King Crimson Red Viernes, 06 de Octubre de 2023 (Escrito originalmente en 2000) 1974. EG "Red” es sin duda una de las obras cumbres de King Crimson y no sólo de ellos, sino que de toda la historia del rock progresivo en general y un modelo para esta escuela hasta nuestros días. Este representó el fin de una etapa para la banda y la cúspide de la formación de Robert Fripp con John Wetton en el bajo y la voz y Bill Bruford en la percusión. Exactamente este es el séptimo elepé de la banda y el tercero con esta alineación precedido de otros dos discos indispensables que son “Lark’s Tongues in Aspic” y “Starless and Bible Black”, ambos de 1973. Pero la historia de King Crimson venía de varios años antes con formaciones bastante inestables. En todo caso los primeros 4 discos de la banda son los más etéreos y maravillosos, en donde se nota fuertemente la inspiración del poeta Peter Sinfield quien era el letrista del grupo por esos años. A partir de 1969 con los elepés “In The Court Of The Crimson King”, “In The Wake of Poseidon”, “Island” y “Lizard” se nota la búsqueda desesperada de Fripp por encontrar su propio camino, su estilo único y una identidad que los separara de sus contemporáneos sinfónicos. Pero no sería hasta 1973 que Fripp encontraría la banda de sus sueños con los ya mencionados Wetton y Bruford –baterista de Yes que no dudó en unirse a los Crimson y dejar su antigua banda-, más el violinista David Cross y una gran cantidad de músicos invitados en cada disco, además de la incorporación del nuevo letrista Palmer-James. Luego de “Red”, King Crimson se separa, Fripp se va a trabajar en los discos solistas de Peter Gabriel y habría que esperar hasta principios de los 80 para que la agrupación se volviera a juntar con Adrian Belew, Tony Levin y el mismo Bruford. Pero “Red” representa sin duda uno de los discos más intensos, profundos y de calidad estética de la banda, donde el noise de algunos temas contrastan fuertemente con la melancolía profunda de las melodías de la voz y el sonido, a veces demasiado triste del melotrón. En este encontramos de todo tipo de canciones (con influencias que van desde el rock, el jazz, la música clásica contemporánea y la psicodelia) comenzando con la pesadez de ‘Red’, una composición instrumental absolutamente frippiana con guitarras distorsionadas y una sólida base de bajo y batería. En ‘Fallen Angel’, metáfora del demonio como el ángel caído y echado del paraíso, Crimson muestra toda su calidad con por lo menos tres pistas de guitarra (acústicas, eléctricas, ruidosas e increíblemente finas), líneas de bajo y batería impresionantes y una gran cantidad de vientos. No hay nada más hermosos que el trabajo con los bronces en “Red” y la acertada mezcla del oboe de Robin Miller, el saxo soprano de Mel Collins, el saxo alto de Ian McDonald y la corneta de Marc Charig, todos eximios y reconocidos instrumentistas y que aparecen como artistas invitados en este álbum. Realmente en este tema, escuchado con atención, se puede apreciar la grandeza de Robert Fripp en la guitarra, ¡que gran maestro! La tercera pista corresponde a ‘One More Red Nightmare’, tema claramente dividido en tres partes. La primera es ese riff denso, encerrado y asfixiante, que da paso a la parte cantada por Wetton, unido al violín de David Cross, que en esta oportunidad, a diferencia de los dos discos anteriores, es sólo considerado como un músico invitado. La tercera parte es sin duda la más genial y pausada de la canción, en donde la guitarra nuevamente grabada por lo menos en tres distintas pistas va haciendo en cada una arpegios, riffs, punteos, ruidos y melodías. Todo esto mezclado nuevamente con los vientos. Si existe en el rock un grupo que ha enseñado lo que pueden llegar a expresar estos instrumentos, ese es King Crimson. En el cuarto corte, llamado “Providence”, Crimson se la juega con una psicótica improvisación que parte tranquilamente con el violín de Cross, para poco a poco ir subiendo de intensidad con la locura de Fripp (punteos rapidísimos y mucho noise), el bajo distorsionado de Wetton y la decena de elementos de percusión utilizados por Bruford. A pesar de que este tema es de frentón experimental y difícil de digerir, comparado con los dos discos anteriores, “Red” es el más melódico y “normal” de este período. Para el tema que cierra el elepé, no nos queda más que hacer una reverencia a la genialidad, la sutileza, la complejidad y la belleza de el largo viaje de 12 minutos, llamado “Starless”. Porque por más que un músico posea técnica y pueda hacer obras completamente conceptuales, esto no sirve de nada si es que en ella no encontramos Belleza, que en definitiva es el fin último de todo arte. “Starless” comienza con la tristeza profunda del melotrón (instrumento muy ocupado por Fripp y por todo el art-rock de ese período) y un punteo que demuestra que al guitarrista le interesaba realmente hacer obras coherentes en su totalidad y no demostrarse sólo como un instrumentista experto. Por eso mismo el nunca ha sido considerado dentro de la corriente de los virtuosos. En mi opinión creo que Fripp está por sobre eso y lo supera con creces. Después de todo la música no es un deporte de quien mueve los dedos más rápido y opinó que Fripp en general, pero en mayor medida en “Red”, demuestra lo que es ser un maestro pero en la composición y en el cómo todo se va armando y desarrollando en un tema para crear una obra artística. ‘Starless’ continua con la hermosa melodía de voz de Wetton, con arreglos de vientos y la genial intervención del violín de Cross, para luego entrar a la extensa parte media del tema en donde Fripp comienza con esa larga aventura en la guitarra, en un principio suave, pero que poco a poco va tomando fuerza y que llega a su climax antes de entrar a la parte final de la canción. Todo esto sumado a la utilización de extraños recursos sónicos y al bajo “in creciendo” de Wetton, con una base poderosa y Bruford, que además de llevar la rítmica, va metiendo nuevamente los sonidos hechos por distintos elementos de la percusión. Al final todo se resuelve magistralmente cuando la banda vuelve a la ambientación melódica de la primera parte, pero esta vez llena de fuerza y rock, con punteos psicóticos, solos de viento, para terminar de una manera, que por lo menos podemos decir majestuosa, con los vientos haciendo la parte melódica, pero unidos a la angustia expresada por el melotrón y la fuerza de la batería y el bajo distorsionado. Esta parte de Starless, que deben ser los últimos 3 minutos de canción, resume todo lo que es el disco: tristeza, locura, alineación, disciplina, rock hecho arte, pasión, genialidad y antes que nada, Belleza. No sabemos con exactitud cuáles son los motivos de la posterior separación de la banda y de por qué Fripp estuvo toda la mitad de la década 70 sin ninguna formación de King Crimson haciendo música. Para no faltar a la verdad, “Red” es realmente una pared en el camino de cualquier amante del rock, un sueño hecho realidad, un arte tremendo llevado a la música, porque después de escucharlo por muchos años me sigue emocionando y es en cierto modo, una de las grandes creaciones de la música contemporánea. Quizás por eso Mr. Fripp prefirió separar la banda...después de algo tan genial no queda más que el silencio... Héctor Aravena Tags #King Crimson # Robert Fripp # John Wetton Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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