Kasabian: Revancha victoriosa

Martes 25 de septiembre, 2018
Teatro Caupolicán

El teatro Caupolicán debería haber recibido a Kasabian en el 2012 durante la gira de “Velociraptor!” (2011), sin embargo, un problema de salud del guitarrista Sergio Pizzorno obligó a cancelar la presentación un día antes, situación que dejó a sus fanáticos en vilo hasta su ansiado debut en Lollapalooza 2015. Si bien su aparición en el certamen calmó un poco el hambre de sus seguidores nacionales, faltaba verlos como absolutos protagonistas y parecía que esa oportunidad iba a llegar en mayo de este año, pero el infortunio nuevamente hizo de las suyas, postergando el show durante cuatro meses.

Como no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, Kasabian llegó finalmente a nuestro país para presentar el nuevo “For Crying Out Loud” (2017) y arrancó su gira latinoamericana ante un Caupolicán que gozó de principio fin la intensa presentación de los ingleses. Entraron triunfales a las 21:00, momento en que las luces del recinto de San Diego se apagaron dando paso a un espectacular set de luces que se desplegó desde el escenario, mientras Tom Meighan, Pizzorno, Chris Edwards e Ian Matthews, acompañados por los soportes Tim Carter y Ben Kealey, tomaban posiciones al son de las fanfarrias de Universal Studios y 21st Century Fox como verdaderas estrellas. La incendiaria partida con ‘III Ray (King)’, ‘Underdog’, incluyendo un guiño a ‘The Ecstasy Of Gold’ de Morricone, ‘Days Are Forgotten’ y ‘Eez-eh’ fue el comienzo perfecto para una celebración que se mantuvo siempre arriba, con un público enfervorizado que no paró de bailar en ningún momento y que recibió calurosamente las nuevas incorporaciones como ‘Wasted’ o ‘You’re In Love With a Psycho’, demostrando que encajan a la perfección con clásicazos de la talla de ‘Club Foot’, cuyo estruendo similar al de una bomba atómica encendió los ánimos al máximo.

Tras la prendida ‘Re-Wired’, llegó el instante más íntimo de la noche, cuando Pizzorno se colgó la guitarra acústica para adueñarse del escenario y pidió iluminar el teatro con la luz de los celulares para enarbolar una sentida versión de ‘British Legion’, preciosa balada que entregó un momento conmovedor y que luego se volvió a transformar en euforia cuando Meighan reapareció entremedio del robótico sintetizador de ‘Switchable Smiles’, continuando una fiesta que llegó a su apogeo en ‘Empire’. ‘Bless This Acid House’ y ‘Stevie’ dieron paso a ‘L.S.F. (Lost Souls Forever)’, himno lisérgico que embrujó a todos los asistentes hasta el punto en que se tomaron del coro para pedir el regreso del grupo durante el encore. Finalmente volvieron con la poderosa ‘Comeback Kid’, para rematar con ‘Vlad the Impaler’, instante estelar de Edwards machacando su bajo distorsionado, y cerraron con ‘Fire’, que gracias a su comienzo cauteloso y su reventón magistral en el coro puso el broche de oro a una jornada que vio regresar a los de Leicester como campeones.

Es verdad que las primeras veces siempre son especiales, pero nadie puede dudar que los shows en solitario proponen una perspectiva totalmente distinta a la de un festival, instancia en que fanáticos y turistas musicales se ponen a la par  y hacen que la experiencia sea más amplia, pero menos personal. El valor del espectáculo en solitario es encontrarse cara a cara con los tuyos, con tu gente, y Kasabian lo supo desde el primer momento. Armados de canciones gigantes y con la barra brava a sus pies, Kasabian edifica su imperio y sale victorioso.

Pablo Cerda
Fotos: Peter Haupt Hillock

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