Stryper

2024, Frontiers

 

Después de un parón de más de 10 años, la banda de la localidad de La Miranda, California, regresó en 2005 con "Reborn" y luego con "Murder By Pride" (2009), dos discos donde intentaron adoptar su sonido a cierta modernidad que produjo resultados dispares de aceptación. Por ello, cuando en 2013 editan su álbum "No More Hell To Pay", fue cuando se produjo ese regreso por todo lo alto con su sonido absolutamente trademark de los 80's y desde entonces la banda ha gozado de una segunda e inspirada juventud que se ha mantenido ya por cinco placas consecutivas, todas muy sólidas, consistentes y mostrando a la banda en un gran estado de forma compositiva e interpretativa.

 

Y el nuevo y flamante "When We Were Kings" ("Cuando Éramos Reyes", título que hace alusión a la escena de Los Angeles de los 80’s y también al hecho de ser la banda de metal cristiano más exitosa de la historia), continúa esa senda de grandes discos, con un grupo que no acusa el paso del tiempo (sobre todo en la cuerdas vocales de Michael Sweet que sigue cantanto en un alto nivel), y con una performarce instrumental de auténtico lujo.

 

Producido por el propio Michael Sweet, el disco suena poderoso, limpio y claro, con ese sonido tan carácteristico de sus guitarras, siempre compactas e hirientes en los riffs, y con mucha melodía en las estrofas y coros, destacando la gran dupla que siempre han hecho el propio Sweet junto a su compañero Oz Fox, quien a pesar de algunos problemas de salud (tumor cerebral benigno), sigue al pie del cañón, mientras que la base rítmica sigue solidísima con Robert Sweet en batería y Perry Richardson en bajo.

 

El inicio con 'End Of Days' es de lo más pesado del álbum, puro Heavy Metal de los 80's con unas melodías gemelas de guitarra en plan Iron Maiden y con un Michael Sweet cantando a tope, mientras el resto de la banda suena muy pesada cabalgado sobre el doble bombo de Robert. Un temazo que sin duda en vivo será un golazo y que nos retrotrae a los tiempos de gloria del estilo. Mención aparte hay que hacer al duelo de solos de Michael y Oz porque realmente esta dupla tiene un nivel que la sitúa entre las grandes de la historia, como las de Judas Priest, Iron Maiden, Queensrÿche o Ratt, siempre perfectamente sincronizados.

 

Luego llega 'Unforgivable' con riffs bien ásperos y arrastrados, todo suena granítico y pesado, y con la letras que no han pérdido un ápice de su convicción cristiana, pero siempre enfocadas en entregar una reflexión y un mensaje positivo en los tiempos convulsos en los que vivimos, y donde el sentido común parece ser el menos común de los sentidos. Luego llega el tema título, que es todo un nostálgico tributo/recuerdo de los 80’s con un video clip altamente emotivo con imágenes de archivo que nos recuerdan el pasado de una época gloriosa para quienes descubrimos el Rock y el Metal en esos años benditos. Las melodías vocales y las armonías en los coros recuerdan esa gran influencia de la banda Boston que Stryper siempre ha tenido, y la verdad es que funcionan maravillosamente sobre esas guitarras siempre afiladas que en la mediana del tema explotan en un duelo de leads melódicos de sumo buen gusto.

 

'Betrayed By Love' ('Traicionado por el Amor'), es la Power Ballad del disco, poniendo el énfasis en lo de 'Power' porque las bases de guitarra suenan con una distorsión bien pesada. La voz de Michael Sweet brilla a gran altura y nos demuestra que a sus 61 años sigue siendo uno de los mejores vocalistas de su generación sin lugar a dudas. 'Loves Symphony' es otra muestra de esas guitarras gemelas tan celebradas, en un medio tiempo bastante melódico y con esos coros enormes que resuenan como si de una plegaria cantada se tratara. Y es cuando Robert Sweet acelera el ritmo de su batería cuando la alcanción alcanza su peak, en otro gran tema de un disco que no tiene desperdicio y crece con cada nueva escucha. 'Trinity' y 'Grateful' son otras canciones destacadas del álbum, mientras la gran 'Rapture' tiene ese sonido más boogie que puede recordar el álbum "Against The Law" (1990), donde el grupo sonaba más cercano a Van Halen

 

Para el final la banda se reserva dos canciones bien duras como lo son 'Divided By Design' y 'Imperfect World', la primera bien sleazy, lenta, pesada y arrastrada con un gran juego coral, y la segunda empacada con un furtivo doble bombo donde se percibe otra de las grandes influencias de Stryper que es Judas Priest, dándole un gran cierre a un disco que no defraudará para nada a sus fanáticos y que también podrá llamar la atención de nuevos fieles, porque en la iglesia metalera de Stryper, todos son bienvenidos.

 

Cristián Pavez