Bajo el hechizo de Dr. John El hombre correcto en el lugar indicado Viernes, 20 de Noviembre de 2020 (Publicado originalmente en revista Rockaxis, julio de 2019) A penas se supo del deceso de Dr. John el pasado 6 de junio, las condolencias virtuales no se hicieron esperar. Músicos de variadas generaciones sintieron su partida, desde Peter Frampton y Keith Richards, hasta Joe Bonamassa y Dan Auerbach, todos aludieron a su influencia. Y es que el músico estadounidense fue único en su especie, no solo por crear su propio lenguaje musical cargado de blues, rock, jazz, R&B, boogie y funk, sino que también por el aura mística que rodeaba una historia tan fascinante como su catálogo. Por Pablo Cerda Viajero nocturno Nacido bajo el nombre de Malcolm John Rebennack en Luisiana, Nueva Orleans, Dr. John vivió rodeado de música desde pequeño, gracias a los discos que su padre vendía en una tienda de electrodomésticos y a su tía con dotes para el piano. En la adolescencia, merodeó por clubs absorbiendo todo el rhythm & blues, gospel y jazz posible, mostrándose en un principio como guitarrista, hasta que un tiroteo lo hizo cambiar de planes, como le contó a El País en el 2014: «Forcejeé con un tipo con pistola por defender a mi amigo y colega Ronnie Barron. Le había prometido a su madre que cuidaría de él. De un disparo me dejó un dedo de la mano colgando de un hilo: pude salvarlo, pero me vi obligado a cambiar de instrumento». Su anular izquierdo no se recuperó lo suficiente como para que pudiera volver a las seis cuerdas, pero tampoco fue problema para que se convirtiera en uno de los pianistas más aclamados de Nueva Orleans, podio que comparte con próceres como Jelly Roll Morton, Huey “Piano” Smith y Fats Domino. Forjó su personalidad encandilante a partir de sus rudas experiencias de vida, coqueteando con las drogas desde los 12 años y pasando por la cárcel en Texas tras embrollos de tráfico y proxenetismo, lo que finalmente lo llevó a establecerse en California para trabajar con artistas de la talla de Frank Zappa y The Rolling Stones. Aunque plasmó su nombre en discos tan importantes como “Freak Out!” (1966) o “Exile on Main St.” (1972), el trato de las megaestrellas a sus músicos de sesión siempre fue una de sus mayores críticas, como lo recuerda en una entrevista con Rockdelux en 2010: «Me gustaba siempre trabajar con gente que no fueran líderes de una banda. Cualquiera de ellos trataba a los músicos con respeto. No pude ver a ninguna estrella tratar nunca a un músico amablemente. Me gustó trabajar con Joe Tex, esa fue la excepción». Luego de algunos años, Rebennack inició su camino independiente cuando logró grabar su primer disco, “Gris-Gris” (1968), una excéntrica mezcla de R&B con cantos en creole, letras místicas y rock psicodélico, en el que hace su aparición el personaje que creó inspirado en un esclavo proveniente de Senegal en el siglo XIX, que se hiciera conocido como sacerdote del vudú. Había nacido Dr. John Creaux The Night Tripper, el viajero nocturno de mil travesías musicales. Descendiente del vudú «El reino espiritual es mucho más poderoso que este mundo de carne en el que vives. Venimos del reino espiritual», contaba Dr. John en la mencionada entrevista a Rockdelux, y ese pensamiento se hacía carne en una propuesta totalmente diferente. Mientras la música popular de finales de los 60 y principios de los 70 se dejaba influenciar por el misticismo de la india, la astrología o el ocultismo para expandir las conciencias, el viajero nocturno hechizaba con su siniestro simbolismo vudú, materializado en su maquillaje, sus atrevidas vestimentas y la escenografía que ocupaba en directo, con cráneos y otros elementos típicos de dicha creencia sobre el piano. Tras hacerlas de chamán ecléctico del rock, Dr. John se planta en los 70 con dos de sus discos más recordados: “Dr. John’s Gumbo” (1972) e “In The Right Place” (1973). Estas reinvenciones lo harían pasar a la historia por remitirse al cancionero clásico de su ciudad natal en el primero y establecerse como figura del funk en el segundo, compitiendo codo a codo con gigantes como James Brown en ‘Right place wrong time’ y ‘Such a night’, canciones hechas para la pista de baile. Pero también demostró que podía obviar la parafernalia para sentarse solo al piano y conmover con su talento innato en “Dr. John Plays Mac Rebennack” (1981), probando que, además de ser un gran escritor de jingles y un destacado músico de sesión, el hombre tenía pasta suficiente para facturar himnos reduciendo la pirotecnia a su mínima expresión. La década de los 90 lo encontraría formando parte de un trío de corta duración llamado Bluesiana Triangle junto al baterista Art Blakey y al saxofonista David "Fathead" Newman. Además, unió fuerzas con referentes de la época como Portishead, Primal Scream, Supergrass o Spiritualized en “Anutha Zone” (1998), un disco de colaboraciones que resume la increíble influencia que tuvo para toda esa camada de músicos. Pero, si se trata de rendirle honores a su legado, Dan Auerbach es uno de los personajes clave en la historia más reciente del brujo de Nueva Orleans. El líder de The Black Keys fue más allá de la arqueología musical y las hizo de guitarrista y productor en “Locked Down” (2012), un larga duración que le adjudicó un Grammy al año siguiente por Mejor Disco de Blues y revive su rock pantanoso para añadirle tintes más contemporáneos. Su corazón dejó de latir a los 77 años, pero su estela se niega a desaparecer. Más allá de los tributos que su ciudad le brindó en un colorido homenaje por las calles y de una vasta trayectoria por la que fue inmortalizado en el Salón de la Fama del Rock & Roll, el músico no partió sin asegurar un testamento sónico que quedó registrado en Esplanade Studios junto a su guitarrista y productor Shane Theriot. Para poner punto final a una carrera de 30 discos, grabó una serie covers ligados a la tradición country y sumó cuatro nuevas composiciones, demostrando que todavía le quedaban cartuchos por quemar. Alcanzó a oír su obra final cuando aún estaba vivo y estaba orgulloso del resultado, ya que de alguna manera, su salud le fue advirtiendo durante el proceso que el final era irremediable, como contó el mismo Theriot a Rolling Stone: «Cuando empezamos a trabajar, Mac no pensaba que sería su último disco, pero en el tramo final, lo tenía asumido». Aún no se sabe el título ni la fecha de su publicación, pero algo es seguro: el indomable Dr. John no iba a irse sin dejar una última pócima musical que siguiera encantando a millones en el mundo terrenal. Tags #Dr. John # Dr John Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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