La semilla local de King Crimson El sitial de honor de Robert Fripp y compañía en Chile Sábado, 12 de Octubre de 2019 La doble presentación de la legendaria banda británica se posiciona como un evento históricamente esperado y un imperdible de este año. Pero, ¿dónde y cómo surge la devoción nacional por Fripp y compañía? Con la ayuda de voces autorizadas (y grandes fanáticos, por lo demás), intentamos resolver ésta y otras interrogantes. «Now, in this faraway land, strange that the palms of my hands should be damp with expectancy…». La frase corresponde a ‘Exiles’, una de las canciones más entrañables de King Crimson. Una que podría sintetizar el sentimiento y expectativa no sólo en torno a los dos espectáculos que la banda realizará este fin de semana en Chile, sino también al fervor que existe históricamente por las distintas encarnaciones del Rey Carmesí. En el marco del curioso fenómeno en esta “tierra lejana”, que se da con la veneración hacia el rock progresivo y la vanguardia, King Crimson ocupa un sitial de honor. Pero, ¿cuál podría ser el origen y, más interesante aún, cómo llegó su obra hasta este rincón del mundo? Paz… el comienzo En cuanto a las publicaciones oficiales, los primeros discos de King Crimson que fueron publicados en Chile (vinilos del desaparecido sello “Asfona”) datan de 1976, siete años después del puntapié inicial de los británicos y en un momento en que ya existían múltiples trabajos editados en el país de bandas del mismo universo sonoro como Pink Floyd, Procol Harum, Focus y curiosas situaciones como Mainhorse, el grupo liderado por Patrick Moraz: su instrumental ‘More tea vicar’ fue un éxito en el país, sonando incluso en el programa televisivo juvenil Música Libre (rock progresivo en el espacio más pop de la época). Pero King Crimson hizo su desembarco mucho antes… Eduardo Gatti, guitarrista de los Blops, recuerda un hito fundacional: «a principios de los 70, Soft Machine tocó en el Teatro Municipal de Santiago y, en ese concierto, estuvimos todos los integrantes del grupo». Es decir, aquí termina uno de los mitos musicales chilenos, efectivamente esto ocurrió. Y remata: «Esto nos demostró que se podían hacer cosas distintas». En la misma época, Gatti conoció a King Crimson, y ambos factores confluyeron en su música. Al momento de hacer uno de los discos más relevantes del primer rock chileno, “Locomotora”, el autor de ‘Los momentos’ nos relata que: «escuchando a ambas bandas, nos dimos cuenta que nuestras largas improvisaciones se podían estructurar, dándonos la libertad de hacer temas más largos y no atenernos a los cuatro minutos que te permitía la radio». Sergio “Pirincho” Cárcamo, invaluable hombre de radio y una institución de nuestra cultura, sitúa el germen “crimsoniano” en Valparaíso, en el verano de 1971, cuando trabajaba en la emisora Valentín Letelier. «Llegó un amigo con un marino escocés, que traía una maleta llena de discos, entre ellos, “In the Court of the Crimson King” (1969)». Con el fin de transmitirlo, fue grabado en cinta magnética y, en ese momento, Pirincho experimentó el shock: «me impactó de inmediato, era totalmente distinto a todo lo que había escuchado, de una tremenda perfección y exquisitez». En la corte del Rey Carmesí El título de la edición chilena del álbum debut de King Crimson fue su traducción literal al español: “En la Corte del Rey Carmesí”. Curiosamente, todos los entrevistados de esta nota coinciden en que este hito de la música mundial –que el 10 de octubre cumplió 50 años– fue su punto de partida en el universo crimsoniano. Pirincho es categórico: «no se parece a nada, ni anterior ni posterior». Similar es la visión que plantea Hernán Rojas, ingeniero en sonido y locutor radial: «me voló la cabeza, hasta hoy lo considero entre los discos más grandes de la música popular». Además de enfatizar que se trata de la época favorita de la banda, contextualiza que la obra es el resultado, principalmente, de la fusión entre el talento de Robert Fripp y Greg Lake, quienes supieron mezclar distintos tipos (y mundos) de la música británica: «el uso del mellotrón, de maderas y la combinación extraña de rock progresivo y psicodelia, todo esto en un viaje esquizoide. Es demasiado rompedor». Desde el punto de vista técnico, Rojas además apunta a la gran influencia de este álbum y de Fripp como guitarrista: «la distorsión que utiliza se adelantó al uso de estos efectos sonoros en el noise, la música industrial y el grunge». Años después de estas experiencias, el escritor Francisco Ortega vivió algo similar en el sur de Chile. «En una revista que aparecía en La Tercera en los 70 y 80, publicaron un artículo sobre rock progresivo. Era primera vez que escuchaba el término y ahí nombraban a King Crimson. Luego, en Temuco, encontré en una disquería el casete. Me llamó la atención la portada y lo compré». Si bien le gustó esta obra, también confiesa que el track inicial ‘21st century schizoid man’ «me alteraba en un principio». El encuentro definitivo fue cuando conoció el concierto en vivo “Live in Japan”, de 1984. «Vi a Bill Bruford, Tony Levin con el chapman stick y el tema ‘Sleepless’. En ese momento rallé, porque era otra banda, distinta a lo que había escuchado. Y eso es lo más interesante de King Crimson: son inclasificables, van más allá del progresivo». Una manera de hacer las cosas Para nadie es un misterio que King Crimson, más allá de ser una banda propiamente tal, es el proyecto de vida de Robert Fripp, un ser brillante y enigmático. Huraño, quizás para muchos, pero cuya genialidad no está en discusión. Su importancia para la música contemporánea es tal que, para nuestros entrevistados, se repiten las menciones a sus trabajos anexos al grupo, como su aporte en el “Heroes” de David Bowie, los discos junto a Brian Eno (como “Another Green World”) o el primer álbum de Peter Gabriel. Felipe Orrego, músico que también integró las filas de los Blops durante la prehistoria de la banda, conoció y compartió con Fripp a mediados de los 70, cuando vivía en Nueva York, en momentos en que se refugiaba en la ciudad post disolución de King Crimson y luego de la edición de uno de los álbumes que, para varios, es el mejor de su discografía: “Red” (1974). «Le pregunté por qué dejó el grupo, y me dijo: “no hay nada más peligroso para un ser humano que tener una atención devocional excesiva, yo sólo quería tocar guitarra”». Asimismo, Orrego desmitifica la imagen displicente de Fripp, y lo perfila como un tipo muy correcto, educado, nada de frívolo, «consciente que su rol en el mundo no es ser famoso ni importante, sino que sólo hacer su música». Otro testigo privilegiado de esta visión fue Eduardo Gatti, en uno de los –extraños– hitos que lo ligan con nuestro país: la clínica de Guitar Craft que realizó en Quilpué a fines de los 90. El relato de Gatti apunta a una experiencia rigurosa, con escasa difusión, lejos de un estado de confort («fue en un convento, durmiendo en camarotes, con duchas de agua fría»), pero a la vez fascinante, especialmente en lo que respecta a lo extra musical: «cuando llegamos, a la hora de almuerzo, todos hablábamos; Fripp comenzó a mirarnos fijamente, hasta que se produjo un silencio total y dijo: “no olviden que estamos en un lugar de devoción que hay que respetar. Recuerden que comer es un acto sagrado”». Durante casi una semana, Fripp impartió clases, conversó personalmente con cada participante del taller, pero rara vez tocó en público. Eso, hasta que Gatti pudo acceder a un momento alucinante: «salí en un momento de descanso al jardín y, de repente, escuché detrás de unos arbustos algo insólito, alguien tocando una obra similar a Bach, con una técnica impresionante: era él». A lo largo de su carrera, Fripp ha logrado plasmar en King Crimson una forma de vida, un contexto en que él opera como director e inspirador y donde todos los músicos que lo han acompañado son invitados a ser parte de este viaje, pero bajo sus propias reglas. Hernán Rojas sintetiza este planteamiento desde la perspectiva de la trascendencia de King Crimson como manera de hacer las cosas: «la fórmula educación más música es igual a una persona que evoluciona, crece, adquiriendo habilidades para poder enfrentarse a la vida». Chile, la vanguardia es así La visita de King Crimson era algo históricamente pendiente. Para muchos, un sueño imposible. Pero la espera terminó: en sólo horas se agotaron las entradas para el primer concierto, una situación que determinó la necesidad imperiosa de un segundo show. ¿Un fenómeno extraño? En absoluto: Chile es un país donde la música de vanguardia, desde los 70, ha concitado un interés importante. No olvidemos casos como los de Magma, Pink Floyd, Jean Michel Jarre o Pat Metheny, que gozan de un alto nivel de impacto y una fidelidad del público a toda prueba. Una situación cada vez más interesante. Junto a nuestros entrevistados, planteamos argumentos que podrían explicar esto. Francisco Ortega apunta a los orígenes de la música moderna sudamericana, afirmando que «si observamos los casos en Chile y Argentina, las bandas que fundan el rock son progresivas y no tienen que ver con la herencia de The Beatles, por ejemplo». Por otro lado, instala una interesante tesis: «la música folclórica chilena es progresiva». Para Hernán Rojas, se trata de un asunto de herencia familiar, indicando que «están los que escuchamos a King Crimson desde el comienzo, quienes los descubrieron a mitad de camino y los jóvenes, que van hacia atrás para buscar los orígenes». En tanto, Pirincho Cárcamo atribuye las causas a ciertos programas radiales de los 70, donde «sonaban temas puentes, como ‘A whiter shade of pale’ de Procol Harum o ‘Nights in white satin’ de Moody Blues», los que generaban interés en el público y provocaba que buscaran los discos para conocer más de las obras de estos interesantes grupos. Con todos estos argumentos y análisis, concluimos que efectivamente en Chile existe una tradición de música de vanguardia que podría decirse tenemos en el ADN, pero quizás no tan consciente. Casos como lo ocurrido con King Crimson es una demostración tangible: no necesariamente «nos sudan las manos ante la expectativa», como cantaba John Wetton en ‘Starless’, pero sí hay una ansiedad creciente por ver a la banda, conocer más de su obra y de la personalidad de Fripp y seguir encantándonos. Quizás, aquí está la verdadera corte del Rey Carmesí. Al menos, vasallos hay de sobra. Emilio Garrido R. Tags #King Crimson # Robert Fripp # KingCrimson Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Vanguardia Noticias Ganadores: CAF festeja sus 15 años Viernes, 01 de Julio de 2022 Vanguardia Noticias Pink Floyd anuncia la esperada reedición de ''Animals'' Viernes, 01 de Julio de 2022 Vanguardia Noticias ''Devotional'': Greg Anderson anuncia segundo disco como The Lord Jueves, 30 de Junio de 2022 Vanguardia Noticias Stereolab prepara quinto volumen de la serie ''Switched On'' Miércoles, 29 de Junio de 2022 Vanguardia Discos Porcupine Tree Martes, 28 de Junio de 2022 Vanguardia Noticias Guitarrista de Goblin Massimo Morante fallece a los 69 años Martes, 28 de Junio de 2022 Vanguardia Noticias King's X lanzará su primer disco en 14 años Martes, 28 de Junio de 2022 Vanguardia Entrevistas Nova Materia: Pesados vestigios Martes, 28 de Junio de 2022