Mr. Bungle

The Raging Wrath of The Easter Bunny Demo

Viernes, 30 de Octubre de 2020

2020. Ipecac Recordings

La década de los 80 es crucial para entender el desarrollo del metal, pero 1986 es el año capicúa para el thrash, género que hasta el día de hoy goza de excelente salud. Esta vertiente vivía su período de gloria con lanzamientos muy importantes, desde los más visibles como “Reign in Blood” (1986) de Slayer, “Peace Sells...But Who 's Buying?” (1986) de Megadeth o “Master of Puppets” (1986) de Metallica, hasta la consolidación de bandas como Kreator con “Pleasure to Kill” (1986), Dark Angel con “Darkness Descends” (1986) o Nuclear Assault con “Game Over” (1986). El underground extremo también se movía, combinando esta corriente imperante con la rebeldía del hardcore punk, lo que llamó la atención de unos jóvenes Trey Spruance, Mike Patton y Trevor Dunn, quienes se habían agrupado un año antes para formar Mr. Bungle en Humboldt County, California. ¿El resultado? Un cassette de modesta calidad llamado “The Raging Wrath of The Easter Bunny Demo”, gema oculta que ya perfilaba las inquietas personalidades de sus integrantes.

Casi 35 años después de esos acontecimientos, este conejo de pascua de Mr. Bungle revive para dejar sus explosivos huevos de pascua en nuestras cabezas. Esta vez, Dave Lombardo y Scott Ian ocupan los lugares dejados por Jed Watts, Theo Lengyel y Martin Fosnaugh a fin de reforzar una entrega que hará saltar al auditor de su silla. ‘Grizzly Adams’ es la introducción que todo buen disco de thrash debe tener, con una guitarra acústica arpegiada, siniestra e inquietante que explota en mil pedazos para dar lugar a las sustanciosas ‘Anarchy Up Your Anus’, que cuenta con la narración de la actriz Rhea Jo Perlman en reemplazo del sampler de Disney, y ‘Raping Your Mind’, dos ráfagas de fuego sonoro incontrolables en las que Patton transforma su jovial y desgarrada interpretación en una versátil exhibición de su pedigree, incluyendo guturales, gritos y toda clase de espasmos maniacos.

La dupla de hachas compuesta por Trey Spruance y Scott Ian se desenvuelve con naturalidad en ‘Bungle Grind’ y ‘Sudden Death’, que sorprenden con una cantidad inhumana de riffs mucho más rápidos de lo que incluso podemos escuchar en Anthrax y que van mutando sobre la marcha de un tren desbocado que el buen Dave Lombardo conduce desde la batería, bajando y subiendo en la vía según sea necesario, pero siempre entregando dinamismo gracias a su endemoniado doble pedal. El indomable bajo de Trevor Dunn es puro frenesí en ‘Spreading The Thighs Of Death’ y se hace notar para recibir toda la atención que se merece como uno de los elementos que cohesiona las estructuras manteniendo el armazón primario en pie.

Además de lo reconfortante que es escuchar esta colección de canciones como es debido, el disco nos entrega la posibilidad de apreciar material que no estaba en su primera encarnación y covers que siempre sirven para ver a la banda vistiendo otras pieles. En reemplazo de ‘Evil Satan’, aparecen ‘Glutton For Punishment’, que ni siquiera fue grabada en la época, ‘Methematics’, que incluye el riff de ‘Love Is A Fist’, y ‘Eracist’, single innato en el que el grupo se despoja por momentos de la locura, excepto en la sección media, para demostrar que pueden rearmar las piezas a fin de abordar un metal contemporáneo y fresco. Si bien ‘Hypocrites’ no está en el grupo de las inéditas, sus giros hacia el clásico mexicano ‘La cucaracha’, snippet que hacían desde los 80, y posteriormente a ‘Habla Español O Muere’, relectura de ‘Speak English Or Die’ de S.O.D, sorprenden al auditor con una revitalización que le quita la sección SKA que tuvo en su vida pasada para expresarse sin tapujos en el lenguaje subversivo del crossover. De hecho, el cover de Corrosion of Conformity ‘Loss For Words’ del implacable “Animosity” (1985) funciona como un saludo a toda esa escena y también como homenaje al fallecido baterista Reed Mullin, quien fue uno de los personajes clave para forjar esta intrépida forma de hacer metal, testimonio del que Patton, Spruance, Dunn, Ian y Lombardo se hacen cargo con una exactitud milimétrica.

Todas estas referencias conforman una crónica valiente no solo de una conmemoración necesaria a su propio legado, sino de un contexto en el que el quinteto experimenta la velocidad, la furia y la autenticidad de días pasados con una perspectiva de futuro, con un trabajo que no tuvo resonancia en 1986 teniendo las armas compositivas para sobresalir en su entorno. Con una producción al nivel de la primera línea (Slayer, Megadeth o Metallica), de la facción más extrema (Kreator, Dark Angel o Nuclear Assault) o incluso de la más ligada al underground (Corrosion of Conformity o S.O.D), varios hubiesen corrido en círculos ese año. Claramente, esa no era la intención, ya que esta producción siempre fue vista como un juego por sus propios protagonistas, aunque sentó las bases para toda la extravagancia que vendría después.

Los fanáticos más apegados al lado experimental extrañarán el jazz, el funk y la gran amalgama de estilos que Patton, Spruance y Dunn abrazaron en la trilogía noventera de su carrera, otros se preguntarán por qué llevar a la banda por senderos que Patton y Lombardo puede recorrer con Dead Cross. A no equivocarse, pues esta nueva versión del demo tiene las credenciales suficientes para erigirse como un legítimo cuarto largo que sigue el camino de lo inusual. Entre toda esa batahola riffs infernales están las ganas de correr el cerco, de ir más allá de las convenciones y, por sobre todo, de divertirse con canciones que salen de la tumba como un conejo zombie dispuesto a devorar todos los cerebros posibles. Como dijo Scott Ian, “The Raging Wrath of The Easter Bunny Demo” es uno de los mejores discos de thrash metal que nadie ha escuchado. Aunque la recomendación venga de cerca, debemos decir que tiene toda la razón.

Pablo Cerda