Patti Smith Horses Lunes, 12 de Diciembre de 2022 (Publicado originalmente en 2011) 1975. Arista El rock siempre ha sido un reflejo de la sociedad. Y cuando no ha sido así, entonces el efecto fue al revés. Pero estas ocasiones fueron las menos. De todas formas, esta correlación nos ayudará a explicar porqué el rock es tan machista, por ejemplo. Y las escasas mujeres que han logrado sobresalir lo han hecho jugando al papel de diva, utilizando y diferenciándose gracias a su femineidad. La gran excepción a la regla sería en este caso la mujer que concentra nuestra atención en esta oportunidad, la norteamericana Patti Smith. Smith, nada menos que la anti-diva por excelencia, que canalizó las energías post-hippies y las hizo florecer en la era más dura y oscura que podía hacerlo, la mitad de los setentas; y lo hizo en el menos luminoso y soñador de los lugares en el mundo en aquella época: la en ese entonces poco glamorosa Nueva York. Inmediatamente posterior al golpe estilístico y dirigido de los New York Dolls y paralelo a los primeros pasos serios de The Ramones, Patti marcó época gracias a “Horses”, su primer y más importante álbum a la fecha. Porque lo que para otros era desenfreno y protesta juvenil, para ella era poesía, dramatismo, fiereza y atrevimiento, todo en uno, con canciones simples en sus formas primitivas, pero mucho más complejas de lo que el oído permite entender a primeras. Parada en un tembloroso suelo adornado con rock & roll, minimalismo y coherencia, con la misma actitud en que hacía llover grandeza y arte con su analgésico olor a rebeldía, Smith posiciona “Horses” como un disco inmortal cuando aún no han pasado 20 segundos del mismo. Esto, gracias a su revisión a ‘Gloria’, el clásico de Them (la banda garage liderada por Van Morrison en los sesentas), que comienza con una de las frases más potentes de la historia del rock: “Jesus died for somebody’s sins, but not mine”. Logra hacer volar la brisa de cancioncilla de amor juvenil de la original, la baña de furia guitarrera y suena tanto o más sexual y volcánica que Janis. El coro deja de ser lo más importante, pero no por ello pierde efectividad. G-L-O-R-I-A. El salto de la furia de garage al sombrío reggae de ‘Redondo Beach’, con la misma simpleza, igual de afilada. Pero así como no se arruga hacer sonar alegre a la suicida ‘Redondo’, tampoco tiene contemplación en aterrorizarte hasta el colapso nervioso con el alucinante relato de ‘Birdland’, que dura 9 minutos, ni más ni menos. Es prácticamente todo hablado, pero con una intensidad y una fuerza que te quita el respiro. Smith te descoloca con un tema así, mostrando cómo en un disco de música, no todo está en la música… El muy romántico dinero robado de ‘Free Money’ galopa en un par de acordes, el ahogado canto de Patti y una batería que golpea como una lluvia de monedas. En este punto se hace notorio que la garganta de Smith no tiene mucha variedad ni riqueza en términos más tradicionales. Más sorprendente entonces es que sea capaz de transmitir tan directamente lo que desea, y del mismo modo, nadie podrá calificar “Horses” de monótono. Son demasiados los mitos que derriba esta placa… ‘Kimberly’ no parece sacada de la escena neoyorkina, sino que tiene la vibra del glam de T.Rex que pocos años antes había estallado en Inglaterra. Pero bastan un par de pinceladas estilo Velvet Underground (John Cale es el productor, ¿qué tal?) para volver los pies a la tierra. Es seguramente la melodía más luminosa que sale de este LP entero. ‘Break It Up’ tiene la grandeza de los clásicos inoxidables de los albores del hard rock, como el ‘With a Little Help From my Friends’ de Joe Cocker. Co-escrita con Tom Verlaine, líder de Television, se siente la presencia de la guitarra sanguínea del mismo, que hace la diferencia con las guitarras sangrantes en mucho de los otros temas. Esa es la sutil diferencia, para hacer de ‘Break It Up’ un monumento a la polenta de Smith, que acá casi no recita, sino que canta, y demuestra porqué se para delante de una banda y no se queda en la pura poesía. Otra vez, nada que envidiar a nuestra otra diosa, la señorita Joplin. ‘Land’ es otra cosa. Como si no hubiese suficiente variedad en el álbum. Es demasiado grande, en todo sentido, para intentar representar en un par de líneas. Tiene tres partes, una letra que cuesta un poco más aprender, es larguísima (para Patti, los textos son esenciales, por si no lo habían notado), pero que da cuenta de, otra vez, abusos sexuales y traumáticas emociones, y musicalmente se mete todo a una juguera. Cuando Smith recita, recita. El eco o piano (dependiendo en qué parte del tema estemos) de fondo solo hace de música de fondo para el brutal asalto del resto de la banda. Y ahí Patti canta. Y vaya que canta. Y aúlla, y se descontrola, y transpira, y todo esto se transmite, por momentos, en un relato difuso, en otros, impactantemente duro, y, finalmente, perturbador. La última frase, la que dice “en las sábanas, ahí había un hombre, bailando, una simple canción de rock & roll” te deja mucho más confundido que en un principio, y de pronto todo se disuelve en una nebulosa. ‘Elegie’ cierra “Horses” dando un último giro, dentro del mismo minimalismo que abunda en la placa, pero ese minimalismo de recursos, no de ideas o matices. Después de ‘Land’, esto es como Pink Floyd tocando la música de los créditos nomás, mientras nuestra heroína dice “debe haber algo en qué pueda soñar esta noche”, después que exorcizó sus poéticas pesadillas en todos los tracks anteriores. Y así, como si nada, se evapora, se va, y habrá alguno que recién en el último verso de ‘Elegie’ está terminando de asimilar ‘Land’. Así está armado todo este asunto. Son tan solo 8 canciones en total. Y Smith, con su muy especial forma de arte, logra que el “cómo” sea tan importante como el “qué”, dejando el “quién” solo para los créditos finales a la hora de apreciar esta obra. Todas canciones tienen formas distintas de transmitirse, de explotar, de lograr su objetivo. Y, en su propio estilo, cada una de ellas es una gran canción. ‘Gloria’, ‘Free Money’, ‘Break It Up’ o la todavía un poco borrosa ‘Land’ son auténticas joyas. Cuesta introducir o explicar bien lo que significa “Horses” en términos históricos: lamentablemente son pocos los que escuchan decir “Patti Smith” y saben de inmediato a qué va el asunto. Por eso, más que desgastarme en una revisión netamente musical o sonora de los temas, creo que es más pertinente rescatar la intensidad, la inteligencia, lo envolvente de la propuesta de Smith. Muchos se preguntan qué tiene que ver esto con el punk. Escuchen la versión en vivo de ‘My Generation’ que viene como bonus track, y van a encontrar la respuesta. Todo termina conectándose, van a encontrar los mismos elementos, los mismos colores, la misma simpleza, la misma energía fuera de control, solamente que a otra velocidad. Hagan la prueba. Se sentirán afortunados. Juan Ignacio Cornejo K. Tags #Patti Smith # Horses # John Cale Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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