Denisse Malebrán: En mi propia latitud «Nadie puede cuestionar que las mujeres son lo más interesante y exitoso hoy» Miércoles, 16 de Marzo de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis210, diciembre de 2020) La década del 2010 cerró con un estallido social y la apertura de un proceso constituyente luego de años de ebullición política. En la vida personal de Denisse Malebrán, que se siente conectada con la sensación social de Chile, las cosas no fueron muy distintas. Una década exigente, dolorosa e incómoda, que exigía un remezón, una resolución. De esto habla “Antípoda”, su cuarto álbum solista. Por Cristofer Rodríguez «Se centra en la amplia gama y espectro del dolor, estos duelos medios callados que empezaron a generar canales que uno no sospecha. Por ahí viene el leitmotiv de este disco», cuenta la compositora nacional Denisse Malebrán y recuerda momentos difíciles como la enfermedad de su hija, el fallecimiento de su madre o cómo debió curtir su piel tras años de exposición en medios hostiles como el musical y el político. El cuarto álbum luego de nueve años de pausa discográfica en su carrera solista, carga con significados explícitos sobre el momento que vive la cantante y los vaivenes de enfrentar al mundo siendo mujer: frustraciones, decepciones, hambre de respuestas y, finalmente, aceptación de su lugar en el mundo. El lugar que ella eligió. – Parece como si “Antípoda” fuese parte de un proceso de sanación personal. – Se dio todo solo, como natural. Está ‘Hey’ que es una canción escrita muy desde el dolor, está la historia de mi abuela en ‘Luisa’, la de mi hija, la mía… puras historias que se relacionan desde el pasarlo mal, pero también desde entender en qué punto una es capaz de soltar el hilo. Es el disco donde resolví hartas cosas que estaban inconclusas, pero además creo que logré hacer cosas que tenía atoradas. Durante muchos años me sentí vilipendiada o no merecedora de lo que he logrado en torno a mi talento porque tuve que andar poniendo la mano para que no me llegaran combos frente a un montón de juicios que solamente los he tenido por ser mujer. De eso habla ‘Vals’, por ejemplo. – Justamente esa canción se escucha como una suerte de homenaje a las mujeres músicas. ¿Cómo es escribir sobre las agresiones que has sufrido por ser mujer en el medio, ahora que han pasado los años y estás más grande? – Para mí fue súper importante escribir ese tema, poder decir «ok, vivimos en un país machista y a mi edad he tenido que pasar cosas muy desagradables», a diferencia y menos mal, de cosas que a lo mejor van a pasar otras músicas. Es como decir «¿sabís qué?, soy música, compongo y todo lo que quieras opinar sobre mi vida personal, sobre mi aspecto físico o sobre cualquier otra cosa que sea ajena a eso, es un tema tuyo y ya no me interesa». Nadie puede cuestionar que las mujeres son lo más interesante y exitoso hoy, y cuando escribo ‘Vals’ y digo «otras abrieron las puertas», estoy hablando de ellas, de la Denisse Rosenthal, de la Cami Gallardo, que en su discurso se paran arriba de un escenario sin los complejos que pude haber tenido yo, sin tener que dar explicaciones de su cuerpo o por qué tuvieron guagua. – En esta edición de la revista la portada corresponde a Frank’s White Canvas. Cuando partiste era bien difícil pensar en portadas femeninas en revistas de rock. – Hace años atrás otros periodistas dijeron que una mujer no puede ser portada de una revista de rock, no lo estoy inventando. Imagínate que tú me estás nombrando una banda que acaba de lanzar su primer disco y va a tener una portada en una revista de rock, eso jamás lo tuve yo en 25 años de carrera. Creo que es bacán, porque ellas van a tener un horizonte mucho más lejano. Cuando te viven poniendo la pata encima, una llega a creerse que a lo mejor no se merece nada. Yo escuché a un productor decir que la música hecha por mujeres no vende. Imagino que debe estar bien confundido viendo a Mon Laferte llenando un Movistar Arena. – ¿Hace 20 años era más difícil escribir sobre eso o es que el problema no estaba tan claro como hoy? – Una vez la mamá de la presidenta Michelle Bachelet (Angela Jeria) me dijo que lo más bacán de ser vieja es que una puede decir lo que quiera, entonces me voy a tomar de sus palabras. Siento que con Saiko me atreví a hacer cosas mucho antes de lo que se atrevieron otros. ‘La fábula’ (del disco “Informe Saiko) hablaba de lo que hoy la gente dice en la calle cuando la para un notero: paren de mentirnos, paren de decirnos que vivimos en un país la raja porque en realidad no lo siento así y dejen de contarnos cuentos. El coro, 21 años atrás, dice «al despertar». El primer hit y la canción que dio a conocer a la banda a nivel nacional habla de un amor homosexual y era el año 1999. Era muy mal vista la política post de la dictadura, como que las bandas que hacían pop no tenían que hablar de cosas serias. Si me centro en el nuevo pop, el más premiado, reconocido y que todos se rinden a sus pies, es un pop que habla de pasarlo bien, de bailar y de disfrutar con menos melancolía de la que crecimos en mi generación. – Cuando partiste el medio era mucho más hostil. ¿Cómo lo llevaste siento tan chica? – Hoy es más amoroso hacer música en Chile de lo que era hace 21 años. Yo tenía 22 años cuando entré a Saiko y era muy fan de la Zona de Contacto, porque era el espacio donde sentía que había un lugar para la juventud y de repente veo una tira de humor donde decían que Saiko era más malo que comer palta en un servicentro. Crecí con eso y siento que hoy ya nadie se lo aguantaría. Me gusta que hoy haya más respeto en el entorno y también que sean más amables y amorosos entre ellos, los artistas, que quieran romper con la otra estructura absurda con la cual nos formamos las bandas de los noventa, esta cosa como Blur vs. Oasis. Vuelvo para darme un refugio Producido a medias con Sebastián Gallardo –vocalista de We are the Grand–, “Antípoda” defiende un formato de pop escaso en la escena chilena de los últimos años, centrado en la configuración clásica de banda de rock, con bajo, guitarra y batería. Un sonido orgánico y menos sintético, con preponderancia de la melodía sobre el ritmo, tomando distancia del trap y la música urbana. «El título está un poco basado en eso, en el otro lado, en la otra cara de la Luna, como diría Pink Floyd. Tengo una forma de hacer canciones que no la voy a cambiar, independiente de lo que se lleve mañana en la música. El último disco de Saiko (“Lengua Muerta”, 2017) tiene un nombre que habla un poco de lo mismo, como de la extinción de un formato de pop». – Como disco que sintetiza momentos de fragilidad y búsqueda de respuestas, musicalmente puede entenderse como una especie de refugio dentro de la escena musical actual, especialmente para tu generación. – En este disco tuve cero complejos de volver a la raíz que es siempre Depeche Mode, la banda de mi vida, pero fíjate que también llegué a ese viejo pop que yo escuchaba, pero nunca caché que tuvieran tanta influencia en mí, como George Michael o Cindy Lauper ponte tú, junto con The Cure. También empecé a escuchar Slowdive, Chromatics, The Horrors. Soy fanática de Kim Deal y sus bandas, The Breeders, Pixies, The Amps y hay esa ronquera en las guitarras que siempre he tenido por gusto personal y quizás en Saiko nunca metí la cuchara más allá porque es un terreno que le corresponde a Luciano. Y bueno, trabajando me di cuenta que siempre por ahí aparece Smashing Pumpkins, PJ Harvey, Garbage. – ¿Es un acto de resistencia hacer un disco de pop con guitarra, bajo y batería en el año 2020? – Te voy a poner un ejemplo. A mí me carga el ukelele, no lo entiendo y es un recurso que se empezó a usar de manera totalmente abusiva en el último tiempo en el pop y me terminó cargando más. Me pasa lo mismo con el pop hoy en día respecto a la base rítmica, desde el trap a la música urbana, que encuentro que es una base repetitiva en un patrón medio tribal y pareciera que hoy no se puede hacer música si no se ocupa y eso es lo que finalmente me molesta. Más que un acto de resistencia, tiene que ver con una forma en que uno se para en la vida y dice «esta es mi latitud» y si la industria te dice que el pop hoy es otra cosa, bueno, ya no seré pop. No me den más de lo mismo El show de Saiko en Lollapalooza era uno de los conciertos nacionales más esperados del año, con una formación de lujo acompañando a Denisse: Luciano Rojas, Rodrigo Aboitiz y Mauricio Clavería. También era el año en que la cantante presentaría en vivo su cuarto álbum y donde la banda iniciaría una aventura musical por México. Pero la historia no lo quiso así. Los planes profesionales de Malebrán debieron suspenderse indefinidamente, situación difícil para una de las músicas con mayor actividad de la escena local. «Tocar en vivo es lo más parecido a una droga, de todas las semanas subirme a un escenario y tener ese contacto físico con personas. Para mí es fundamental tocar en vivo, no solamente porque vivo de eso, sino porque es lo más constante que he hecho durante toda mi vida». Pese a todo, hay optimismo. «Cuando esto pase debería haber una atención más focalizada en lo nacional, porque durante un buen tiempo no van a venir tantas bandas internacionales. Son hartas lucas que la gente invierte en conciertos, ojalá repartirlas y con una entrada alcanzar a ver a cuatro artistas chilenos». – Siempre a lo largo de tu carrera has emitido opiniones respecto a los trabajadores y las trabajadoras de la cultura. En este año tan duro laboralmente debido a la pandemia, ¿cuál es tu percepción de las acciones políticas para enfrentar el problema? – Voy a contar algo que quizás nunca se ha hecho público, pero cuando fue el caso de Álvaro Scaramelli, que se supo que había plata que al parecer no coincidían con las liquidaciones que recibían la mayoría de los autores, comenzó también una persecución de parte del Servicio de Impuestos Internos de revisar las declaraciones de derecho de autor que se hacían en Chile y fue brutal, porque lo que nosotros habíamos entendido durante muchos años sobre cómo se declaran las boletas no era así. Olvídate lo que significó, algunos tuvieron que pedir créditos para pagarle al SII la plata que le estaban cobrando. Una de esas fui yo y fue heavy. ¿Cómo le dices al SII que no? Agachas el moño y dices «ok, no supe cómo declarar, ¿cuánto le debo?». ¿Qué crees tú que siento yo y mis colegas cuando ves que hay un perdonazo de miles de millones para tipos que estaban haciendo chanchullos en política? La sensación que tengo hoy de injusticia respecto a ser artista en Chile es mucho mayor a la de hace unos años, incluso más desde el perdonazo. – ¿Sientes que el Gobierno no los reconoce como trabajadores? – Hay gente que dice que la música no genera PIB y oye, dejamos mucha plata, lo que pasa es que hay gente que maneja esto y se hacen los tontos, pero cuando vamos de gira generamos una cadena de trabajo, en la van, el catering, el hotel. El Caupolicán o el Movistar genera trabajo. ¿Nadie ve eso? Ya que este gobierno piensa solo en números y plata. ¿No cachan que nosotros también generamos trabajo? La verdad es que no espero nada del gobierno, solo espero que aprueben luego abrir los lugares para tocar o hacer eventos. Ya la ministra no presentó nada y no lo hicieron porque no tienen interés, no tengo otra respuesta. – Hace un momento dijiste que tienes súper claro en qué latitud estás parada. Desde el punto de vista político, ¿cómo piensas el Chile que viene, ahora que estamos a punto de abrir un proceso constituyente? – Me pasan muchas cosas. Dije muy tempranamente cuál era mi postura política y muchos colegas me pegaron por haber apoyado candidaturas. Ya lo vengo haciendo hace varios años, participé de manera activa en el último gobierno de la presidenta Bachelet y eso para mí fue un aprendizaje feroz, porque tiene cosas muy bacanes, pero también cosas muy tristes. Una que se creía súper de izquierda, con los años te das cuenta que parece que eras una persona bastante más conciliadora. Me doy cuenta hoy que es mal visto sentarse a escuchar lo que quiere decir el otro y eso me parece súper preocupante porque la política es diálogo. Lo otro se llama dictadura. – ¿Será que además hay una crisis súper evidente en los liderazgos políticos y en la construcción de proyectos? – Está bien difícil la cosa. Esto de que ahora tanto rostro quiera ser constituyente a mí me confundió un poco porque sentí que no estaban entendiendo que hay que darle el lugar a ese tipo que lleva años luchando por los derechos del agua o defendiendo a las comunidades contra un conglomerado minero. Hay que tener un poquito de decoro para sentir que, si te vas a sumar, tienes que representar a alguien. Es como cuando Don Francisco le decía a la gente en los concursos «¿y a usted, quién lo mandó?». – ¿Te han ofrecido ser candidata a la Convención Constitucional? – Sí, ya me lo ofrecieron, pero no tengo ningún interés en competir en nada. Me encanta la política, la entiendo muy bien y sé cómo se juega, por lo mismo hay cosas que no estoy dispuesta a hacer, como que te destripe en la plaza pública otro que está tan interesado como tú por estar en ese lugar. En este momento, imagínate que por decir lo que pienso en Twitter tuve que recibir escupitajos, balazos, piedras y descrédito. Es algo a lo que me acostumbré porque durante toda mi carrera me trataron de mala música, apitutada y era obvio que si estaba en un festival el cupo me lo había conseguido Bachelet. Antes era murmullo, pero ahora esa gente está ahí y es difícil desarrollar ideas cuando la gente no está escuchando, como lo que le pasó a Javiera Parada. Me preocupa, porque la respuesta viene del sector que se supone que éramos hartos y teníamos la capacidad de no andar persiguiendo a otros por pensar distinto. La extrema derecha que quiere echar a los extranjeros y desintegran el PC no es tan distinta de la gente que no tolera que una diga que paren un poco con la pobre plaza porque le sirve a alguien y automáticamente seas amarilla, vendida, burguesa, facha, cuica. Si durante años tuve que responder al epíteto de maraca, mala madre y obviamente fácil, por andar de noche trabajando, a esta altura ya no hay nada que no me hayan dicho. Me sigue fascinando la política, pero es un momento muy duro, así que agradezco las invitaciones a hacer otras cosas, pero no me darían ganas de levantarme temprano a hacer campaña. – Me imaginé a Michelle Bachelet pituteando los viernes en la tarde después de la pega en La Moneda consiguiéndote tocatas y me dio mucha risa. – Llamando al Terraza de Quilpué «oiga, una tocata por favor» (risas). Soy hija de un rati y de una mamá dueña de casa de clase baja y cuando llegué a Saiko, que fue por una audición, no conocía a nadie del mundo de la música. Siempre he sido una persona muy mala para participar en eventos sociales, soy fome, no carreteo, entonces en el país del pituto no hice nada para tener movidas, algo que ocurre mucho en las élites chilenas e incluso la élite musical. Pero siempre va a llegar el mismo comentario tipo «obvio que esta mina no llegó donde llegó porque hace buenas canciones, sino porque se agarró a tal hueón o porque la Soa Bachelet la puso ahí». Tags #Denisse Malebrán #Antípoda #Saiko # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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