Fire! Orchestra / Krzysztof Penderecki Actions Martes, 23 de Junio de 2020 2020. Rune Grammofon I. Constructores del Futuro. El recientemente fallecido compositor polaco Krzysztof Penderecki (1933-2020) compuso ocho grandes sinfonías, una menos que genios como Beethoven o Mahler. También veintinueve conciertos para determinados instrumentos, destacando, entre ellos, el para flauta “Fonogrammi” de 1961, y el para oboe “Capriccio for Oboe and Eleven Strings” de 1964. Además, creó cerca de cuarenta trabajos para voz o coro. Muchos de naturaleza sacra, resultando “Canticum Canticorum Salomonis” de 1973, una de sus cumbres. También compuso más de treinta trabajos para orquesta, entre los que destacan, tanto en expresión como en popularidad, “Threnody to the Victims of Hiroshima” (1960) y “Polymorphia“(1961), dos vanguardistas trabajos iniciales para una gran cantidad de instrumentos de cuerdas. Piezas con que Krzysztof Penderecki exploraba las posibilidades del tono en sí mismo: un lugar de tensión donde las individualidades sonoras terminaban por construir un solo gran bloque de sonido, uno psicológico y agresivamente vivo. Entre todos estos múltiples trabajos para orquesta, el único que Krzysztof Penderecki dedicó al jazz fue “Actions” (1971), una pieza de improvisación con protagonismo de gran variedad de vientos metálicos y de particular notación gráfica. El serialismo y la indeterminación imponían nuevas formas de libertad y de expresión a través de la experimentación de las específicas características del sonido. Una búsqueda que no tardó en encontrarse con la exploración también incesante del jazz, el cual se encontraba aprovechando las infinitas posibilidades técnicas y expresivas de la abstracción y la libre improvisación. La ejecución de esa aleación mineral la llevó a cabo el trompetista estadounidense Don Cherry junto a una orquesta de jazz de quince músicos europeos. Ese conjunto fue quien estrenó la pieza “Actions” en el festival alemán de Donaueschingen en 1971, conducidos personalmente por el propio Krzysztof Penderecki. II. Don Cherry & The New Eternal Rhythm Orchestra en 1971. Como un sigiloso animal inicial, el sonido se eleva entre el lúcido caos. Como cuando se observa un árbol y toda su caótica estructura natural. Un campo libre de diminutos sonidos que suben y descienden en fuerza y expresión. Las incertidumbres rabiosas y las cuerdas espontáneas de la guitarra eléctrica del noruego Terje Ripdal. Es quizá el mismo Krzysztof Penderecki quien lo dirigió hacia la violencia y el ruido. Son los tiempos de Don Cherry en Europa, también los tiempos de su Organic Music Theatre. El pianista belga Fred Van Hove digitando en un psicodélico órgano por entre los diversos segmentos o estados de la pieza. Como si se siguiera escribiendo una siempre nueva historia. En esta The New Eternal Rhythm Orchestra aparecían también nombres como el del holandés Han Bennink en percusiones y el del alemán Peter Brötzmann en su radical saxo tenor, dos que terminarían siendo nombres esenciales en la libre improvisación europea. III. Los Minerales Forjados. La pieza original de Krzysztof Penderecki ejecutada por Don Cherry y la The New Eternal Rhythm Orchestra en 1971 se extendió por casi diecisiete minutos. La actual versión de los suecos Fire! Orchestra, en cambio, dura un poco más de cuarenta. Aprovechando la libertad de la composición, el saxofonista Mats Gustafsson se encarga, como director, de expandir el tiempo en cada una de las secciones graficadas en la carátula del disco. Sin perder todo su enérgico carácter, permite desde secciones máximas de sonido hasta pequeñas y misteriosas expresiones tonales. En su desarrollo, el silencio se abre al suave gruñido inicial. Un jazz vago y atonal que imagina el órgano psicodélico y eléctrico de Alex Zethson, un cause mortuorio que se encamina sobre un mapa indefinido y nuboso. Las trompetas alarmantes, las cuerdas del contrabajo de Elsa Bergman y luego los vientos metálicos en cacofonías intuitivas y disonantes. El saxo alto de Anna Högberg contradiciendo el trombón de Maria Vertel. El primer tutti a los diez minutos y después un largo espacio para la libertad. Secciones completas de cuerdas superpuestas sobre azarosas intensidades de saxófonos y clarinetes. El ímpetu de tensión y abstracción. El antiguo y misterioso swing a los catorce minutos. Las urgentes percusiones de Andreas Werliin desde los diecisiete. Luego los instrumentos de viento en ejecuciones aleatorias. Todos en primer plano. El jazz ambiental oscuro que divaga y se violenta en el gruñido del saxo barítono del mismo Mats Gustafsson. La suavidad ruidosa de la guitarra eléctrica de Reine Fiske. Un segundo mundo de deformidad y misteriosa psicodelia. Entre la pieza, los grandes gritos: Los sonidos minerales como homenajes a los grandiosos bloques de tonos y volúmenes de Krzysztof Penderecki. Carlos Navarro A. Tags #Fire! Orchestra # Krzysztof Penderecki # Mats Gustafsson Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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