Carlos Fonseca: En las garras de la comercialización «Soy dueño de "La Voz de los '80" y socio con Jorge, Miguel y Claudio de los otros discos» Viernes, 06 de Octubre de 2023 A los 62 años falleció hoy 6 de octubre Carlos Fonseca, manager histórico en la carrera de Los Prisioneros. Como una forma de homenajearlo, destacamos esta entrevista. (Publicado originalmente en revista #Rockaxis217, julio de 2021) La reedición en vinilo de los primeros discos de Los Prisioneros y Aparato Raro coincidió con el 40° aniversario de Fusión, la histórica disquería del drugstore de Providencia que alojó a buena parte de los melómanos ochenteros. Carlos Fonseca, el hombre tras estos y otros hitos fundamentales del rock chileno, conversó con la autoridad que le da el buen juicio. Por Cristofer Rodríguez «Haz lo que sea correcto para los artistas y, a su vez, esa decisión será la adecuada para ti». Cuando Irving Azoff fue inducido al Salón de la Fama del Rock & Roll, incluyó estas palabras en su discurso de ingreso, refiriéndose a ellas como un mantra que repite día a día desde que inició su trayectoria en el negocio de la música. Pocos nombres han sido más importantes en la historia del rock clásico, erigiéndose como uno de los arquitectos de los mejores años del rock estándar norteamericano, manejando y produciendo a nombres como Joe Walsh, Fleetwood Mac y Eagles. Los managers, los hombres tras el artista y que, como en la película “Almost Famous” (2000), son vistos como incompetentes aficionados o máquinas exprimidoras de dinero. Siempre necesarios y cuya relación tensa con las bandas se resume en la citada frase del empresario. En Chile tenemos pocos nombres que pueden considerarse arquitectos de un fenómeno de gran escala, como Camilo Fernández con la Nueva Ola o Ricardo García con la Nueva Canción Chilena. Otro nombre de calibre similar es Carlos Fonseca, quien ha estado detrás de varios de los episodios estelares del rock chileno en las últimas tres décadas. Una figura apasionada, de incuestionable amor por la música, talentosa y polémica, de quien no se puede omitir su juicio, pues ha estado ahí como protagonista y testigo del catálogo más abultado y sobresaliente del rock hecho en Chile. Una historia que se niega a morir y que Carlos no pretende abandonar. Historia que comenzó en 1981, con la inauguración de la disquería Fusión. «Llegué a Chile en el 80, con el Charly García de ‘Peperina’, el Spinetta de la época de Jade, Porchetto, León Gieco, “Soluna” que es una joya de disco de Santaolalla. Acá en Chile escuché “Yendo de la Cama al Living” y luego apareció Virus, entonces caché que el recambio del rock argentino tenía que meterlo de alguna forma, porque era una forma de despertar». Similar a la experiencia del periodista Francisco Conejeras, que tras su contacto con el rock argentino decidió fomentar la alicaída escena chilena de inicio de los ochenta, Fonseca comprende que sus esfuerzos no pueden quedarse solo con la fundación de una disquería como Fusión, sino que debía ocupar todas sus herramientas al servicio de revivir el rocanrol nacional: escribir en prensa, descubrir grupos y enviar discos a los medios de comunicación. Comenzó con los discos que llegaban desde Argentina, pero pronto lo haría con la banda chilena más importante de la década. «Todos los contactos los hice gracias a Fusión, porque era un epicentro, llegaban discos que no estaban en otra parte y llegaban recién salidos. Esos ganchos fueron muy importantes para empezar a meter a Los Prisioneros. A mí me buscaba la prensa para hablar de música y yo terminaba metiendo como sea a Los Prisioneros. En diciembre del 83 salió una nota de Los Prisioneros en El Mercurio, un año antes de que saliera el primer disco». – El fenómeno de Los Prisioneros creció como una bola de nieve desde el lanzamiento de “La Voz de los ‘80” en 1984, a los conciertos en el Estadio Víctor Jara en 1986, después de firmar con la EMI. ¿Cómo creció esa bola de nieve en tan poco tiempo? – Ocupamos todos los contactos de Fusión, invitaba a amigos, ponía sus demos en la tienda y se lo recomendábamos al público. A la gente le gustaba el nombre y algunos enganchaban. Para el año 84 nos dedicamos a grabar el disco y a tocar en los campus universitarios, en tocatas que nos consiguió el “Pelao” Galáz en la Católica. Desde ahí nos empezaron a llamar los universitarios cuando lanzaban sus revistas y fanzines, después los pintores y los que hacían cómics, donde estaban Pablo Barrenechea, la Bruna Truffa, Jacqueline Fresard y hacíamos tocatas en centros culturales o la Plaza el Mulato. No había una escena, entonces íbamos a lo que se nos ocurría. En el Caracol Ñuñoa tocábamos el día mismo que salimos en Sábado Gigantes y en la noche estaba lleno, repleto de gente. – En ese momento de crecimiento de Los Prisioneros aparece Aparato Raro, el segundo grupo de Fusión. – Ese fue el primer trabajo ya como productora. Igor Rodríguez era amigo de la universidad junto con Jorge y además estaba el Coti Aboitiz que era cliente de Fusión, entonces cuando estoy terminando el disco de Los Prisioneros, tomo la decisión de grabar a Aparato Raro. Me invitaron a un ensayo en la casa de la mamá de Juan Ricardo Weiler, en marzo del 84. Tenían buenos equipos, tocaban bien y lo decidí de una. – ¿Qué hay de cierto en que Ojo de Horus cambia el rock progresivo por el pop de Aparato Raro gracias a la influencia de Jorge González? – Desconozco si existe alguna situación donde Jorge o Igor hayan declarado eso, así tan directo. Pero me parece obvio que siendo amigos e Igor siendo un tipo tan amigable, se hayan influido. Que Igor pasara de Ojo de Horus a Aparato Raro también puede ser porque él vio el proceso de Los Prisioneros. Charly García y The Police estaban marcando y por eso lo de Aparato es algo medio techno-ska-rock sinfónico, bien divertido, pero Igor tampoco era un tipo que no tenía idea y que de repente descubrió algo con Los Prisioneros. No es que Los Prisioneros le haya cambiado el gusto, pero tal vez le hizo ver que por ahí iba la cosa. – ¿Cómo cambió la vida en Fusión luego de estos dos hits? – Es bien interesante esa pregunta, no me la habían hecho. Ciertamente el impacto de Los Prisioneros no tuvo relación con el público de Fusión. No es que por Los Prisioneros la gente fuera más a Fusión. A nosotros nos llenaba de orgullo y lo mostrábamos, pero Fusión desde que abrió pasaba llena y eso que era muy grande, con un segundo piso. Cuando vino lo de Los Prisioneros también siguió pasando llena. Nosotros lo que logramos con Los Prisioneros en Fusión fue interesar a cierto público, los medios y con EMI, pero nuestro público y razón de ser como disquería siguió siendo la misma. Hermosos ruidos que salen de las tiendas Considerado el arquitecto de la escena pop rock de los ochentas, Fonseca no ha estado libre de críticas tildando al fenómeno como un “veranito de San Juan”, que no transcendió más allá de algunas canciones. Visión que Fonseca no comparte. «El año 88, la EMI había decidido cortar a todos esos artistas chilenos que habían sido un éxito, pero como no estaban maduros todavía no generaban grandes ventas. Trabajé en la EMI en ese momento tratando de salvar el movimiento, pero al final los dieron de baja igual. El lanzamiento de los UPA! del “Que Nos Devuelvan la Emoción” (1988) fue un exitazo en el Víctor Jara, era un discazo, pero no levantó. La gente ya no estaba comprando, ¿cachai? Los medios inflaron tanto la rivalidad de Los Prisioneros con las otras bandas que terminaron perjudicando todo. Ene grupos nuevos con muy buenas canciones terminaban sonando pésimo en vivo porque casi no había técnicos y además el público les decía falsos, porque los verdaderos se supone que eran Los Prisioneros. Estos grupos fueron héroes en verdad. Los grupos que llegaron en los 90 llegaron con la mesa servida, partiendo por Los Tres». En el marco de las reediciones en vinilo de “La Voz de los ‘80” y el debut homónimo de Aparato Raro, Fonseca descarta por ahora reeditar los discos de Nadie, Emociones Clandestinas y el primer EP de La Ley, básicamente por tiempo, pero también porque el catálogo pertenece a Universal. Sin embargo, no niega su interés por republicar “Santo Remedio” (1993) de Los Morton, por sobre otros discos de los que también es dueño, como el homónimo de Elso Tumbay (1997) y el clásico de fin de siglo, “Similia Similibus”(1999) de Santos Dumont. – El boom del nuevo pop de 1984 a 1988 y el boom de nuevo rock chileno de 1994 a 1998. Fuiste protagonista de ambos momentos de alta exposición mediática del rock chileno. ¿Cómo fue trabajar entre estos dos hitos? – Lanzamos “La Cultura de la Basura” a fines del 87 y en ese verano también estábamos grabando a La Ley, con la Shia, Coti y Andrés. Con Los Prisioneros entramos en un periodo medio de hibernación y crisis porque no pudimos tocar, perdimos plata en la gira, no teníamos un futuro, el disco no vendía y la EMI estaba enojada, porque así son los sellos ¿no? Te dan la espalda cuando no estás caliente. De esa crisis nos salva Colombia, cuando tocamos en el Festival Concierto de Conciertos en Bogotá. Con eso pudimos empezar a tocar otra vez y a la EMI le cambió la cara, pero en Chile seguíamos censurados. Por este éxito afuera pude llegar a conversar con la gente de la regional y conseguir que me pasaran plata para grabar en Estados Unidos. Julio Sáenz ya estaba en la EMI México antes de irse a Warner y me recomendó a Gustavo Santaolalla, nos citó a su hotel donde estaba terminando de producir a La Maldita Vecindad. Fue maravilloso grabar “Corazones” viviendo en Los Angeles, desayunando con Jorge en los dinners y de ahí a la casa de Aníbal Kerpel donde estaba el estudio. Ahí nos subimos a una ola gigante muy exitosa. Después vino el disco solista de Jorge en mayo del 93 y nos aburrimos. En julio o agosto ya no estábamos trabajando juntos. – ¿Influyó eso en la mala fama del primer disco de Jorge? – Hicimos harta promoción, pero todo fue como bien decadente, bien triste todo. El medio no lo recibió bien, Jorge reaccionó mal. Un disco que ahora todos reconocen que es increíble, pero ¡puta la huevá!, ¿no? Terminamos un poco peleados con Jorge. Él no tenía ganas de trabajar y yo no lo iba a obligar. Partió mal en Chile, pero afuera al disco le fue bien. ‘Fe’ y ‘Esta es para hacerte feliz’ pegaban y habían hecho pegar “Corazones”. Era para cortarse las venas la pérdida. Ahí decidí que quería entrar a un sello y me ofrecí a Max Quiroz. – ¿Y ahí viene el proyecto de rock chileno? Un proyecto que comenzó antes de 1995, con las reediciones de los ochenta. – Entré el 1 de enero del 94 al puesto de marketing estratégico, que es la persona encargada del catálogo. Catálogo se define como todo disco que no sea el último que sacó el artista. Yo pedí ese puesto porque me parecía muy interesante. Imagínate con EMI, era un área fantástica. Les hice crecer el catálogo un montón, metimos el CD a medio precio y saqué todos los discos que estaban guardados desde el 87. – Lo primero que sacaste fue el “Grandes Éxitos de los 80”, el de la estrellita en la portada ¡Un exitazo! – Ese fue el primero, lo hice yo. Con ese éxito me colgué para sacar la discografía de todos: Upa!, Aterrizaje Forzoso, Valija Diplomática, Electrodomésticos, Los Prisioneros, todos. Los remasterizamos donde Carlos Cabezas. Después de eso llegó un director nuevo a la EMI en Chile, Enrique Mantovani, un italiano que se sorprendió mucho con las cifras de esos discos y ahí nos dimos cuenta que el mercado s´ quería seguir escuchando este movimiento de rock chileno que fue cortado el 88. Ahora había que sacar a una segunda generación, donde yo puse como ejemplo principal a Lucybell. – Cuando viene la crisis de este proyecto entre el 97 y el 98 hubo bandas que lograron sobrevivir de manera más exitosa que las bandas de los ochentas, a las que les tocó la crisis. No fue tan catastrófica esa caída. – Ahí se generaron las bandas más famosas que todavía facturan tocando esos discos. Las que firmé en la EMI o las que se firmaron en la BMG o la Sony. En la segunda línea hubo bandas como Canal Magdalena, Glup!, La Dolce Vita o Pánico, que no pudieron aprovechar ese éxito y se transformaron en una escena a medias. Lo mismo con Elso Tumbay y Santos Dumont, que saqué post crisis del proyecto de los sellos y nos fue más o menos nomás. Me acuerdo que traje a Gustavo Santaolalla a Chile, organizamos un concierto en la Laberinto donde tocó Makiza y Elso Tumbay, para que los firmara en su sello Surco. Le gustaron los grupos, pero esa misma noche se fue a La Batuta porque tenía que ir a ver a Dracma y ya tenía medio acordado a Cristián Fiebre. Al día siguiente nos reunimos en la Universal y no quiso grabar a Elso Tumbay y Makiza. Bueno, todavía debe tener las cajas de discos de Dracma y Fiebre en su casa. – ¿Cuál es tu tesis de esta crisis? ¿Tu autocrítica? – Dentro de la EMI me dieron chipe libre para trabajar, pero al año siguiente me cortaron. Este italiano se consiguió el permiso con Ken Berry, el presidente de la EMI. Estábamos recién preparando el segundo disco de las bandas y vino el corte. Tenían muchos conflictos internos en el sello, conflictos de poder y esta cosa que siempre se están vendiendo y cambiando de dueño. En mi última reunión uno de los directores, Rafael Gil, dice que los países que generan contenido son España, México y Argentina en ciertos casos, pero que Chile no es un país que genera contenido, es un país que consume contenidos. Además, me retaron por haber sacado a Backstreet Boys antes que México, y eso que los hice disco de platino. Bien puesto el apellido el tipo. Los mexicanos nos hicieron mandar a Lucybell y Los Tetas a tocar, pero no habían sacado los discos. Molotov y Plastilina Mosh abrió a Los Tetas en ese show, pero sin disco editado, una falta de respeto para Mantovani y se agarró con todos. Ahí nos hicieron la cruz y no hubo ninguna posibilidad regional. – La crisis sobrepasó a EMI – Bueno, tampoco sacaron tantas cosas buenas. Hubo harta paja ahí. Aparte de Chancho en Piedra, La Floripondio, La Rue Morgue o Los Miserables, pero que vienen después. BMG es el que mejor lo hizo con Solar, Criminal, Nicole, Javiera y Los Imposibles, pero tampoco hubo una gran competencia de sellos sacando éxitos. Los Tres y La Ley son casos especiales. Se generó una onda, no se puede negar, pero igual nos afectó el escepticismo del mercado. Hubo toda una escena independiente que lo pasó pésimo después de la crisis, salvo los Glup! y Canal Magdalena, porque acá en Chile los grupos también se dividen en clases sociales, los que pueden sobrevivir y los que no. Después vino toda la onda de Guiso, Matorral, Tsunamis, pero eran grupos que pagaron el precio de la independencia más extrema, más terrible. – De los grupos que has escuchado últimamente en Chile, ¿crees que hay material de calidad para un proyecto así? ¿Hay grupos actuales que te gustan? – He escuchado mucha música chilena en los últimos años. Siempre he estado buscando dónde está lo nuevo, qué es lo interesante, sin pensar en manejarlos, pero para ver qué tendencias hay. Me gusta mucho Rubio, Adelaida, aunque encuentro que están un poco pegados. Estas conversaciones siempre me traen problemas (ríe). Me sorprenden las cosas que hace Camila Moreno, pero a veces me aburren también. Por el lado de los cantautores me gusta mucho Benjamín Walker, Kuervos del Sur en el rock, por el lado más pop, me gusta Fármacos, me gustan los Niños del Cerro. Me gustaron los Niño Cohete y Astro que me alucinaron, que pudieron ser muy grandes si no se hubiesen ido tan a la alternativa. Ni hablar los grupos con los que trabajé, como Manuel García o Teleradio Donoso, que tenía todas las puertas abiertas en México, pudieron ser grandes, pero Alex los separó. Gepe que hoy está muy grande, pero Teleradio pudo ser aún más. Mon Laferte, pero que no es hija de la industria chilena, sino mexicana. Paloma Mami, que también nace afuera, pero es una movida comercial, ahí nunca va a haber una filosofía como la de Manuel García o Los Prisioneros. Ahora estoy trabajando solo con Gonzálo Yañez. El sistema que yo tengo es que el artista sea más allá que un fenómeno de nicho. Mi trabajo es hacer populares a artistas indies. – ¿Cómo es tu relación con Jorge? ¿Lo has visto? – No tengo relación con Jorge, no le hablo desde hace muchos años. Me relaciono con Miguel y con Claudio para los proyectos que han ido saliendo, como el “Estadio Nacional” o “Manzana”. A través de Alfonso Carbone me comunico con Jorge. Yo saco los discos de Los Prisioneros no más, eso es lo que hago. Soy dueño de “La Voz de los ‘80” y socio con Jorge, Miguel y Claudio de los otros discos. Tags #Carlos Fonseca #Fusión #Los Prisioneros #rock chileno Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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