Candlemass: Abriendo las puertas del doom Blondie hechizada por las leyendas suecas Martes, 25 de Abril de 2023 24 de abril – Blondie Santiago – Chile El doom no es un género masivo. Solo para que quede en evidencia y lo recordemos en el futuro, Candlemass llega a Blondie un día después del excelente Metal Fest 2023, una instancia de gran convocatoria para las guitarras pesadas que no tuvo a ningún representante de este género, ni internacional ni nacional, incluso cuando nuestro país tiene un circuito bastante fértil del que se pueden sacar varios nombres. Esto no es una reivindicación de metalero “true”, tampoco un lloriqueo barato, es simplemente una constatación de hechos ante la sorpresa que es ver a una Blondie rendida en su totalidad ante una agrupación de esta vertiente, experiencia que ya habíamos vivido con el Pentagram de Bobby Liebling hace poco. El cartel prometía una noche de doom glorioso, reforzado por dos bandas chilenas que saben llevar las antorchas del estilo. Muy inspirados en los invitados principales, BlackFlow nació el 2016 y ya tienen en sus manos un EP titulado “Confusion & Time” lanzado el 2018, pero para esta oportunidad se centraron en las creaciones de su primer LP pronto a publicarse para encender las primeras velas del ritual que nos convoca. Con un sonido preciso, solemne y poderoso, la batería de Miguel Canessa pasa del heavy más duro a las penumbras gélidas de la lentitud con una facilidad alucinante en ‘Neo-Middle Ages’, mientras la dupla de hachas liderada por Frane Franulic y Víctor Silva destacan en las guitarras gemelas de ‘Iron To Rust’, como dos espectros que deambulan sigilosamente. El bajo de Felipe Vuletich se distorsiona en ‘Egomaniacal Fraternity’, sus dedos cabalgan sobre las cuatro cuerdas de manera vertiginosa, con todo el cuerpo y la exactitud que requiere el instrumento. Al frente, Víctor Prades es un frontman excepcional, su desplante en el escenario es dramático, operático y carismático, su corporalidad llena todo el escenario y en lo vocal es impetuoso, su inglés está muy bien pronunciado y se entiende todo lo que canta en ‘Corrupted’ o ‘Indifferent To Others’. Gracias a un robusto primer acto, BlackFlow dejó un gran sabor de boca en la antesala al regreso de Candlemass, probando que la semilla del doom crece de manera importante en este país y que son actores que merecen estar en los escenarios relevantes de la capital. Diez años antes de la génesis de BlackFlow, Capilla Ardiente nacía en las catacumbas del doom nacional, coincidiendo con el año de la primera venida de Candlemass, por lo que su presentación ante las majestades sabbathicas estaba más que merecido. Su propuesta visual es mucho más metalera en todos los sentidos, desde sus instrumentos hasta su estética expresada en las tachas, las chaquetas de cuero sin mangas y sus parches. Se nota que salieron al escenario para jugarse la vida, se toman la tarima con total confianza y eso conecta de inmediato con el público. La heavy metalera ‘Nothing Here from Me’ permite que sus integrantes se expresen con confianza en lo instrumental, con un Claudio Botarro que maneja una espléndida sección de bajo. La magia negra se posa sobre la Blondie con varios parroquianos que levantaban su puño para acompañar a Felipe Plaza en su vuelo por las alturas épicas de sus cuerdas vocales, mientras los riffs marchantes de ‘The Crimson Fortress’ empeñados por Julio Bórquez y Sebastián Salce en guitarras se ponen en marcha junto al doble bombo de Francisco Aguirre tras la batería, lo que desata una avalancha rutilante con ciertos tintes progresivos en algunas secciones. ‘Coagula’ deja ver su parte más extrema, una canción que sobrepasa los 8 minutos para demostrar todo el poder que son capaces de manifestar en el directo y que se unió a ‘Into The Unknown Lands’ en el cierre de un intenso viaje. Capilla Ardiente se lució con todo en Blondie, poniendo en alto el nombre del doom chileno y entregando un espectáculo vistoso, virtuoso, profesional y apasionado. De la mano de la ‘Marcha Fúnebre’ y la clásica ‘Mirror Mirror’ del “Ancient Dreams” (1988), tercero de su discografía y segundo con Messiah Marcolin, Candlemass apareció sobre las tablas del recinto capitalino entre medio de los vítores del respetable. Sonaron fuerte y claro desde el principio, embrujando a cada uno de los presentes con esos riffs monolíticos que no tienen comparación en altura y grosor. ‘Bewitched’ se anotaba como otra mención al inventario de Messiah, pero reactualizada y aumentada con el vigor de una banda rejuvenecida en pleno ejercicio. El matiz vendría con ‘Under the Oak’, la primera en llevarnos de vuelta al hito fundacional de 1986, el inmortal “Epicus Doomicus Metallicus”, la verdadera catedral en la que todos los asistentes juramos lealtad a estos santo patronos del doom. ‘The Bells of Acheron’, enmarcada en los 35 años que cumple el “Ancient Dreams” según las palabras de Leif Edling, ‘Dark Are the Veils of Death’ y ‘Samarithan’ siguieron en la senda de la era Messiah, con un Johan Lanquist que no dudó en ponerle su propio toque, factor que ya analizaremos más a fondo en las siguientes líneas. Tras la batería Jan Lindh aplica un doble bombo temible, articulando los cambios de ritmo que son el motor de la dinámica del quinteto. Por su parte, Mappe Björkman ejecuta la guitarra rítmica sabiamente en ‘Bearer of Pain’, dueño de una personalidad única que se empareja con el aura de Leif Edling, todo un maestro de las cuatro cuerdas que resguarda los graves cuando nos sumergen en las lóbregas fosas de sus riffs. Acostumbrado a visitar nuestras tierras, Fredrik Åkesson de Opeth encaja a la perfección como el guitarrista de Candlemass. Sus solos se entienden de manera clara en una ejecución llena de técnica y corazón, es que el Peluca es ese amigo de la casa que tantos buenos momentos musicales nos ha regalado y que terminó soltándose con todo conforme fue pasando el show. Tras examinar con detención la estructura instrumental de los suecos, es vital volver a Johan Lanquist, un frontman hábil para domar un estadio como el del Monsters of Rock en Brasil o una Blondie acá en Santiago y capaz de construir un hilo conductor coherente entre ‘Sweet Evil Sun’ de su cosecha 2023, ‘Crystal Ball’ de su intocable debut, sin duda uno de los puntos altos de la jornada en el que todos gritamos “Black heart, your soul is mine, mine, MINE” con un aullido que se podía rastrear a kilómetros a la redonda y un mosh incluido, y ‘The Well of Souls’ del “Nightfall” de 1987. O sea, paseó con facilidad por las etapas más importantes de la banda, llegando a uno de los clímax en ‘A Sorcerer' s Pledge’, seguida de cerca por una audiencia en llamas. Eso sí, con 'Solitude' pasó algo especial. Puede que muchos ni siquiera pudieran creer lo que teníamos frente a nuestros ojos y oídos, por fin podríamos decir que escuchamos este clásico en la voz de su mentor, un corte que atraviesa las cabezas trayendo la mística del “Epicus Doomicus Metallicus”, el despertar de una fuerza sobrenatural que abrió la puerta a toda una nueva forma de metal lento y tenebroso en años en que la velocidad era la moneda de cambio. Increíble sensación, un concierto que dejó la piel erizada, el cuello remecido y el alma enaltecida. Fue un cierre perfecto, aunque pudo haber sido extendido con ‘Demon’s Gate’, escrita a mano en el setlist, pero que al final no se tocó. Rebobinemos un poco las cintas de la memoria. La primera venida de los suecos en el 2006 con el querido Messiah fue en La Batuta, un concierto de culto claro está, pero para pocos feligreses. Como pasa a menudo cuando las bandas ganan épica, son más los que cuentan que fueron que los que estuvieron allí, lo que no deja de ser curioso porque, como decíamos al principio, este no es un género masivo. El 2016 saltaron a la Blondie con Mats Levén al frente y sin Leif Edling, una venida rara y no tan vistosa como esta, por lo que ya era momento de que Candlemass tuviera un regreso acorde a su altura. Volvamos al presente. Muchos de los que leyeron nuestro review de “Sweet Evil Sun” (2022) se encontrarán con la misma reflexión, pero no podemos dejarla pasar: Candlemass está teniendo una exitosa segunda vida con Lanquist. Si quisiéramos ponernos en extremo quisquillosos, quizá se pudo extrañar un setlist más abocado a los 2 discos recientes de la “era Lanquist”, “The Door To Doom” (2019) y “Sweet Evil Sun” (2022), aunque se entiende que el repertorio liderado por Messiah es quizá el núcleo de su historia, de ahí que muchos esgrimen el "No Messiah No Candlemass", pero esta encarnación de la banda tiene la magia del reencuentro, de completar un relato inconcluso que ha tenido un desarrollo fascinante y del que esperamos más capítulos. Dicen que la tercera es la vencida, y así parece funcionar para el combo sueco, asistimos a la venida más masiva de estas leyendas y en un momento de total reevaluación, con su influencia quemando a fuego a varias generaciones. Candlemass abrió las puertas del doom con todo en Blondie y caímos en un hechizo que difícilmente tenga otra cura que seguir enganchados a esos riffs que, a lo mejor no llenan grandes arenas, pero siguen siendo épicos y metálicos para sus ritualistas. Pablo Cerda Fotos: Sergio Mella Tags #Candlemass # Capilla Ardiente # Blackflow Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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