedosos tanto en la música como en las letras, las que entregan las visiones teóricas de Dickinson sobre temas como la existencia de vida extraterrestre, además de sus acostumbradas referencias oscuras sobre los alquimistas.

Escuchen ‘A tyranny of souls’ el track que cierra la placa y traten de no emocionarse hasta la médula con la voz de Bruce, tal como la ha venido haciendo por más de veinte años. Por algo es uno de los vocalistas más grandes en la historia y con este nuevo álbum confirma que tenemos Dickinson para mucho rato más.

No le den muchas vueltas, este disco es un deber tenerlo, no sólo porque se trata de un nuevo trabajo de Bruce Dickinson, sino porque es un grandioso álbum de heavy metal y que demuestra que hace rato los trabajos del “príncipe espadachín” superan en calidad y emoción a los de la “doncella de hierro”, pese a quien le pese.

Cristián Pavez