Saturno

2020. Independiente

 

Los ritos son importantes para el ser humano. Las civilizaciones ancestrales los veían como el paso hacia algo importante, el final de una parte del camino y el comienzo de otro. La persona no es la misma después de un ritual porque se produce un cambio de la realidad para encontrarle sentido a la existencia y algo similar pasa después de escuchar el debut de Saturno. El combo chileno surge en el 2017 y graba un primer demo en vivo al año siguiente que sirve como impulso para trabajar en “Menhir” (2020), el primero de una trilogía que continuará con “Dolmen” y “Cromlech”. En este primer asalto, Saturno está conformado por figuras que ya llevan tiempo en el underground local con otros proyectos, siempre en el lado más pesado del espectro musical, por lo que no es sorpresa que estemos hablando de un material único en varios sentidos.       

 

El enfoque de “Menhir” (2020) es transformar la mente apelando a sensaciones fuertes. La lluvia que nos recibe en ‘Death On Hold’ pronto nos adentra en una apocalíptica tormenta de riffs, voces cavernosas y una pesadumbre agónica que cala los huesos. La rapidez del death, la amargura del doom y el dramatismo del black metal se combinan para propinar un golpe devastador, con cambios dramáticos que ponen los pelos de punta. Además, las guitarras de Lautaro Muñoz y Sergio Rojas añaden reminiscencias del heavy metal clásico en sus guitarras gemelas, todo un salto desde los desvaríos lisérgicos y sabbáthicos que se pueden escuchar en sus trabajos con Ocultum y Cosmogonic, respectivamente. De hecho, es en esta última banda en la que Sergio Rojas milita junto Bastián Contreras, baterista que muestra toda su riqueza técnica en la homónima ‘Saturno’. A primera vista, su ejecución produce una impresión de caos, pero no tardamos mucho en darnos cuenta de que cada cambio de ritmo está calculado, no se trata solo de ir más rápido o más lento, se trata de encontrar la raíz más primigenia de la percusión, una forma de comunicación ancestral que hoy renace en las manos de Contreras a fin de insertarlas en el metal para conectarnos con el ser más primitivo que llevamos dentro.

 

‘Fire in the Sky’ y ‘Espíritu Viviente’ abordan el black metal en una forma más contundente, lo que queda claro con las exquisitas secuencias de acordes que Muñoz, Rojas y el bajista Roberto Toledo eligen desde las cuerdas para conducirnos hacia los rincones más oscuros de esta placa. A diferencia de las texturas quejumbrosas, dolientes y perversas que bordean el doom, el sludge y hasta el post-metal en su recorrido con A Sad Bada, Toledo funciona en perfecta sincronía con el dúo de hachas desde las partes más ruidosas hasta que se desgarra en desarrollos intensos, de naturaleza ambiental para encontrar el cauce en riffs cargados de groove en los que cada vibración grave de las cuerdas envuelve con la voracidad de una bestia feroz. Por su parte, ‘Avalanchas’ es un track directo, el más “corto” en un disco en el que todas las canciones pasan de los cinco minutos. Es también el más turbulento, parece detenerse por momentos, palpita en ciertos segmentos, pero presiona las barreras de lo establecido y hace honor a su nombre, porque es un verdadero desplazamiento sonoro de puro metal que corre ladera abajo con una velocidad cambiante que la voz de Luis Comte comanda con sumo dominio de sus capacidades y se exhibe en una faceta mucho más madura que en el EP “Metalnoia, Vol. 1.” (2017) de su banda madre La Matanza. La obra cierra de manera opulenta con ‘Mente Indómita’, en la que se aprecia una articulación corpulenta que no deja de sorprender por su funcionamiento, con una marcha casi ceremonial que abre el camino para un balance perfecto entre grandes dosis agresividad y una cuota de temor infundido por pasajes rápidos, destellos de progresiones ascendentes y episodios de una grandiosidad casi lumínica y al borde del progresivo, pero que no tardan en hundir al escucha en un vaivén entre lo agobiante y lo liberador, sin duda la mejor conclusión para un verdadero trance que remece el alma y trasciende cualquier referencia para establecerse en sus propios términos. 

 

Las machis y las brujas ancestrales decían que el miedo entra por los oídos y es preciso afrontarlos para cambiar. En el caso del quinteto nacional, lo que entra a nuestro sistema auditivo es mucho más que miedo, es un carnaval ritualístico en el que recorremos la cosmogonía de los primeros habitantes de nuestro mundo, una conexión espiritual vestida con los ropajes salvajes del metal para ser uno con los elementos de la tierra, tal como lo representa la ilustración de Tomas Morales Reid en la carátula. Si bien Sergio Rojas, Luis Comte y Bastián Contreras no estarán en el futuro sophomore de la banda, lo que lograron en este debut ya los deja en buena forma para que el baterista Andrés Enríquez (ex-Decem Maleficium), el guitarrista David Sandoval (A Sad Bada /Thvnvtos) y el vocalista Joe Klinckmüller (ex Dead Letters) tomen sus lugares y materialicen lo que Saturno ha logrado con un verdadero tótem metálico de alta factura, uno de los mejores discos del género en lo que respecta al underground nacional y que no puede pasar desapercibido para los parroquianos del género. “Menhir” (2020) es la consagración de un hito y lo mejor es que esto recién comienza. Bienvenidos al ritual. 

      

Pablo Cerda