Roger Waters: ¡Esto no es un simulacro! El ex Pink Floyd y el eclipse de los tiempos Lunes, 23 de Septiembre de 2024 Publicado originalmente en revista Rockaxis #241, julio de 2023. Polémico, atrevido y dominante, esos son quizá los adjetivos que mejor describen la personalidad pública de Roger Waters, un músico al que no le tiembla la voz cuando se trata de expresar sus opiniones políticas, que va más allá de los convencionalismos y que rige con mano de hierro el legado de Pink Floyd, una de las agrupaciones más importantes de la música popular. This is Not a Drill es su “primera gira de despedida” y aterriza en Chile el próximo 25 y 26 de noviembre en el Estadio Monumental, razón más que suficiente para analizar su figura en tiempos convulsionados, en que el legado de su ex banda pareciera brillar, mientras atravesamos el lado más oscuro en la historia de la humanidad. Pablo Cerda Todos los que ya han podido ver el This is Not a Drill Tour se detienen en el mismo detalle: el comienzo del show. Por lo que dicen los reportes, el concierto parte con el mensaje: «si eres de esas personas que dicen “me encanta Pink Floyd, pero no aguanto las opiniones políticas de Roger”, te puedes ir a la mierda ahora mismo. Gracias, y por favor, disfruten el espectáculo». Perdonen el spoiler, estimadas y estimados lectores, pero también es imposible dejar de usarlo como punto de partida. Si hay una palabra que escapa de la lógica discursiva de George Roger Waters, esa es timidez. En una entrevista con Rolling Stone en octubre del 2022, el periodista de investigación James Ball, editor global del Bureau of Investigative Journalism y parte de los equipos que ganaron el premio Pulitzer por las filtraciones de Edward Snowden y los Panama Papers, entró en la difícil tarea de discutir sobre política con el ex Pink Floyd. La guerra de Ucrania se analiza con fervor, pues el periodista tiene conocidos en la zona invadida y dice tener testimonios de primera fuente sobre el horror que se vive ahí, pero la pared de Waters es casi imposible de demoler. «Puedo seguir adelante y dormir tranquilamente sabiendo que la historia que se está contando por los medios occidentales es propaganda y no es la verdad. Yo sé la verdad», le dice Waters a Ball, «y estoy seguro de que tengo la razón». Tras pasar por el tema de Siria y muchos otros, Ball cierra esta entrevista, que se puede escuchar también como un podcast de una hora y media, con una certeza: «termino la entrevista poco tiempo después, con ninguno de nosotros habiendo convencido al otro de nada. El espectáculo de Waters muestra repetidamente un mensaje en particular que le mueve: “controla la narrativa y dominarás el mundo”. Pero yo me voy de la entrevista pensando todo lo contrario: Waters es un ejemplo de cómo podemos construir nuestras propias narrativas y torcer el mundo sin que medios tradicionales, propaganda o ni siquiera datos o evidencia nos iluminen un poco». Lo define como un hombre encantador y cortés, pero que aumenta demasiado la temperatura de la conversación conforme va avanzando, dejando ver los contrasentidos y los agujeros en sus argumentos. Siempre es peligroso cerrar el cerco solo con los que están contigo, y Bell detecta ese signo de los tiempos en Waters. «Es tan desolador que siento nostalgia por un mundo en el que había una narrativa compartida, aunque ésta fuera controlada por los tan malévolos medios. Roger Waters y yo logramos evitar una pelea en el bar. Pero me voy con algo muy claro: necesito una bebida», concluye el periodista de Rolling Stone. Sensaciones cohesionadas El 1 de marzo de 2023, “The Dark Side of the Moon” cumplió 50 años. Cientos de podcast, publicaciones y especiales se volcaron a analizar lo trascendental de un disco que sigue maravillando a tantos oyentes hasta el día de hoy. En su libro de 2012 Roger Waters: Paredes y Puentes, el periodista argentino Sergio Marchi se hace una pregunta central: ¿qué es lo que hace de “The Dark Side of the Moon” un disco tan especial que atraviesa generaciones, tiempos, épocas y goza de una vida tan eterna? «Obviamente, su calidad y su calidez», contesta en sus páginas. A pesar de que la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y de que muchos discos que le siguieron lo superan en términos técnicos, hay una magia irrepetible en el octavo registro de Pink Floyd. «Es una obra de arte», resume Francisco Ortega en conversación con Rockaxis. «Pink Floyd puede desaparecer, pueden morir Gilmour, Waters y Mason, puede que en 50 años más la discografía de la banda sea olvidada, menos “The Dark Side of the Moon”. Es un disco de música clásica contemporánea, va a estar a la altura de la 5ª Sinfonía de Beethoven. Va más allá de lo que es». Y es que toda pieza que se jacta de ser universal debe tener un relato común, un mensaje que conecte con las personas independientemente de su etnia, raza y color, eso es parte de lo que engrandece al trabajo del cuarteto. Es ahí cuando las presiones del sistema, la codicia, la alienación, la muerte y la violencia se encuentran en un disco “cálido”, como lo describe Marchi en el libro, una cualidad que lo distingue de otras obras de rock progresivo que pecaban de ser demasiado cerebrales y opulentas. Como se apunta también en Vendiendo Inglaterra por una libra: una historia social del rock progresivo británico, del también argentino Norberto Cambiasso, ex editor de la revista Esculpiendo Milagros, Pink Floyd supo encontrar su norte cuando condensó el sonido que encontró a partir de ‘Echoes’ en “Meddle” (1971) y edificó «cuidadísimas catedrales de sonidos que abarcaban álbumes completos y los situaban en las antípodas de aquella irreverencia e improvisación de sus inicios, cuando por una breve temporada supieron convertirse en los adalides sónicos de la sociedad alternativa». «Las letras de “The Dark Side of the Moon” son hoy puntos de referencia para varias generaciones que encuentran en ellas frases que hasta determinan modos de vida», relata Marchi, y completa con una frase muchas veces dicha, pero que nunca está de más recordar: «lo que Roger Waters expresó en las letras continúa siendo válido y no pierde vigencia». No somos exagerados cuando escribimos que es un disco que cambia vidas. Germán Vergara de Aisles refuerza esta idea y lo extiende hacia su importancia en las nuevas generaciones: «tiene un rol en la difusión y dispersión de la música como forma de arte entre los jóvenes, especialmente hoy que vemos que la música no cumple un rol de introspección, sino de acompañamiento y más bien adoración de la superficialidad». El caos de ‘Speak to me’, los inmersivos efectos de ‘Breathe’, la carrera contra el tiempo de ‘On the run’, el característico solo de Gilmour en ‘Time’, la intensidad emocional que Richard Wright impregna en ‘The great gig in the sky’, la ironía de ‘Money’ aumentada al infinito con el ritmo de 9/8 que domina Nick Mason, la profundidad de ‘Us and them’, la psicodelia excelentemente lograda de ‘Any colour you like’ y ese final con ‘Brain damage’ y ‘Eclipse’ sumergen al auditor en un clímax apoteósico que encapsula gran parte de la música de vanguardia de su época. Hay rock espacial, electrónica, jazz, blues y rock progresivo como tal. «No es mi disco favorito», se sincera Francisco Ortega, pero a pesar de que ese lugar está reservado para “Wish You Were Here”, el escritor no tiene ninguna duda de que el LP de 1973 «es el mejor disco de Pink Floyd». Para María de los Ángeles Cerda, “The Dark Side of the Moon” sí es el favorito de los ingleses. «De hecho lo tengo en CD y vinilo, tal como “Revolver” de The Beatles, que es mi disco favorito de la vida», añade. «Lo que más me llama la atención es su balance entre la melancolía de los teclados de Wright, el uso de esos tiempos raros como en ‘Money’, que a la vez se quedan pegados en tu mente, y este sonido tan bien construido, tan celestial». La ex editora de Rockaxis y ahora encargada de prensa de Presagio Records (sello dedicado al rock progresivo), destaca por sobre todo el momento central en ‘The great gig in the sky’: «las voces femeninas le dan algo crudo, pero también algo muy íntimo. Son muchas las sensaciones que suenan hermosamente cohesionadas». Cerrar la puerta y tirar la llave Siendo una obra tan perfecta, resulta descabellado pensar en la reactualización de un disco que, a pesar de que han pasado 50 años desde su lanzamiento, sigue sonando actual. En el podcast Obras Cumbres, Alfredo Lewin se refiere a la loca idea de Waters de regrabar “The Dark Side of the Moon”. «Resulta desconcertante que, en 2023, Roger Waters haya anunciado que volvió a grabar “The Dark Side of the Moon” completo y haya argumentado que tenía derecho a hacerlo», indica el hombre ancla de Sonar FM. Y recoge la tajante frase que el ex Pink Floyd disparó en The Telegraph: «escribí “The Dark Side of the Moon” y vamos a deshacernos de todo eso de “nosotros”. ¡Basura! Es y fue mi proyecto, yo lo escribí». Tomándonos de la letra de ‘Brain Damage’, es como cerrar la puerta y tirar la llave. En los primeros vistazos que podemos darle al material, Rolling Stone recoge un argumento más conciliador: «es una forma de que el hombre de 79 años mire hacia atrás», expresa Waters. A pesar de que no contó con sus ex compañeros para esta revisión, es claro al decir que no está intentando reemplazar a la versión original porque él mismo reconoce que es insustituible. «También es una forma de honrar una grabación de la que Nick, Rick, Dave y yo tenemos todo el derecho a estar muy orgullosos», añade el músico. Efectivamente, en “The Dark Side of the Moon” hay un sonido del cual estar orgulloso y que, además, otras bandas han tomado en reiteradas oportunidades, pensemos en Radiohead, The Flaming Lips y Tame Impala como los que llevan las antorchas auditivas características del cuarteto inglés el día hoy. Incluso Neil Fallon de los stoners Clutch le rinde pleitesía en una entrevista con Louder: «recuerdo escucharlo cuando era muy joven y fue uno de los primeros discos con los que cerré los ojos. Hasta el día de hoy, hago lo mismo. Eso te dice algo». Ortega suma más datos: «el sonido de Pink Floyd ha logrado trascender porque bandas como Porcupine Tree, Radiohead, Muse e incluso Depeche Mode o The Chemical Brothers se han encargado de que sigan presentes. Aunque se les cataloga como rock progresivo, Pink Floyd es un estilo en sí mismo, igual que The Beatles o Queen. No están anclados a un tiempo». Prog de protesta La última vez que Roger Waters aterrizó en Chile fue el 14 de noviembre del 2018, con la gira “Us + Them”, que trajo una mezcla entre lo mejor del Pink Floyd clásico y cuatro cortes de su entonces reciente disco, “Is This the Life We Really Want?”, lanzado en junio del año anterior. Era un mundo que no sabía de la pandemia, pero que tenía a Trump sentado en la Casa Blanca, era una sociedad convulsionada con las carreras armamentistas, la desinformación y los poderes fácticos desplegando sus infalibles tentáculos. En ese contexto, aquel álbum se alzó como un impávido comentario sobre el mundo moderno y los tiempos de incertidumbre que rejuveneció una discografía de Waters solista que no necesariamente ha gozado de un reconocimiento atronador. Medios como Pitchfork o The Guardian, que titula su columna como “Prog de protesta”, coinciden en que es la colección de canciones más enfocada de Roger Waters desde mitad de los setenta. Ambas publicaciones rescatan la labor del colaborador de Radiohead y Beck en producción, Nigel Godrich, como el factor decisivo para los positivos resultados que Waters obtuvo en esta pasada. «Su toque se siente desde el primer momento», apunta Pitchfork, mientras que The Guardian lo sentencia como un «compendio de los mejores momentos y motivos del Pink Floyd que va desde principios de los setentas hasta su época de gloria en la mitad de la década». Para Ortega, este es un «Roger Waters más indie» gracias a Godrich. «Se nota que “Is This the Life We Really Want?” es un disco en el que Waters está trabajando con gente más joven». Pero, ¿es “Is This the Life We Really Want?” el trabajo indicado para cerrar su carrera? «Yo creo que le falta un disco más», contesta Ortega, «me gustaría que siguiera la línea de su último disco, pero que volviera a esos coros épicos de “Amused to Death”, siento que ese es su mejor disco». El setlist de This is Not a Drill, al menos en su tramo europeo, incluyó dos cortes de “Is This the Life We Really Want?”, uno de “Amused to Death” y uno de “Radio K.A.O.S”, lo que habla de una selección más integral de lo que se ha visto en las giras recientes de Waters, un rescate justo a su período de independencia discográfica y un balance en el que no todo el setlist depende exclusivamente de Pink Floyd. Eso sí, la promoción de This is Not a Drill promete canciones de “The Wall”, “Wish You Were Here”, “Animals” y “The Dark Side of the Moon”, discos que, según el ojo conocedor de Francisco Ortega, podemos considerar que hemos escuchado completos si unimos los ladrillos de todos sus shows. «No deja de ser. Todas las veces que ha venido, ha tocado segmentos de esos discos», completa el escritor. «Me gusta el setlist de lo que trae, me hubiera gustado más de “Animals”, pero en la gira pasada lo escuchamos casi completo. Es un momento político y mundial de los martillos marchando y los cerdos volando, tiene bastante sentido que sea su gira de despedida. Es bien simbólico». Esta es la quinta visita del ex Pink Floyd a nuestro país. La primera vez fue un 5 de marzo del 2002 presentando su espectáculo In the Flesh, que incluía 20 canciones de Pink Floyd, cuatro de “Amused To Death”, una de “The Pros and Cons of Hitch Hicking”, registro olvidado en sus giras recientes, y una de su disco en vivo “In the Flesh”, la conciliadora ‘Each small candle’. Su segundo arribo se dio en 2007 en el contexto del The Dark Side of the Moon Tour, concierto de tres partes en el que partió con una recopilación de nueve canciones de su ex banda y dos propias, siguió con el disco de 1973 tocado íntegramente y cerró con una sección dedicada a “The Wall”. En 2012 volvió tocando “The Wall” completo, con un concepto actualizado y potente que repletó el Estadio Nacional dos veces, amparado en una espectacular puesta en escena que desencajó las quijadas. En términos de performance, Us + Them del 2018 ha sido, sin lugar a dudas, su show más impresionante en nuestro país, no solo con un setlist inapelable, sino que con efectos de alta tecnología que aumentaron la experiencia al máximo. ¿Cómo olvidar ese momento en que la Battersea Power Station sale desde la tierra? Ortega ha asistido a todas estas instancias, siendo su preferida la última en 2018. Con entrada en mano para el segundo día de This is Not a Drill, se pregunta cómo va a montar el show. «Por lo que hemos visto, la puesta en escena está diseñada para arenas y acá va a ser en un estadio. Por ahora me sigo quedando con Us + Them, que para mí fue mejor que “The Wall”, por el uso de las luces, los efectos visuales y el sonido. Es el show que ha sonado mejor en Chile, mejor que David Gilmour o Rush». ¿Será esta realmente la última gira de Roger Waters? Todo indica que la edad ya no le dará para montar un espectáculo así de exigente por muchos años más. Hay un poco de humor inglés, quizá, en su slogan de “primera gira de despedida”. Para Ángeles, esto suena más como una “estirada de chicle”. «Puede que haya mucha gente que no lo ha visto, pero aún así, es como uno de esos muchos shows de despedida en los que en realidad las bandas no se despiden». Germán coincide en este punto: «nunca me ha gustado cuando se estiran demasiado las giras y uno empieza a ver signos de agotamiento. Creo que por la calidad de sus espectáculos Roger Waters está lejos de ese punto, pero me gusta recordar a los ídolos en su cúspide, como uno recuerda los últimos conciertos de Queen con Freddie Mercury». Con el alza de la ultraderecha en el mundo, los peligros de la Inteligencia Artificial en cada ámbito de nuestras vidas y la posverdad debilitando la información, pareciera que de verdad vivimos en el eclipse de la sociedad occidental como la conocemos y, lo peor, es que pareciera ser que esto no es un simulacro. Es ahí cuando un mensaje fuerte y claro como el de Waters es vital, pero este se ha tornado mucho más duro en el último período. «Creo que, a pesar de que a una parte del público le desagrada que él sea tan abierto en sus opiniones, sus ideas remecen e incomodan, y eso abre debate. Es necesario seguir creando esas instancias, sobre todo desde el área del arte», agrega Ángeles. Según relata The Guardian en su reseña del Utilita Arena en Birmingham, el concierto no se guarda nada, pasan imágenes de palestinos viviendo en chozas, recuerdos del caso de Blair Peach, asesinado en una manifestación contra el racismo en el Londres de los setentas, o de la iraní de 22 años Mahsa Amini, arrestada y torturada?? por no usar su hiyab, todo coronado por mensajes anti guerra y antiimperialistas. Eso sí, el medio inglés pone un acento en la forma en que Waters encara este “prog de protesta”. «Aparte del slogan “malditos oligarcas” y una fugaz imagen de Putin, las referencias a Rusia o Ucrania están notablemente ausentes, lo que puede ser un intento de apaciguar más controversias, pero parece una omisión extraordinaria para un supuesto activista anti-guerra». Es curioso, porque tomándonos del título de Sergio Marchi, pareciera ser que hoy Roger Waters está tendiendo más paredes que puentes. O estás con él, o estás contra él, o eres una oveja más guiada por los medios. Ese sentido de alienación que lo llevó a escupir a un fan ruidoso en el Estadio Olímpico de Montreal en julio de 1977 y que despertó el deseo de poner una pared entre él y el público, pareciera crearse de nuevo, ladrillo a ladrillo, como un símbolo de estos tiempos confusos en que cada uno va acomodando las verdades según sus credos, según sus propios espacios vacíos. «Creo que es perfectamente posible separar al músico de la persona con sus opiniones, con su cosmovisión, sesgos, no pueden las audiencias pretender que sus músicos favoritos piensen como ellos y los artistas opinantes tampoco pueden pretender que sus audiencias piensen como ellos», analiza Germán de Aisles. Cuando hablamos de figuras tan colosales, el músico chileno invita a quedarse con lo que tenga sentido para cada uno. «Mi invitación es a dejar de lado los propios sesgos e ir a escuchar, intentar entender la visión del otro, no para adoptarla completamente. La humanidad tiene más futuro en la medida que escuchemos más a los otros». Eso sí, la verdad incuestionable es que la obra de Pink Floyd, creada por la mente de Roger Waters, goza de una mística enriquecida por un músico humano y contradictorio, no es ese Dios del rock inalcanzable y virtuoso, pero sí un edificador de experiencias que duran para siempre. Quizá es esa misma mezcla entre el Waters capaz de ser el letrista de la condición humana universal de antaño y su visión frontal e incómoda del presente es lo que nos hace volver a verlo una y otra vez, ese efecto mágico en el que siempre despertamos una sensación nueva y que sigue expandiéndose como un haz de luz infinito. «Si uno conoce la discografía de Pink Floyd, uno sabe a lo que va», dice de manera certera Francisco Ortega. «Uno sabe que este show es muy político. Hay gente que pagó mucha plata y se va a ir muy molesta por lo que va a ver. ¿Te gusta la música de Pink Floyd? Báncatelo o ándate al bar», concluye. Tags #Roger Waters #Pink Floyd #2023 Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Vanguardia Noticias Vapors of Morphine regresa a Chile para show en solitario Martes, 08 de Octubre de 2024 Vanguardia Noticias Reeditan el álbum debut de Günter Schickert, ''Samtvogel'' Lunes, 07 de Octubre de 2024 Vanguardia Entrevistas El chileno que renovó el sonido de The Art of Noise Lunes, 07 de Octubre de 2024 Vanguardia Noticias Ángel Parra Trío prepara el lanzamiento en vivo de ''Desde el Alma'' Sábado, 05 de Octubre de 2024 Vanguardia Noticias Phil Elverum regresa con su primer disco como Mount Eerie en cinco años Sábado, 05 de Octubre de 2024 Vanguardia Articulos Violeta Parra: Simple, pero perfecta Viernes, 04 de Octubre de 2024 Vanguardia Discos Ángel Parra Trío Viernes, 04 de Octubre de 2024 Vanguardia Clásicos Violeta Parra Viernes, 04 de Octubre de 2024